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Germán Marín:
"Traté en esta novela de darme varias libertades"

Tal vez sí, tal vez no. Seix Barral, 2017. 161 págs.

Por Pedro Pablo Guerrero
Publicado en Revista de Libros de El Mercurio. Domingo 6 de Agosto de 2017


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Elige un café a la vuelta de su casa, junto al Palacio Falabella, el edificio neorrenacentista donde funciona la Municipalidad de Providencia. Buen marco para hablar de su novela Tal vez sí, tal vez no, que gira en torno a la Nona, una hija de inmigrantes italianos, alta, entrometida, fisgona, desconfiada y, como dice el narrador al comienzo del libro, que "suscitó malos pensamientos en aquellos que la conocieron desde su más tierna infancia". Un raro sentido del humor atraviesa las peripecias del libro, que se deslizan hacia el absurdo y desembocan en un final de aire policíaco.

Marín reconoce cierta intranquilidad acerca de cómo va a caer su nuevo libro. "Es muy diferente a todo lo que he escrito", dice. Tanto, que cuando lo terminó, en 1996, decidió guardarlo, porque era demasiado distinto a lo que estaba publicando en esos momentos: El Palacio de la Risa (1995) y Las cien águilas (1997). Hace un año y medio encontró el manuscrito ordenando unos papeles. "Lo leí, y me pareció bien", cuenta. "Lo había olvidado totalmente. Hice pequeñísimas modificaciones, muy pocas, más bien de estilo".

La explicación del título está en la primera página de la novela: la protagonista tiene una malformación en la columna que le da el aspecto de alguien que buscara algo perdido en el suelo. El narrador lo atribuye a que, cuando guagua, lloraba tensando su cuerpo en forma de arco. Puede ser. "Tal vez sí, tal vez no", dice el narrador. Pero hay más, agrega Marín, quien aprecia una "ambigüedad permanente" que se extiende a sus rasgos de carácter, como cierta inseguridad en su manera de hablar y una antipática tendencia a inmiscuirse en las vidas de familiares y vecinos.

"Una señora hurguete, como todas las señoras, que son curiosas y paran la oreja inmediatamente", observa. Durante la entrevista se da la ocasión de comprobarlo. Cuando pide salir del café para fumarse un cigarrillo al aire libre, una señora que va pasando lo recrimina por estar contaminando. "¿Qué te decía?", comenta Marín.

Admite que escribió Tal vez sí, tal vez no como un divertimento y que el personaje principal "es un poco mi mamá", aunque en una versión totalmente paródica. "Siempre ficción y realidad se están conjugando. Muchas de las situaciones son ficticias", advierte. Lo cierto es que su madre le heredó una elevada estatura y su gusto por las pastas caseras, que forma parte del "culto a la comida propio de los italianos", según afirma.

En libros anteriores de Germán Marín, sobre todo en los de su trilogía "Historia de una absolución familiar", la acción transcurre en las tres ciudades donde más tiempo ha vivido: Santiago, Buenos Aires y Barcelona. Pero este es el primero en que lo hace simultáneamente. Así, por ejemplo, la protagonista arrienda durante un tiempo una casa en Villa Urquiza, pero sale a pasear por la calle Ahumada y termina entrando en un negocio de la calle Princesa.

¿Cómo se le ocurrió esta contigüidad espacial? "Mi madre no nace en Chile, sino en Buenos Aires", responde Marín. "Llegó a los 8 años con sus padres y sus hermanos, pero después volvió a Buenos Aires dos o tres veces y sus últimos años los pasó allá. Estando yo en Barcelona, vivió un período en esa ciudad. Aproveché todos esos momentos reales y les di una simultaneidad. No es solo una mezcla de situaciones, también es de lenguaje: a veces, escribo avinguda , que es 'avenida' en catalán".

