El Encuestador
Guillermo Martínez Wilson
Por favor cierre suave, cada portazo me deja las vitrinas temblando; pase joven y dígame que se le ofrece, porque estamos a punto de cerrar.
-No nada, no vengo a comprar nada, por favor solo estoy realizando una encuesta en el barrio.
-Entonces joven señor, no tengo tiempo para esa lisuras de encuestas, no compro nada, consumo muy poco y con este negocio de etiquetas y calcomanías no estoy para ser encuestado de cómo andan las industrias Pyme y otras yerbas; además es hora de irse a almorzar, quizás en la ferretería del lado con mi vecino y colega usted tenga mejor oportunidad, comprende?
Disculpe señor, es mi trabajo y entré a saludarlo y solicitarle su opinión. Puse cara de humildad, la mejor actitud de no despertar rechazo, era la regla que el instructor nos había recalcado desde que me inscribí para hacer sondeos del candidato a la primera magistratura; yo había sido seleccionado para hacer la encuesta y saber qué opinaban en los barrios de la periferia, para hacerla solo en negocios pequeños, y solo se me indicó que evitara los restaurantes muy concurridos y si encuestaba en ese tipo de locales que lo hiciera en lo posible en las primeras hora de la mañana cuando los dueños de bares o encargados iniciaban su faena.
Sobre el mostrador un gato con su descolorido pelaje me miraba solo a mí; en los otros negocios que ya había encuestado que eran como este también pequeños, pero limpios, en todos encontré clientes. En este al parecer no entraba nadie, era un local demasiado oscuro y lleno de polvo que se activó con el movimiento de mi entrada y el movimiento del señor que se había levantado de su poltrona, que apenas se distinguía en un rincón del mostrador, todo el local se iluminaba por la luz de una bombilla de una lámpara reclinable al lado del sillón, que estaba llena puntitos de cagadas de moscas. Junto al sillón una mesita llena de libros y un plato lleno de colillas de cigarrillos, el aire era aun peor que el de la calle, donde el smog de los vehículos y las chimeneas clandestinas de las fábricas del barrio.
Este sector de la ciudad en que empecé a trabajar en mis encuestas era bastante decadente mucha basura en las calles y autos destartalados y abandonados. Sobre el mostrador el gato, que por su actitud daba la impresión que se me saltaría encima como si esperara una orden del señor que también me miraba sin hacer ningún gesto. Para aliviar el clima tenso le expliqué que era mi primer trabajo y la candidatura del presidenciable me pagaba por las encuestas. Dejé mi carpeta con formularios sobre el mesón-vitrina, a pesar de la penumbra se podía observar cajas llenas de recortes seguramente calcomanías, el señor me dijo;
-Joven comprendo que usted se gana la vida en esto, encuestando futuros electores pero yo no tengo interés alguno en estas elecciones. Así que debo despedirme porque…, en ése momento una señora gorda salió por una puerta lateral y nos quedó mirando, pero se dirigió a él, el gato aprovechó de saltar al piso y se fue por el pasillo al interior de la vivienda -El almuerzo está listo, cierra el local por que ya voy a servir la mesa.- se dió media vuelta y cerró la puerta.
-Ve joven que mi tiempo es limitado pero déjeme preguntarle cuánto le pagan por este trabajo de temporada, porque dura lo que dura la elección.
-Si es un trabajo solo de un mes y me pagan por encuesta doscientos pesos por cada una.
-Doscientos pesos, ¡válgame la virgen¡ pero eso es muy poco.¿cuántas personas tiene que entrevistar para que sea un sueldo decente? Este país no está nada de bien…
-Lo ideal sería que lograra entrevistar a treinta en el día, y además de la cantidad por cada entrevista, nos dan el dinero de locomoción y algo para una bebida y un sandwich.
-Deben ser muchos en este trabajo, hace días atrás paso otro encuestador haciendo lo mismo que usted e igual que hoy decliné su ofrecimiento, los candidatos son todos la misma cosa, después del voto, -si te he visto no me acuerdo!- ese parece un lema universal. Al señor le faltaban varios dientes y los que tenía estaban manchados; el local adquirió más luminosidad de repente al parecer el sol de la calle quizás por el efecto de movimiento de nubes iluminó mejor la vitrina del exterior y nuevos rayos de luz se filtraban a través de las figuras que se exhibían, colgadas como ropa tendida, casi cubriendo los vidrios.
