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Gonzalo Millán vuelve a rebelarse contra palabreros y grafómanos
U. de Concepción publica "El viajero sin vuelta", antología a cargo de Carlos Decap
Por Leonardo Sanhueza
Publicado en Las Últimas Noticias, 14 de diciembre de 2020
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Hace 14 años murió Gonzalo Millán, en octubre de 2006, a meses de cumplir seis décadas, pero su obra no ha parado de crecer, no sólo por la publicación de libros póstumos, sino sobre todo por su cada vez más reconocido lugar de punto clave de la poesía latinoamericana. Referencia absoluta para viejos y nuevos lectores, Millán es hoy un clásico y a la vez un radical renovador de formas, temas y puntos de vista, con un trayecto que parece concebido como una unidad granítica y que, sin embargo, en cada libro se muestra tan diverso que nunca deja de asombrar.
Esas mutaciones son las que deja ver una mirada retrospectiva de la obra de Millán. Tal es el propósito de la antología El viajero sin vuelta, preparada por Carlos Decap, que acaba de publicar Ediciones Universidad de Concepción. Que aparezca en esa editorial universitaria no es azaroso: como explica Decap en el prólogo, el libro pretende abrir una serie que reúna a los poetas que, como Millán, estuvieron ligados a aquella casa de estudios.
La antología viene a llenar un vacío con respecto a Gonzalo Millán. Varios de sus libros se consiguen con facilidad, pero no es tan sencillo hacerse una idea general o introductoria del conjunto de su obra. Su antología más reciente, Trece lunas, organizada por el autor en 1997, quedó corta poco después de ser publicada y, además, él mismo sentía que dejaba afuera ciertos aspectos esenciales de su poesía: por ejemplo, la línea que entre uno y otro libro establecen sus poemas sobre objetos domésticos.
La selección de Decap comienza con el libro Relación personal, de 1968, publicado por
Millán a los 21 años y luego coronado como uno de los mejores libros de debut en la historia de la poesía chilena. Ahí Millán comienza un ciclo en que lo personal —lo autobiográfico, íntimo, inconfesable— se entremezcla con una mirada concentrada en cosas aparentemente impersonales: refrigeradores, basurales, cepillos de dientes ajenos, ruedas de triciclos viejos, etcétera. En esa serie, que se extiende hasta 1984, Millán explora las posibilidades del poema breve, desde el erotismo juvenil hasta el trauma de la enfermedad y la muerte maternas, poniendo a hervir la fría mirada objetivista hasta mostrar el corazón del drama que implica
la exploración de la memoria.
Siguiendo el criterio del autor, luego de ese ciclo Decap retrocede a 1979 para poner algunos fragmentos del magistral poema largo La ciudad, que fue escrito en el exilio y en cuyas páginas la memoria colectiva, la resistencia antidictatorial y la crítica social o política se articulan mediante procedimientos estéticos de vanguardia posmoderna, como la reiteración, el desplazamiento y, para poner el ejemplo más característico, la inversión narrativa que Millán puso a vibrar en uno de sus fragmentos más famosos, aquel en que el golpe militar de 1973 ocurre en reversa, con ríos que revierten su corriente, muertos que resucitan, soldados que vuelven a sus cuarteles y torturas y balas que, en vez de entrar, salen de los cuerpos y se pierden en el silencio hasta que al fin los obreros desfilan cantando: "¡Venceremos!".
La antología llega así al momento en que Millán, luego de sus libros Seudónimos de la muerte y, sobre todo Virus, de 1987, llegó a un punto muerto. A Decap le confesó en una carta: "No logro superar todavía una crisis con respecto a la palabrería en su aspecto oral y con la compulsión de los grafómanos en el aspecto escrito". Afortunadamente, le quedaba para rato: pronto vinieron sus libros inspirados en la pintura, sus autorretratos y otras páginas que cerrarían precozmente un capítulo inolvidable de la literatura chilena.
Antología personal
El libro, de poco más de 200 páginas, se plantea desde el subtítulo como "Antología personal de Gonzalo Millán", aunque eso pueda prestarse para equívocos por el uso convencional de esa expresión (como en el caso de la "Antología personal" de Borges). Desde luego no fue Millán el que la concibió, sino que Decap organizó la selección con un criterio relativo a los afectos que implicaron sus años de relación personal y literaria con el autor. Así lo advierte en su prólogo, donde explica que el libro no es fruto de una mirada especialista, sino "un recorrido arbitrario" desde la perspectiva de una amistad de dos décadas.
Leer las primeras 40 págs:
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