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Gabriela Mistral y Chile

"Pensando a Chile: Una tentativa contra lo imposible", por Gabriela Mistral. Selección de textos Jaime Quezada,
Editado por la Comisión Bicentenario. 2004.

Por Grínor Rojo
Artes y Letras de El Mercurio, Domingo 2 de Enero de 2005



La relación de Gabriela Mistral con Chile es un asunto complejo y pedregoso, que no ha sido abordado hasta hoy con todo el rigor que su tratamiento merece. La matriz ideológica omnipresente, que ella no abandona ni siquiera en sus obras tardías, es una versión morigerada; esto es, no necesariamente abusiva del racialismo (no quiero escribir racismo) decimonónico. Me refiero a su aferrarse a la perspectiva biopsicológica. La raza, para Gabriela, como para muchos de sus contemporáneos, implicaba determinismo genético, por un lado, y comportamiento psicológico, por el otro. El chileno es así el que es porque es el resultado de una mezcla (de un "mestizaje" se decía entonces) del español con el habitante originario, lo que supone una "raza nueva que no ha tenido a la Dorada Suerte por madrina", y es, también, "diferenciación viril, originalidad que es forma de nobleza". Tal vez la mejor muestra de esto es la que se encuentra en uno de sus artículos más conocidos, "Menos cóndor más huemul", de 1926. Con la ayuda de estas dos imágenes heráldicas, Mistral intenta en ese artículo reducir la "raza chilena" a una oposición binaria no resuelta o, mejor dicho, a un equilibrio inestable de tendencias atávicas y contrarias, en el que ha sido la "rapiña" del cóndor la que históricamente se ha llevado la mejor parte, y el huemul, "sensible y menudo", la peor. Gabriela, por supuesto, desea que ese desequilibrio se revierta en favor del ciervo de los Andes: "El huemul quiere decir la sensibilidad de una raza: sentidos finos, inteligencia vigilante, gracia". Pueden citarse muchos textos más de este mismo tenor, pero es preferible aclarar que, aun cuando hay aquí un núcleo y una permanencia ideológicos, su despliegue no deja de tener ciertos matices.

No es, por lo tanto, la misma Mistral ("Alguien", se firma, y tiene diecisiete años escasos) la que en 1906 publica el artículo sobre "La Patria" en La Voz de Elqui que la que muere en 1957 sin haberle querido poner su punto final al Poema de Chile. Median entre un punto y el otro su conocimiento algo provinciano y más bien pedagógico del Chile del primer cuarto del siglo XX ("Conferencia para maestros: el cultivo del amor patrio", 1916; "El patriotismo de nuestra hora", 1919; "Juramento a la bandera", 1919); un quiebre radical y su salida al mundo de afuera en 1922 ("Raza espesa, brutal, raza de pacos y mineros", le había escrito con furia a Magallanes Moure en una epístola de 1921); tres regresos, cada uno más corto que el anterior y cada uno con sus características propias (en 1925, en 1938 y en 1954). En 1926, haciendo el balance de su paso por Chile durante el año anterior, le escribe a Pedro Aguirre Cerda una carta que rivaliza en acritud con la que le escribiera a Magallanes en el 21, en la que le confiesa que "Tengo entre las impresiones más penosas de mi vida mi vuelta a Chile" y "Volví a Chile con una gran curiosidad de verlo bien y de sentirlo", pero "Mejor hubiese sido salir sin conocerlo, porque no miré sino síntomas feos y odiosos"), y su inmersión sin retorno, desde 1938 en adelante —aunque Soledad Falabella encuentra rastros que anteceden a esta fecha—, en el Chile un mucho expurgado y un poco inventado del Poema de Chile. Ahí, en el Poema de Chile, es donde se estaciona Gabriela durante sus últimos años, y ahí es donde se nos muere más que en su cama del hospital de Long Island en la madrugada del 10 de enero de 1957.

Poesía y prosa

Además, habría que atender también a la distribución discursiva en su tratamiento del tema de Chile. Ello ocurre por una parte en la prosa, y en este caso en las conferencias académicas, en los artículos serios, en los discursos funcionarios, en las notas periodísticas y en las cartas, y por otro en la poesía, por ejemplo en los poemas patagónicos de Desolación, en "Cordillera" de Tala, en "Patrias" de Lagar y en la mayoría de los poemas de la sección "Naturaleza" de Lagar II. Pero, sobre todo, en el ya mencionado Poema de Chile. Porque hay en la prosa una gran distancia (y no pocas veces fuertes contradicciones) entre la Mistral que habla a diversos auditorios cultos acerca de Chile y que hace un esfuerzo para comunicarles de la mejor forma posible su experiencia de la patria lejana, la funcionaría que cumple como ella piensa que es bueno con las obligaciones de su cargo en el "escalafón consular", la profesora y hasta la agente de viajes que informa a su público sobre climas y paisajes y la que de repente y por suerte se olvida y escapa de todo eso y es capaz de pergeñar un texto tan perspicaz y tan hermoso como el "Recado sobre la cordillera". O, para pasar esto mismo a una cuerda distinta, también habría que tener en consideración la diferencia que introduce en su trabajo chileno la crítica estupenda de la literatura de la época, más competente que la de muchos (por no decir la de todos) los profesionales de entonces, y que escribe reseñas memorables a propósito de la reunión por Cruz y Raya de las dos primeras Residencias de Neruda (1936) y sobre Chile o una loca geografía de Benjamín Subercaseaux (1941). Y, en cuanto a la poesía, hace ya tiempo que yo dije que ése era el lugar donde había que buscar y encontrar a la Gabriela profunda, con sus opciones y sus contradicciones, con sus atrevimientos y sus dudas, y entre todo ello con un apego por lo real chileno a pesar de todo que asombra y admira. Pienso en poemas como "País de la ausencia", de Lagar, y principalmente en uno de los más bellos, sus "Cuatro tiempos del huemul" de la tercera Tala, la de 1958.

Por último, ¿cuál es el verdadero país de Mistral? O, mejor dicho, ¿cuál es el país con el que ella se queda finalmente? Ninguno de los que algo sabemos sobre su obra ignora que ese país es el del Poema de Chile, un país que ella misma produce a lo largo de veinte o más años con la tijera en la mano, cortando y recortando, eligiendo y descartando. Es pues la del Poema de Chile su propuesta definitiva, su programa ético y político para el futuro de Chile, un Chile purificado, despojado de sus pequeneces y miserias, abierto a la armonía de los seres humanos entre ellos y con una naturaleza en cuyo regazo mujeril tuvieron la buena fortuna de caer alguna vez.

Mucho dolor

Todo lo anterior y mucho más, la política contingente, por ejemplo, el educacionalismo, el agrarismo y el feminismo, entre otros temas de similar importancia, se encuentra en los textos que ha reunido Jaime Quezada para este edición de Gabriela Mistral: Pensando a Chile. Una tentativa contra lo imposible.

Quezada, mistraliano de oficio, estudioso de la obra mistraliana como hay pocos en el país, les hace un favor a los chilenos poniendo a su alcance el pensamiento que sobre ellos y sobre la tierra en que residen formuló en prosa y en verso una poeta extraordinaria, que hizo cuanto pudo para tratarlos con mucho amor, pero que no pudo evitar el hacerlo también con mucho, con muchísimo dolor.


 

 

 

 

 

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