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Elogios y dardos:
llegan recados de Mistral

RECADOS COMPLETOS, Gabriela Mistral. La Pollera Ediciones, 720 páginas

Por Roberto Careaga C.
Publicado en Artes y Letras de El Mercurio, 30 de julio 2023


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Al dejar Chile en la década de 1930, la poeta ideó un género personal que llamó recados: cartas abiertas, crónicas y mensajes, le sirvieron para abordar todo el espectro de temas, desde la literatura a la educación, pasando por el paisaje chileno y las tareas del feminismo. Ahora se publica Recados completos, la más extensa recopilación de esas notas. Trae inéditos.


Corre la década de 1930 y Gabriela Mistral empieza a viajar entre América y Europa en su labor de cónsul. Cada vez que se queda en un hotel se las ingenia para enterarse de si las mujeres reciben el mismo sueldo que los hombres en su trabajo en la servidumbre: siempre ellos ganan más. Una noche sin fecha, entre montañas y cerros, se queda horas observando a un grupo de trabajadores limpiando las vías férreas después de nevadas y rodados de piedras: las mujeres lo hacen tan bien como los hombres y les pagan menos. Enfermeras, secretarias, profesoras, ninguna llega a la remuneración de los hombres, detecta Mistral y sabe que ese es el gran problema: la reforma que el feminismo debe clamar como la primera es la igualdad de los salarios, desde la urbe hasta el último escondrijo cordillerano", pide la poeta.

La petición está en "Recado sobre el trabajo de la mujer", un texto no fechado, pero que sigue el tono de otros sobre el mismo tema que la poeta escribió a mediados de la década de 1940. Y aunque lo hubiese escrito antes o después, el mensaje aún suena vigente: la demanda por una paridad de sueldos entre hombres y mujeres sigue latiendo en la discusión feminista contemporánea. "Ya no es cuestión de que nos hablen de un 'mejoramiento en los salarios femeninos', sino lisa y llanamente, de pedir nivelación de los jornales para los dos sexos. A igual horario y a igual género de labor, paga común. ¿Quién puede tartamudear siquiera una razón contraria a este derecho recto y claro como la espada?", insistía Mistral al borde del enojo.

Cima de la poesía chilena, Mistral dejó una amplia obra en prosa que con los años ha crecido en relevancia. Su visión americanista, su mirada a la educación, a la mujer, a la cultura e incluso a la política, aunque ancladas en la primera mitad del siglo XX, siguen hablándole al presente. "Vigilar la lengua, sofrenar calentura, no envenenar más la llaga, que ya estar llagado es bastante desventura", anda en 1934 al albor de una crisis política en Latinoamérica que se disolvió en el tiempo, y ahora la frase reaparece en el libro Recados completos, que acaba de publicar editorial la Pollera. Es un volumen de 700 páginas que por primera vez reúne esos textos a los que Mistral llamaba "recados": son 114 notas, 35 de ellas inéditas, escritas entre fines de las décadas de los 20 y fines de la de los 40.


Carta para muchos

"¿Son artículos, crónicas, ensayos descriptivos o simplemente poemas en prosa? Una definición excluyente sería aventurada", se preguntaba el escritor Enrique Bunster en 1965, intentando llegar al fondo de los "recados" que ideó Mistral. Aún es dificil precisar los límites del género que cultivó la poeta, pero Recados completos permite una visión panorámica y el editor del volumen, Diego del Pozo, propone una explicación: "Es un género inventado por Mistral, y auténtico de ella. Los hay en tono periodístico, algunos más cercanos al ensayo, hay otros que son cartas, algunas de estas públicas otras privadas; hay 'recados' que son prosa poética y también hay 'recados' que son poemas", dice el investigador. "Más que desde lo formal, habría que ir a los contenidos. Y ahí la opción fue de Mistral, ella decidió titular algunos de sus textos como 'Recados' y otros no. A mi parecer esto se debe a un acercamiento emotivo de su parte tanto al tema tratado en cada 'Recado' como también al destinatario", agrega.

Parte de una nueva camada de mistralianos, Del Pozo ha editado tres libros echando mano del legado de la poeta que guarda la Biblioteca Nacional: los textos políticos de Por la futura humanidad, los místicos y religiosos de Toda culpa es un misterio, y una versión aumentada de Poema de Chile. De cierta forma, esos títulos tienen un eco en Recados completos, pues los recados cruzan transversalmente su biografía y temas de interés. El volumen está dividido en ocho capítulos: los quincenales —que provienen de la columna que mantuvo en "El Mercurio" en 1934—; sobre naturaleza; dedicados a temas americanos; otros sobre educación; los dedicados al arte y la literatura; a la política, a Europa y la religión.

"Carta para muchos", así definía Mistral los recados en su primera columna en "El Mercurio". Ahí se avizora un tono que reaparece en prácticamente todas las páginas de Recados completos: instalada en España, cuenta noticias culturales de Madrid, alaba a Miguel de Unamuno, realza la labor de la revista Cruz y Raya. De paso pide una revista similar para Latinoamérica: "Una publicación de esta estirpe, cuánto desbrozaría y escardaría en nuestra confusión y en nuestras impurezas". A lo largo de casi todos sus recados, desde algún país lejano a Chile, a su valle del Elqui natal, plantea alguna necesidad para su continente, que considera en falta casi estructural: "Sobre el suelo americano yace el cenizal de melancolía no solamente el indio, sino el mestizo común y el mismo blanco tropicalizado y atrapado por esta especie de mal de tierra".

