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“Escribir poesía es ser consciente de una pérdida”

Ana María Falconí, poeta

Por Gabriel Ruiz Ortega

Ana María Falconí es una destacada poeta peruana, autora de los saludados poemarios Sótanos pájaros y Desvelo blanco. Sobre su obra conversamos en esta entrevista.

- Con Desvelo blanco, tu segundo poemario, apuestas por el sentimiento de la pérdida como tópico, el cual, en menor grado, también se leía en tu primera entrega Sótanos pájaros.
- En este segundo libro la pérdida no es tan íntima, oculta en un sótano. Aún cuando la pérdida o la ausencia esté más íntimamente ligada a la voz poética, no la hacía menos intensa que en este segundo libro, donde intento contar una historia. En Desvelo la ausencia se hace más evidente en los distintos espacios donde se desarrollan los poemas. También en este libro abordo el desarrollo de la pérdida, el dolor que esta produce, que puede ser tanto físico como espiritual. Escribir poesía es ser consciente de una pérdida, por eso publicar un libro es como parir, y todo parto es doloroso. La creación implica una pérdida. El cuerpo de la mujer simboliza ese círculo vital de muerte y vida, de regeneración, así como la naturaleza que destruye y vuelve a dar vida.

- En casi todos los poemas del libro hay pues una intención de querer encontrar el punto medio en el aliento lírico, algo así como el arribo a un “no lugar”. Una suerte de armonía, digamos entre los terrenal y celestial.
- En este poemario estas dos polaridades se encuentran presentes. Me refiero a lo espiritual y a lo físico. El último poema del libro, “Donde no muere el olor del mar”, cuenta una pequeña historia que me sucedió realmente. Una tarde me encontraba sola en la playa viendo cómo un pelícano flotaba en el mar, desprovisto de todo propósito, de todo plan, solo contando con toda su humanidad de animal. Y entonces yo decidí acompañarlo y sumarme a ese silencio, a ese lenguaje sin palabras, y entré al mar y me bañé a escasos metros de él. Cuando salí, él me siguió. Me senté a unos metros de la orilla. Empecé a peinar mis cabellos y a solo unos pasos míos él empezó a retirar con su pico el agua acumulada en sus plumas. Ambos mirábamos el mar. Ese momento fue uno de esos momentos en el que se hace presente un equilibrio, una reconciliación con la vida. Ahí, pienso yo, está ese “no lugar” al que te refieres. La unión de lo metafísico con lo material. Una armonía casi perdida.

- Aparte de poeta, también eres traductora. Y en tu poesía, no pocos poemas son ajenos a la influencia de tradiciones no suscritas en castellano, las que has leído en su base lingüística original.
- De niña revoloteaba por la biblioteca de mis padres y siempre tomaba los mismos libros de la estantería. Era una colección de poesía de Amado Nervo y Rubén Darío, que releía constantemente, y aunque no llegaba a entender todo, sentía una fascinación por aquellas palabras. Pero habiendo estudiado en un colegio americano, la mayor parte de mi niñez y adolescencia, me la pasé leyendo en el idioma inglés. Me parece haber leído a Poe, Tennyson, Browning, Dickinson, y al resto, desde siempre. He traducido a poetas americanos como Anne Sexton y Sylvia Plath. También a los Beatniks. Todo esto definitivamente ha tenido alguna influencia sobre mi poética y aprendí a mirarla con ojos críticos. Traducir a Sexton, por ejemplo, era de alguna forma entrar en ella, en su ritmo y respiración. Algo que se puede volver catártico, y de esa catarsis de entrar en la mente y espíritu de una poeta, se produce una especie de ejercicio. Entonces, tomo más conciencia cuando escribo, de que también estoy entrando en otro cuerpo, que es el mío, mi ritmo y mi respiración.

- Algo que también es patente, en especial en tu primer poemario, es el apego por los espacios cerrados. El tópico de la “casa” es muy recurrente.
- La casa como recinto de la memoria. Mucha poesía se escribe a partir de la memoria, la memoria es como el lenguaje del poeta, es uno, personal, a la vez universal. En el segundo libro no solo está la casa, como la memoria sino como un lugar con una estructura física. Por ejemplo, Anne Sexton tiene un poema que se llama “45 Mercy Street” que es el nombre y número de la calle de la casa de su infancia, y a la que accede una y otra vez buscándola en su memoria como una necesidad imperiosa.

- ¿Algo así querías hacer en tu segundo libro?
- Pero en Desvelo se abre la puerta de esa casa y se sale al mar, a un río, a un puente, a un túnel, lugares sin paredes pero, inevitablemente también, a lugares encerrados como un ático y hasta al sótano de Sótanos pájaros. Quería practicar una especie de ritual de purificación, ver cada poema como una escena, con imágenes que me ayudaran a ver con claridad, qué hay más allá de los sótanos. Y en esa búsqueda de luz, quería profundizar en la idea de desvelo, de un liberarse y purificarse, para tener un matrimonio con la luz. Entonces aparecen imágenes como el pelícano solitario en el mar, o los caballos blancos. Se forman escenarios de contemplación, necesarios para salir de los sótanos.

