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Gabriela Mistral: Antología esencial.
Selección y edición de Grínor Rojo. Madrid: Biblioteca Nueva, 246 pp.
Por Lorena Garrido Donoso
Atenea (Concepción) N° 507. 2013
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La antología de la que aquí nos ocupamos no es "otra" antología de Gabriela Mistral, y no lo es por varias razones: primero, que va acompañada de un prólogo con una detallada problematización del tema de la obra de Mistral y sus etapas; segundo, porque incluye poemas de los libros Lagar II y Almácigo, que al ser publicados póstumamente no suelen ser incluidos; y tercero, la realiza Grínor Rojo, un estudioso de Mistral hace ya muchos años, el cual no deja su selección al azar.
En el prólogo, Rojo se propone abordar el tema de la integridad del sujeto Mistral, tal como se muestra especialmente en su poesía. De acuerdo a Rojo, este tema es central ya que, entre otras cosas, permite dividir el trabajo crítico sobre Mistral en dos: una crítica vieja basada en un "mito biográfico-hermenéutico", y una nueva crítica iniciada en los años 80 que basa su análisis en las "agramaticalidades del mito mistraliano". Así, mientras la crítica vieja sostiene verdades a medias, la nueva propone a Mistral como un "sujeto desobediente". Grínor Rojo, actualizando el debate del que ya se había ocupado en su libro de 1997 sobre Mistral, Dirán que está en la gloria…, y por lo tanto, desde un enfoque que se basa en el psicoanálisis de acuerdo a las ideas de Jaques Lacan y Jacqueline Rose, afirma que Mistral no es rebelde, pero tampoco es una conformista a secas. Es ambas; de ahí "la potencia extraordinaria de su discurso" (13).
Teniendo esta afirmación por premisa, comienza a desarrollar este tema a lo largo de la obra de Mistral, aceptando la periodización que sobre su obra propuso Jaime Concha en 1987. De esta forma, la primera época en la obra de Mistral iría desde 1904 hasta la muerte de su madre en 1929. Es una época que Rojo reconoce como la de una mujer "joven e impetuosa", la cual ideológicamente profesa un radicalismo anticlerical y un catolicismo que convive con la teosofía y el esoterismo. Estéticamente, tal como muchas poetas de su tiempo, combina un romanticismo tardío con el modernismo, el realismo social y la discursividad bíblica. Dentro de este contexto, Rojo destaca la importancia de "Los sonetos de la muerte" y concuerda con una idea de Jorge Guzmán, quien afirma que la muerte del amado en este poema deja atrás a la vieja crítica y su lectura del poema como un texto clásico. Grínor Rojo está de acuerdo con la idea de Guzmán de que la hablante de este poema no ha realizado su amor porque no ha querido, pero, a diferencia de éste, piensa que la razón no son los celos sino un rechazo a la orden del padre, ya que es de lo único que "puede echar mano para despejar su territorio y posesionarse de un sujeto sexual poético activo, que no es el que el principio de la realidad aconseja" (20).
La segunda etapa comienza con la muerte de su madre, momento en que vive una crisis religiosa. no es casual, de acuerdo a Rojo, que haya puesto los poemas "Muerte de mi madre" al inicio de Tala, ya que este libro marca un límite, un cambio de etapa. Además de sus convicciones juveniles, que mantiene, Rojo reconoce además la incorporación de un americanismo, propio de los autores latinoamericanos hasta los años 60. De acuerdo a nuestro autor, Mistral está consciente de que ésta es una época de proposiciones y así pasa de un "panamericanismo blando" de los años 20 a su "latinoamericanismo fervoroso" de los años 30 y 40, que la acercará a un populismo que ella encauzará a través de un progresismo cristiano, su acercamiento a la Democracia Cristiana y a la teología de la liberación. En cuanto a la cuestión femenina, Rojo reconoce una mayor autonomía por parte de Mistral sin llegar a ser feminista en el sentido que hoy conocemos del término. Importante es también la advertencia que grínor Rojo da respecto de la posición de Mistral en varios de estos temas: hay que considerar que "contaminaciones" en sus posturas, es decir, cruces y contradicciones, que deben ser consideradas si queremos analizar su obra. Así, nuestro autor se detiene en el cruce entre nacionalismo y naturaleza. Rojo concluye que el americanismo en esta etapa de Mistral tiende a ser consciente y, para expresarse, ella adopta una retórica de índole mimética. Ello con la gran excepción que representa el póstumo Poema de Chile, en el cual existe una corriente inconsciente que contradice la mimética.
La tercera etapa está marcada por la muerte de Yin Yin, el hijo de Mistral. Es una etapa de gran inestabilidad psíquica que se refleja en su escritura. Grínor Rojo destaca la importancia de la niebla en esta etapa y lo ejemplifica con su análisis del poema "Electra en la niebla", donde aparece la hija renegada, sin patria y muchos de los motivos de la última poesía mistraliana: "la confusión, el exilio, el azar y las asperezas de la ruta, la revisión contrita del papel de la madre y en términos generales, del de la femineidad" (36). Otro grupo de poemas de esta época, de acuerdo a Rojo, habla del hijo perdido, que él considera con la desaparición de lo masculino "y su recuperación posterior, poética y no poética, por medio de unos conjuros fantásticos durante los cuales ella puede encender y apagar a su amaño la díscola luz del amado" (37).
Para terminar su análisis, Grínor Rojo concluye que el modelo que él propone, esto es, el texto de la histérica, arroja como resultado una "textualidad equívoca y contradictoria". Por lo tanto, advierte, no hay que buscar una sola Mistral, lo que no quiere decir "que los poemas mistralianos sean masas informes de palabras" (39). Por último, Rojo nos recuerda que la lectura e interpretación de los poemas se relacionan con el problema del "cierre" textual, que es siempre provisorio y que era aún mayor en la época que escribió Mistral en que no había una solución visible ni simple a su "desgarro", algo que parece estar comenzando a ocurrir según nuestro autor.
En cuanto a la selección hecha por Rojo para esta antología, incluye en ella poemas de Desolación, Tala, Lagar, Lagar II, Poema de Chile y Almácigo. En cuanto a la prosa incluye artículos que aparecieron en las ediciones Recados contando a Chile de Alfonso Escudero (1954), Recados para América. Textos de Gabriela Mistral de Mario Céspedes (1978) y Gabriela anda por el mundo de Roque Esteban Scarpa (1978). Los poemas incluidos en su mayoría corresponden a los analizados por el propio Grínor Rojo tanto en Dirán que está en la Gloria como en el prólogo a esta edición. Así encontramos "Los sonetos de la muerte", "Ruth", "La fuga", "La flor del aire", "Cuatro tiempos del huemul", "La extranjera", casi todas las "Locas mujeres" y las mujeres griegas, por nombrar sólo unos pocos. De las prosas selecciona aquellas que se refieren a temas de gran importancia para Mistral, como América, Chile, su oposición a la guerra, entre otros.
En conclusión, Gabriela Mistral. Antología esencial, realizada por Grínor Rojo, constituye un real aporte en el acercamiento a la compleja obra de Mistral, ya se trate de un lector que recién comienza a leerla o de un lector más familiarizado con la obra mistraliana.