Dotados de una textura literaria personal, a veces parecidos a los poemas en prosa, los recados de Mistral parecen ser siempre el resultado de una mirada íntima de obras de arte, realidades sociales o culturales y eventos políticos. Su objetivo es relevar a autores y hechos, pero a la vez criticar otros. Cuando reseña una feria del libro en Madrid, resalta la presencia de editoriales latinoamericanas, pero sentencia su presencia como insuficiente y mal organizada. En un elogio a la novela A sucesora, de la brasileña Carolina Nabuco, aprovecha de tirar un dardo: "Tengo a la mujer como más saturada de sabiduría que el hombre común. Pero me asombra cada vez que leo libros de mujeres, el que no pongan y menos luzcan en su escritura todo lo que saben. Tal vez desdeñen su tesoro, o lo tengan válido solo para la vida, y se equivocan en el desdén de esta misma", dice.


Democracia y limpieza

En 1935 narra pequeños escándalos literarios en Europa y menciona que el secretario de la Academia de la Lengua de España "prefirió" al escritor Pedro Muñoz Seca por sobre Ramón Valle Inclán. Y lo que viene es una feroz crítica a los académicos, aunque expuesta con elegancia. Los caracteriza así: "Es un señor de aire sacerdotal que opera con la mayor solemnidad en la víscera misteriosa del idioma, sudando sesos para explicar los giros vivos del período que los dueños de la expresión, pueblo y escritor, dejaron caer jugando, pero que él no puede conseguir con su horrible escritura talmúdica", dice y añade. "El patrón del estudiantado es el curioso señor que buscó hasta poseerlo el genio del fastidio que se exhala sobre el montón de criaturas vivas que le rodean y a las que sirve con la misma mano el dato junto al tedio y la vida envuelta en borra mortecina".

En una nota que titula "Infección en el aire", fechada en 1935, Mistral utiliza la radio como una plataforma para criticar las posibilidades de la democracia como modo de difundir la cultura en la sociedad. "La cultura, por sí misma, rechaza cualquier intento democratizador en su Gobierno, en su dirección. Una cultura no puede estar dirigida sino por un sentido aristocrático, es decir jerárquico, pero naturalmente enderezado hacia el provecho superior de la masa", sostiene la poeta. Y remata: "Por ahora, digamos solamente, lo que hace la democracia con la radio. Como a la literatura, como a la pintura, como a la música, la administra en unos horrendos programas y la eleva hacia el reino pleno de cursilería o de la cabal ordinariez: oratoria boba, recitación de villorrio, música entreverada en materia prócer y de temas de bar, y una publicidad tan insolente como empalagosa".

Aunque continuamente se queja de no tener tiempo para leer todo lo que quisiera, Mistral en sus recados continuamente valora libros y autores. Desde Unamuno a Baldomero Lillo, pasando por Amado Nervo, Victoria Ocampo, Pedro Prado, Máximo Gorki, Vicente Huidobro, Juvencio Valle y Luis Enrique Délano. A Pablo Neruda le dedica dos recados llenos de aplausos, pero por supuesto también ocupa al poeta para lanzar sus críticas. "Es preciso recordar el empalagoso almacén lingüístico de 'bulbuless', 'cendales' y 'rosas' en que nos dejó atollados el modernismo segundón, para entender esta ráfaga marina asalmuerada con que Pablo Neruda limpia la atmósfera propia y quiere despejar la general", escribe Mistral.


Honra frutera

En sus recados, Mistral casi no deja tema sin abordar. Puede escribir cuatro páginas sobre la chinchilla que en su niñez vio por montones en el valle del Elqui o relatar cómo se enteró del suicidio del escritor Stefan Zweig, su amigo cuando vivía en Petrópolis. Le envía una carta abierta a Eduardo Frei Montalva elogiando su libro "La política y el espíritu" (1940) y valora la papa, el romero y el copihue chileno. En una nota sobre la política española Victoria Kent, Mistral se posiciona sobre el sufragio femenino, que en Chile empezó en 1936 para elecciones municipales y demoraría una década más para abarcar todo tipo de votaciones. "No se trata solo de que las mujeres votemos, sino que no lleguemos hasta este tremendo campo del sufragio universal al duplicar el horror del voto masculino analfabeto", sostiene la escritora.

"Mistral era de un humanismo expansivo, cada vez era más empática y más dueña de las relaciones humanas que establecía", dice Diego del Pozo sobre el enorme rango de temas que tocó la poeta en sus recados. "A medida que más viajó, más leyó y más conoció, más cerca estuvo también de los pueblos, sus historias y sus presentes. Era inevitable que ante una capacidad de asombro y de análisis tremenda como la que ella tenía, no la dejara indiferente prácticamente nada de lo que la rodeaba", agrega y realza un texto, "Recado sobre la fruta chilena", en que la poeta responde una carta a la escritora argentina María Rosa Oliver superando por lejos el ámbito preciso de la fruta local.

La nota de Mistral sobre la fruta chilena es de 1949 y es una de las más luminosas de todo Recados completos. Es una alabanza al trabajo de los agricultores que cultivan en nuestro suelo. "Digo sin vacilar que nuestra honra frutera me convence más que otras, que nos envalentonan: las guerras ganadas, el salitre, el cobre", escribe la poeta. "Porque los salitres los hizo Dios, y tal vez desde el tercer día, y esto de las especies selectas y el cultivo acendrado es cosa que sale de algo que me enamora: la exigencia, el esfuerzo de las plazas, el mantenimiento de las especies nobles, la paciencia activa, el soportar soles y lluvias, el ir y venir por entre las filas de naranjal y las vides. Son virtudes, no teologales, pero casi... corresponden a lo único que se allega a lo sacro: el oficio perfecto, el pundonor va llegando hacia la faena, una mística botánica que será pagana, pero que no echa mal olor del pecado".


 

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