-Seguramente señor el que vino era de las otras candidaturas pero yo creo que este candidato es serio y cumple lo que promete en la campaña además va punteando en todas las encuestas, lo habrá leído en la prensa y visto en la televisión, la encuesta Sppe lo dá ganador en todos los terrenos, porque promete cambiarlo todo, se acabó la murga de los concertados para ellos mismos.
-Joven ¿Qué edad tiene usted? Para empezar me intriga como usted piensa y la opinión que tiene no lo hace un politólogo pero algo palpa, de oídas o de otro origen es su opinión sobre estas cosas ¿Y, dígame en su casa son de izquierdas o de derechas? O de centro?
-Pero ha leído las encuestas…..?
-No leo periódicos ni tengo tele, pero tú no contestas mi pregunta. sí en tu casa son de ...
-Son de izquierda, mi papá es de la vieja guardia, pero el candidato de él no tiene ni para afiches. Pero yo soy independiente y en realidad, solo para usted, la política me interesa bien poco, mejor dicho, nada, este trabajo es por un mes, pero el candidato que yo
represento va a cambiar las malas prácticas de la política; mis amigos del barrio dicen que los políticos son todos unos ladrones, pero este candidato está forrado en plata para que va robar si le sobra, eso es una buena garantía ¿ no cree usted?
-No, no creo, sus amigos del barrio piensan eso de los políticos. Los señores políticos
decía un caballero que me estoy acordando, y lo decía sonriendo con cara de pillo, en ese tiempo tenía buena la tele desde que se echó a perder se acabó el mundo exterior para mí, usted es muy joven y es casi inocente en estas cosas, dice que el candidato tiene mucha plata y es garantía de honradez verdad ¿eso piensa usted?
-No contesté nada, el señor me miraba esperando una respuesta que no tenía preparada, en oportunidades anteriores había sorteado todo bien, incluso tenía la convicción que a los dueños de locales les agradaba ser entrevistados se sentían dando importantes opiniones, no eludían ninguna pregunta del formulario que les solicitaba, pero este señor era al más difícil que encontraba, dirigí mi mirada a un letrero viejo de las estanterías “Estampillas fiscales” El señor me llamo al orden ,-déme un formulario necesito leerlo, saber de que trata su encuesta- me apresuré a abrir la carpeta y entregárselo.
-Si quiere vuelva después de las cinco, a la hora que vuelvo atender el negocio, porque ya vió que mi mujer esta esperando para nuestro almuerzo.
Un poco abrumado por todo lo que me sucedía, solo atiné a decirle, que no. Yo señor debo seguir encuestando y volver me hace perder la tarde, si quiere me da sus datos y firma y yo la contesto, no son muy difícil de contestar son preguntas muy simples, son para saber como los propietarios de negocios quieren salir de esto de vivir enrejados después de ciertas horas, sobre eso trata la encuesta de verdad de política bien poco.
-Joven eso sí qué no, por ningún motivo voy a dejar que usted, un joven, recién salido del cascarón responda la encuesta por mi. Sorpresivamente salió la señora de nuevo y lo llamó -Liborio puedes cerrar y venir a almorzar, ya esta bueno de conversa. Termínala. Dio media vuelta y se retiró al parecer muy molesta. El señor tomo un gran despertador entre las cajas y mirándolo, me dijo -bien vuelva a las dos y media vaya a otras entrevistas y gane sus doscientos pesos yo estaré aquí a las dos y media en punto y conste que me salto mi siesta.
Tome mi carpeta y emprendí mi salida mientras el venia tras mío a cerrar su local.
