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Un escritor fantasma
Por Gonzalo Maier
Publicado en Las Últimas Noticias. 24 de Octubre de 2018
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Hace poco me crucé con Palacio de olvido, un libro fantástico. Y no es fantástico porque exceda a la realidad, que conste, sino porque es extraordinario. Lo firma Alberto Tabbia, un escritor argentino de esos que apenas publicaron un par de cosas en vida y que recién ahora viene a ser editado.
Vaya a saber uno si su ética del no fue por perfeccionismo o vanidad, pero a más de veinte años de su muerte, leerlo es parecido a perderse en los pasillos de un gran museo de la cita y la anécdota. Por ejemplo, en alguna parte recuerda que le preguntó a José Bianco, escritor y redactor de la famosa revista Sur, por qué sabía tantos detalles de la vida de Voltaire, e incluso fragmentos de cartas menores que nadie tendría por qué conocer. Bianco le dijo que en su biblioteca esos libros estaban muy arriba, en la parte superior del estante, donde no llegaba ni el plumero, y que por lo mismo no se le ocurría un mejor lugar para esconder sus dólares. Así, cada
vez que se encaramaba a buscar plata, leía un fragmento por aquí y otro por allá, y por culpa de la economía argentina terminó conviniéndose en un especialista involuntario en Voltaire.
¿Cuáles fueron las últimas palabras de Chéjov? "Me estoy muriendo... ¡Más champagne!". El libro recuerda un poco a El museo del chisme, de Edgardo Cozarinsky —compilador y amigo de Tabbia— y otro poco a esa cita de Borges en la que aseguraba que estaba más orgulloso de los libros leídos que de los escritos. Quiero decir: más que un escritor, Tabbia parece un lector coqueto —cita en francés e inglés sin molestarse en traducir— que deja la lapicera sobre la mesa y evita mancharse las manos con tinta. Ignoro si habrá sido un dandy de zapatos naranjos, pero al menos parecía encantado de vivir entre libros y paradojas. En un puñado de páginas, por ejemplo, cuenta la vida de Mary Meerson, la mujer de Henri Langlois, el creador de la cinemateca francesa. La historia es muy buena:
hay misterio, un poco de romanticismo de postguerra y, visto con distancia, todo el asunto cuela para filmar un documental del History Channel —con nazis en París y películas rescatadas del fuego—, pero Tabbia se aleja de cualquier vulgaridad populachera. En resumen: un caballero evita el best-seller.
Esa parte de la cinemateca francesa, valga la aclaración, la leí tarde en la noche, justo antes de empezar a buscar videos en Youtube, que es lo que hago después de cierta hora. Un poco por inercia e influenciado por la lectura, di con un documental sobre Langlois y su proyecto. Pensé que pronto caería dormido, además la película se veía mal y no tenía subtítulos, pero terminé mirándola y descubriendo que la filmaba el mismísimo Cozarinsky. En fin, esto no tiene un remate a la altura del libro, aunque ahora que lo pienso, si Tabbia fue un escritor fantasma, lo suyo perfectamente podría ser considerado como literatura fantástica.