No es el único recurso inusual respecto de la narrativa anterior de Marín. "De pronto hay movimientos en la prosa en que yo me dirijo al lector", dice. "Me pareció divertido hacer entrar al autor en el relato. Por qué no, es un recurso que ya no se usa, pero que es válido y consideré pertinente. Traté en este pequeño libro de darme varias libertades", explica.

Asumir un punto de vista femenino es un ejercicio que ha hecho en textos anteriores. ¿Pero fue más complicado ponerse en el lugar de un personaje como la Nona? "Sí, no me resultó fácil", contesta. "El libro se lee fácil, dicen, pero su composición fue ardua, justamente para darle una fluidez a la lectura y que encajara bien una cosa con otra".

La Nona es un personaje muy independiente, sobre todo para su época, advierte el escritor. "Es suelta, viaja, hace paseos, enamora a un caballero, y eso es verdad, ese señor existió. Alejandro es su nombre real, fue el segundo marido de mi madre. Después ella quedó viuda y puso una boutique ". En la novela se llama El Sueño y su cosmopolita música ambiental alterna melodías de Cole Porter con mambos de Pérez Prado, tangos y pasodobles. Todo muy mitad de siglo, como las continuas referencias al cine presentes en la novela, registro de un tiempo en que Hollywood era un auténtico modelo de conducta.

"¿Qué sería del recuerdo sin el trabajo de los fotógrafos y del recuerdo mismo a través de los novelistas?", piensa la Nona el día de su primer matrimonio. "El fotógrafo archiva un instante y el escritor también puede ser un archivista de momentos", reflexiona Marín.

A la Nona le va bien en los negocios que emprende, para envidia de un hermano que acaba odiándola, y vergüenza de su hijo Miguel, resuelto a convertirse en escritor ("Miguel es mi primer nombre", comenta Germán Marín). Incluso triunfa en el difícil campo editorial, "envalentonada por el auge de las novelistas, pero sobre todo por estar de moda la literatura femenina". Después de ser rechazada en varios sellos, termina autoeditando un manual de urbanidad que se convierte en un éxito. En sus afanes literarios, suple la incoherencia que resulta de su "lucha sin solución entre el sujeto y el predicado" -dificultad que comparte con otras colegas-, gracias a una "buena dosis de lirismo" que la hace pasar inadvertida.

¿Habla desde su trabajo de editor? "Es un problema que existe hasta el día de hoy", replica Marín, levemente incómodo. "Basta leer con atención sobre todo novela feminista. No es que yo sea antifeminista, pero es verdad. Y se da en algunas escritoras muy aceptadas. El problema es que la gramática muchas veces está perfilando el contenido. Todo esto viene de mi experiencia como editor: me resultaba complejo cuando yo aceptaba una novela de autora, porque además las señoras son bastante porfiaditas".

"No me presentaré más al Premio Nacional"

¿Qué le parece el Premio Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas que se dio esta semana a Hebe Uhart? "Está bien dado", contesta de inmediato. "Ella es buena autora. Por lo menos un libro recuerdo haberle leído. Una literatura medio seca, interesante. Tiene personajes muy cotidianos, mucha literatura de barrio".

Cuando se entera de que su propio nombre fue propuesto en las primeras deliberaciones del jurado, Marín dice: "Lo divertido es que en todos estos premios, del Nacional para abajo, yo siempre llego cerca. Hace años que me viene ocurriendo, pero ahora tomé la determinación de no presentarme más al Premio Nacional".

Dedicado a escribir en la mañana y a ver películas antiguas por la tarde, Marín avanza en su próxima novela: "Póstumo y Sospecha", los nombres de sus protagonistas. A fin de año, Lecturas Ediciones, de Felipe Gana, rescatará su primera novela, Fuegos artificiales, publicada por Quimantú en 1973, aunque solo alcanzó a circular tres meses. Un general de aviación en retiro, de cuyo nombre no puede acordarse, le contó durante su exilio en Barcelona por qué la novela había sido censurada tras el golpe.

Pero esa ya es otra historia.



 

 

 

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