Trayecto hacia algunos días de Hernán Contreras, nos invita a pasear por su barrio, compartir la mirada aguzada y sensible. La crudeza de las calles bajo la luz de sus ojos. La luz como agua desbordando por el paisaje citadino, iluminando los personajes anónimos retratados en versos. La memoria como espacio de reflexión, de crítica. Este libro funciona con imágenes de la impermanencia:
Hay una gran sensibilidad ante la trizadura de un vidrio . . . . . . cuando ese es el particular don de las cosas: romperse.
Poetizar lo ayuda a relacionarse con lo vivido, los lugares, las personas. Mantener la ecuanimidad más allá de las emociones:
Volveré al barrio donde crecí
y así podré escribir sobre él.
Entonces no será recordarlo con la típica nostalgia, . . . . será revivirlo, será vivir el recuerdo en el presente. . . . . . . . . Solo así aceptaré las diferencias y el tiempo: . . . . . . . . . .
. . . .aceptaré que muchos se han ido.
El imaginario poético tiene esa capacidad de hacer las conexiones más extrañas y hermosas. Unir los contrarios generando belleza. Contreras logra llevar el lector a su ritmo, mostrarnos su (nuestra) vida, tal como lo hacen los fantasmas de Scrooge en el famoso cuento de navidad. Nos pasea por situaciones que vivimos a diario y en el apuro del día a día, nos negamos a experimentar en profundidad, tal vez por miedo al sufrimiento. El poeta no desea el lector dormido en fantasías, nos pone directamente en relación con lo humano, ojos bien abiertos, por eso creo que la luz es el símbolo que caracteriza este libro.
Es inevitable conectarlo con Poemas humanos de Vallejo. Obviamente, cada uno en su estilo, plantean los diversos temas de nuestra condición humana. Vallejo desde una emocionalidad extrema, Contreras desde la ecuanimidad. El ser humano que después de haber tocado el fondo del dolor, sigue en pie con una mirada distinta, reconociendo en la impermanencia su efímero paso por la vida.
Trayecto hacia algunos días contiene versos que abrazan lo áspero, quebrado, o abandonado, pero no aceptando lo terrible como cotidianidad a la que debemos acostumbrarnos indolentes, sino transformando, a través de una apertura consciente. Este libro evidencia las distintas realidades que, en la mayoría de los casos, chocan sin verse. Creo entender entonces la propuesta de Contreras, cambiar el choque por el encuentro y la ceguera por la videncia.
Santiago de Chile, 3 de septiembre de 2018.
Hernán Contreras R.
La costumbre es esperar
El día que en las calles no veamos rastros de comida,
en el que no sintamos el abandono crónico
como manchas de sol,
como carpas en las plazas.
Una burla
sería un cerro sin personalidad,
una paloma cansada de las migas.
Subir una escalera como si cada peldaño fuera a caerse:
paso del ciego o del que apaga la luz.
Es imposible si no vemos ni con los ojos abiertos,
si en el metro en horario punta sentimos privacidad,
privados de las manos con las que hacíamos las rondas
sonaba la radio tras la muralla:
"en veinte años se duplicará la población de adultos mayores".
Todos lo seremos con un poco de mala suerte,
y aquí, con un poco de costumbre,
extrapolaremos nuestro abandono
oruga antes de abrazarse,
polluelo antes del primer salto,
no lo sabes pero te lo han contado,
de todas formas no es igual
Y así el cantor, ya sin voz, pidió las monedas,
el vagón iba vacío y usó el mínimo espacio posible,
no había lluvias,
era julio,
fue todos los días a vender paraguas.
Se deforman los párpados como una hoja arrugada,
la cara está llena del gesto de abrir la puerta,
se escucha un radio al otro lado.
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Sobre "Trayecto hacia algunos días", de Hernán Contreras R.
(Filacteria Ediciones, 2018, 59 páginas)
Por Gladys Mendía