Definitivamente no era un buen día, era el sexto negocio que trataba de encuestar y en verdad todos los dueños se habían negado a responder, incluso algunos se habían molestado y ahora este señor en un negocio decadente me hacia esperar, pero quizás sería la única entrevista que lograría, me senté en la cuneta a esperar que volviera abrir, un perro lanudo lleno de mugre pegada en el pelaje se acerco a mi en actitud cariñosa, pero su aspecto desastrado y vagabundo no me simpatizaba para nada, traté de que se fuera , en mi mochila tenia restos de pan y se los di pero se negó a irse de mi lado y se echó cuan largo era a dormir junto a mi, como estábamos pretejidos por la gran sombra de una acacia saqué un formulario y volví a leerlo por enésima vez, en realidad las preguntas me parecían ingenuas y solo atingente a las dificultades del pequeño comercio y las soluciones que el candidato proponía, me puse a pensar que este trabajo era mas inseguro en el sueldo pero al menos no corría riesgos en cambio en la sección de afiches y propaganda callejera los riesgos eran seguros, en las tardes al finalizar el día y de vuelta en el comando los brigadista que pegaban afiches llegaban incluso golpeados y zamarreados en las peleas callejeras con los otras candidaturas, en verdad me podía sentir aliviado, lo mío las encuestas no me colocaban en riesgo alguno, solo la mala leche de algunos propietarios, que me confundían con algún funcionario de las reparticiones publicas, un señor de una carnicería incluso me mostró una escopeta porque creía que yo era del servicio de salud del ambiente:!Aquí no entra nadie, fuera! Fue lo que me gritó más una sarta de garabatos, ¡Un pié en mi local y es hombre muerto! Inspectores, vagos de mierda, y otras palabrotas que me hacen reír del trabajo que me busqué, mí padre tiene razón quizás al decir que trabajar para las candidaturas derechistas siempre se termina mal, pero son las únicas que pagan los otros puro trabajo voluntario y promesas de pegas en el futuro.
Me recosté contra el tronco, afirmé mi mochila con los formularios y quedé dentro del bandejón de tierra el perro sintió mis movimientos abrió un ojo y siguió echado en la misma posición, sí pasa un auto allegado a la orilla que se atenga a las consecuencias pensé, yo estaba arriba protegido por la acera.
Voces que me llegaban de ultratumba, mi cuello adolorido como si cargara un pesado fardo algo me aprisionaba silbidos y música alemana , olía un humo fuerte me sentía como un prisionero que iban a sacrificar en un cuarto cerrado con ese gas horrible y tóxico que respiraba estaba a pasos del fin y yo apretaba mi mochila llena de formularios, seguía escuchando que alguien me llamaba pero no por mi nombres sino que pequeños silbidos. Pissss.. he joven despierte. yo sorpresivamente sentía una garra que me alzaba por un hombro, y desperté y vi donde estaba, un auto estaba con el motor encendido a unos metros, el perro en igual posición el gas toxico del vehiculo no lo inmutaba, al frente en la otra acera unos muchachos, .uno de ellos en bicicleta estaban observándome quizás haciéndole los puntos a mi mochila me levanté adolorido y sobresaltado, la garra era del señor del local y que me zamarreaba .
-Joven se durmió aquí en la calle miré alrededor el perro ahora estaba junto a nosotros también como sorprendido de tan ridícula escena; me arreglé mis desordenadas ropas de prisa y miré al señor que agitaba frente a mi como un abanico los formulario, observé sus sucias uñas y dedos amarillos por el tabaco.
-Aquí esta su encuesta Jovencito. La puso a la altura de mis ojos para que la cogiera, pero yo estaba aun sin despertarme del todo solo atiné a contestarle; ¿Esta lista, gracias?
-No, no esta lista y mas me niego a contestar preguntas que nos espían a los pequeños negocios, joven iluso su encuesta no tiene nada que hacer con ninguna política, ¿comprende usted joven? Usted esta haciendo un estudio de la opinión de los comercios del barrio. Mire esto y abrió el formulario y empezó a buscar se salto algunas paginas. -Aquí, aquí ésta, escuche: ¿Cuantos clientes entran y compran en su local al día, y pone unos cuadritos, muy monos con cifras , 20-40-50- para que uno raye y en otro apartado ¿cuanto es el consumo promedio? Ve, jovencito esto no huele nada bien y esto último, ya saca de quicio, se pasa a castaño oscuro : ¿Contrataría personal gay en su negocio?
-Tome su mugre de papeles y mi mujer que Dios la guarde me ha dado ella, escuche bien, sus doscientos pesos y conste joven no fue su candidato. Que seguro quiere poner un” Mall” en nuestro barrio.