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Gonzalo Millán: la escritura como reducto
La poesía no es personal, Gonzalo Millán, Alquimia Ediciones, 2012. 97 págs.
Por Mario Valdovinos
Revista de Libros de El Mercurio, 22 de septiembre de 2013
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"La vida ocurre para llegar al libro", según el decir de Mallarmé. Tal fue la premisa que cumplió en su obra poética Gonzalo Millán. Nacido en 1947, su legado, compuesto por once libros, se ofrece como una bitácora, una crónica sobre su pasión por el mundo y lo que éste le negó y le devolvió, proceso en el que Millán ocupó, antes que la divinización del yo, la mirada.
La poesía no es personal no es un libro que el poeta programara, sino el homenaje de Guido Arroyo, quien redactó el prólogo, seleccionó las veinte entrevistas concedidas y realizó el montaje de sus opiniones. Se trata de visiones y no sentencias que Gonzalo hizo públicas a partir de 1984 y hasta el año de su deceso, en el que, al conocer la sentencia final, hizo algo parecido en un libro redactado al borde del hacha, Veneno de escorpión azul, publicado en 2007.
En el presente volumen se acerca más a la reflexión que a la cátedra; a formular propuestas antes que fallos; evita juzgar, prefiere la meditación y soslaya pontificar. No elude la polémica ni el saetazo, registra una fusión de temas: el exilio, pues él emigró a Canadá; la génesis del poema y su relación con la imagen, puesto que fue además artista plástico; la forma, las publicaciones, el ser chileno, los barrios a los que perteneció, La Chimba y Ñuñoa, la fama y el éxito vacuos; el suicidio de su madre, la pareja como naufragio, la coartada existencial y la máscara; la difusa recepción a la poesía por parte de un país con tradición lírica, aunque incapaz de difundirla.
El itinerario de Millán comenzó a los veintiún años con Relación personal, de 1968, y fue durante extensas etapas de su vida y su creación un "diasporado", antes un colérico, un joven airado e insumiso que enarbolaba sus poemas como arma contra un mundo inerte. Su palabra elude la retórica, descalifica la metáfora e indaga en los márgenes de la experiencia del ser; se pregunta sobre la eficacia de escribir tras Auschwitz y tras toda derrota; la respuesta fueron sus libros demorados; la escritura es su reducto, su escudo.
"La poesía no es personal" es una frase de Wallace Stevens que le sirvió de epígrafe a su primer libro, en el que dijo: "Estará solo la manta de la oscuridad, ahogándome", y en el cierre de su ciclo, el póstumo Veneno de escorpión azul, señaló: "En mis desvelos ¿qué anoto?, desvaríos, retazos de pensares que se extinguen apenas nacidos". Eran las 13 horas del viernes 11 de agosto de 2006. Creía hablar solo como si no hubiera entrevistador al frente. Se equivocaba.