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El
principio de la excelencia
Por
Juan Manuel Vial
La Tercera Cultura, sábado 18 de noviembre de 2006
Transcurrido
un mes desde la muerte de Gonzalo Millán, tenemos ante nosotros una reimpresión
que resulta tristemente oportuna: Relación personal, el primer libro
del autor, nos permite recordar el sorprendente estreno de un gran poeta.
La
reedición del primer libro de poemas publicado por Gonzalo Millán,
Relación Personal, llegó a las librerías chilenas
dos semanas después de ocurrida su muerte. Si esto no sucedió con
anterioridad, es decir, si el estupendo debut de Millán como poeta no fue
rescatado antes del olvido -la edición original es de 1968-, se debió
a que él mismo se oponía a que algo
así sucediera. Sólo después de la publicación del
último de sus poemarios -Autorretrato de Memoria, editado el año
pasado por Ediciones Universidad Diego Portales-, el hombre accedió a reeditar
Relación Personal. Y hoy, enfrentados a la inevitable tentación
de comparar el uno con el otro, lo primero que salta a la vista es que Millán
fue un poeta que escribió, de principio a fin, a partir de la excelencia.
Publicado
por primera vez hace casi 40 años, Relación Personal revela
dos intenciones que, por aquel entonces, eran importantes para el autor, un joven
que aún no llegaba a los 20 años. La primera de ellas queda de manifiesto
en el epígrafe que Millán tomó prestado del poeta estadounidense
Wallace Stevens: "La poesía no es personal". La otra, no menos
relevante, nos habla de un escritor que se esmera en darles a sus versos una originalidad
cabal, algo que, como se sabe, no es un atributo propio de quienes empiezan a
hacer de la poesía un oficio. Parte de esta frescura queda reflejada en
los títulos de muchos de los poemas aquí reunidos.
A fines
de los años '6o, Millán escribía en paralelo a Relación
Personal una novela, la misma que, tiempo después, fue rechazada por
los editores de Zig-Zag. Esto ha llevado a que el escritor Alejandro Zambra, quien
estuvo a cargo de la edición y del prólogo del presente volumen,
sugiera, con mucha lucidez, la conveniencia de "entrar a Relación
Personal por esta puerta trasera, es decir, leyendo, en los poemas, esa novela
que no fue, esos otros libros que este libro no quiso ser".
Relación
personal es un poemario escrito a base de episodios, pero no cualquiera clase
de episodios: la voz del poeta narrador, además de hacer gala de una precisión
idiomática alejada del lloriqueo lírico, pone el énfasis
en los instantes más decisivos y perturbadores de la existencia humana.
Sin embargo, estos momentos se expresan a través de suspiros, y no por
medio de construcciones plañideras o altisonantes. Así, la niñez
queda expuesta de la siguiente manera: "Soy un niño de escasos años/
y meses, precozmente pródigo,/ jugando como los gorriones/ con el polvo
de los siglos/ que en segundos me encanece".
La adolescencia y algunas
de sus vicisitudes pueden verse claramente reflejadas en el poema Tu Quebrado
Vidrio Rojo: "Tu sangre se seca en mi vientre/ como una mancha de óxido/
y entre tus piernas partidas/ se pega el dolor del lacre./ La almohada moja mi
mejilla/ con tus lágrimas,/ y seguimos aguardando mudos,/ entre encajes
y sedas arrugadas,/ el silencio del muerto/ o el grito del recién nacido".
A la vez, otros riesgos propios del sexo tienen que ver con Noticia Clínica:
"Hora por hora, todos los días/ en anaranjados y espumosos orines/
echo fuera los podridos huevecillos/ y al gusano que masqué de tu manzana:/
Dama coriácea de corazón, sobada/ y pringosa carta de naipe/ de
una baraja de segunda mano".
Evidentemente, Relación Personal
es una especie de autobiografía encubierta de aquel joven inquieto que
no cedió a la tentación de enfrascarse en la retórica, en
la severidad formal o en los excesos sensibleros. Y ahora que Gonzalo Millán,
el adulto, ha muerto víctima del cáncer, tal vez podamos leer con
una mirada más consoladora ese poema fúnebre de juventud llamado
¡Ándate, Pájaro, Antes que Viva y te Mate!: "Los jotes
me han seguido/ de la playa hasta mi pieza/ y están en espera/ de ver mis
ojos/ como uvas rotas/ para cruzar hacia mi carne/ por la línea roja/ con
que habré rayado la vida/ en mi muñeca".