Un diablo enamorado El Destello.
Gonzalo Maier.
Santiago, Lom,
2000,
106 pp. Por René Olivares J. Publicado en Taller de Crítica Literaria Mariano Aguirre, 2002
El Destello es la primera novela del joven escritor chileno Gonzalo Maier (1981).
Hablar de ella implica una doble dificultad: primero, se trata de la obra inicial de un escritor; segundo, éste mismo es muy joven. Las obras primerizas son, por lo general, el pecado que el escritor tratará de ocultar toda su vida (pregúntesele a Nicanor Parra) o, a veces, el paso que lo levanta a la consolidación. Que sea joven significa, muchas veces, que el crítico perdone ciertos defectos, los que sin duda se dan en El Destello. La novela trata de denunciar la inhumanidad del hombre vista por un Diablo humanizado. Para ello, se utiliza como excusa la relación amorosa que tiene éste con una pintora. Se trata de un intento fallido debido a la técnica poco elaborada del autor, lo que podría atribuírse a su juventud. En lo particular, surge además un tercer problema: yo mismo tengo 19 años, así es que lo anterior me produce un poco de resquemor, sin embargo tengo la certeza que mis juicios son fundados. Maier se encarga de mostrar una gran cantidad de referencias literarias, las que trata de manejar. Para empezar, la historia se enmarca en un obvio paralelismo con El Túnel de Sábato. Que los personajes principales se conozcan mirando una tela, la relación tortuosa, la explicación del título mediante una frase del personaje principal que es, también, el narrador en primera persona, además de algunas citas textuales del escritor argentino, hacen de El Destello una escritura que, si bien se aparta un poco de la temática de Sábato, no alcanza la independencia en cuanto a estructura (los que hayan leído la obra del argentino saben ya el final).
Hay un exceso de citas, las que además, el autor maneja mal. No sé si quiere mostrar la sabiduría del Diablo o quiere lucirse con su enciclopedia literaria. Encontramos, por ejemplo, dos alusiones a Walking Around de Neruda, una paráfrasis de Cien años de Soledad de García Márquez, un resumen de un cuento de Juan Emar, el lorqueano "verde que te quiero verde", el recuerdo de Heráclito —mientras quema unos cuadros— y obviamente Borges, que se inscribe con un epígrafe y su imagen en una tela con Manola, la pareja del protagonista, Adrián Valdés. No es que no deba usarse citas, referencias e intertextualidades varias, sino que son tan explícitas que caen muchas veces en la obviedad, parecen adornos y sólo alcanzan funcionalidad plena en contadas ocasiones. Incurre varias veces en la reiteración innecesaria, como si la escritura fuera, más que a prueba de tontos, precisamente, para tontos; por ejemplo, relaciona demasiado al Diablo con el negro: "El vacío de a poco comienza a carcomer mi negro", "la puedo ver jugando entre los cojines o simplemente convirtiendo mi negro en verde", "Un ahuecamiento del seso y de mi negro", etc. Tenemos imágenes que van del rojo de la sangre, el blanco de los hospitales al verde de la esperanza amorosa, todas simbologías enumeradas, pero que no alcanzan funcionalidad. Así mismo, es recurrente la aparición de la lluvia para anunciar las desgracias o indicar la tristeza de las escenas. Para colmo se nos explica que es eso justamente lo que pasa cuando llueve. Lo obvio hace perder relevancia y efectividad. Podemos apreciar un regular uso de la repetición de imágenes en los cigarros que fuma Adrián Valdés una y otra vez, lo que marca un cierto ritmo, sin embargo a veces cansa.
Aspectos como la situación de Manola, quien sucumbe por su ambición personal, el mundo que se cae a pedazos por el cáncer que es la humanidad, la culpa no buscada del Diablo, quien, creyendo hacerle un bien a quien amaba la hunde en la droga y la angustia, y de paso agarra la desgracia eterna de haber amado y perder, todo lo cual, hace que la obra, como proyecto, se perfile interesante (además es un mérito que a su edad quiera dar una visión de mundo y una denuncia de lo que en él ocurre), pero lo lamentable es que, debido a deficiencias de composición literaria, todo lo que podría ser bueno se pierde.
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"El Destello", Gonzalo Maier.
Santiago, Lom, 2000, 106 pp.
Por René Olivares J.
Publicado en Taller de Crítica Literaria Mariano Aguirre, 2002