- Imagino que aquellos que han leído este nuevo título te han comentado de lo que podría ser su mayor logro: los poemas transmiten mucho en sus silencios. Esto me lleva a saber cómo es que te enfrentas al acto mismo de la escritura de un poema. La manera en la que abordas tu escritura logras ese efecto de decir mucho en los silencios.
- Estando en mi casa durante un almuerzo familiar, en medio del sonido de la música y de las voces sentí la necesidad imperiosa de retirarme para escribir, contar algo, creo que fue la experiencia que tuve con el pelícano o tal vez quería ponerle el cuerpo a un poema que solo tenía un final. Esa necesidad de silencio era tal vez la palabra que reclamaba ser escrita. El poeta escribe para darle sentido al silencio, para llenar el silencio de significados múltiples. Es el trabajo del lenguaje poético, hablar con el silencio, tanto más que con las palabras. Ahora, definir qué es el silencio es tan amplio y vago como querer definir qué es la poesía. Si hablara de silencio ahora, diría cualquier cosa menos qué es el silencio. El silencio solo se da en el texto poético, ese silencio insustituible y vital.

- Trato de hermanarte poéticamente con otras voces poéticas femeninas –de las que han aparecido en estos últimos años- y no encuentro con quién, lo cual me lleva a especular que podrías ser considerada una “rara avis” en la nueva poesía peruana.
- Las poéticas salen del mismo lugar. Son producto del desvelo de mil años de los poetas, y se desplazan con distintos rostros para llegar a ser escuchados, recibidos por alguien que las necesita… Y en cuanto a lo de “rara avis” pues te agradezco que me consideres una, pues siendo una acérrima coleccionista de plumas, loca amante de las aves, qué mejor que mezclarme o emparentarme de alguna manera, aunque sea virtualmente, con alguna de ellas…

- En el proceso de escritura y armado de Desvelo blanco, ¿cuál fue la sección –tenemos tres: Cielo cosido, Desvelo blanco y Donde no muere el olor del mar- que más trabajo te demandó?
- El poeta no trabaja con estructuras. Los poemas salen solos, es un trabajo más de intuición, a diferencia de un narrador que lo hace siguiendo pautas, esquemas. Estas secciones fueron hechas después de la escritura de los poemas. Por ejemplo, Poe era muy racionalista, por eso sus dictados para escribir un poema calculado, cosa que en realidad, si uno lee con nuevos ojos su poema “El Cuervo”, se da cuenta que simplemente estaba siendo irónico. Por otro lado, mi poema “Cuervo”, que se basa en cierta forma en el de Poe, y con el que dialogo, es lírico, y visceral. El poeta trabaja con intuiciones, con una consciencia interna que va articulando las emociones, con la realidad y lo contingente, pero que luego se convierten en imágenes en el poema.

- Tengo la impresión que la concepción de Desvelo blanco viene a la par de la escritura de Sótanos pájaros.
- Son dos épocas distintas. El primero lo escribí en la casa donde viví durante muchos años, casi desde un ático que era mi dormitorio. El segundo libro, en esa casa y en mi mudanza a otra, y en mis estadías en Chile. La concepción de Sótanos pájaros salió de situaciones inciertas, de un cuestionamiento de mi vida. La concepción de Desvelo blanco llegó como una aceptación de esa situación, salió del anhelo de contar o retratar una historia. Pero cada concepción tuvo su propio tiempo y en cierta forma, su propio espacio. Pero en la aceptación de este desvelo, como te comenté, hay una búsqueda de luz. Son como libros hermanos entre sí. Uno nació para acompañar en la oscuridad, y otro para sacarme de esa oscuridad.

- Esta es una pregunta que siempre he querido hacerle a los poetas: ¿para qué crees que sirve la poesía?
- No tiene que servir para nada. La poesía no es utilitaria, la poesía es un arte que si se relaciona con algo, fuera de la necesidad que sienta el poeta para hacerla, sería con lo espiritual. Una función política, una función social, o de solo gozo estético, sería reducirla a funciones efímeras. La poesía nos humaniza, nos toca en el verdadero ser. Al poeta no le interesa si el lector es creyente de alguna doctrina o no. Le interesa que el lector sienta que lo que está leyendo es algo sincero, y que pretende ser perenne.

- Sé que es un prematuro preguntarlo, pero si en caso vienes trabajando otro poemario, ¿este guarda relación con lo que ya has publicado o consideras a Desvelo blanco cierra una apuesta formal y que ahora tus inquietudes poéticas son otras?
- Cierro con Desvelo un ciclo, sé que empieza otro que espera ser escrito. Podría utilizar al pelícano para explicarme. Este camina lento en tierra, pero cuando vuela lo hace magistralmente. Ese vuelo es como escribir. Mientras que cuando el pelícano navega aquella acción es como leer. Ahora estoy caminando en tierra y navegando. Espero pronto volar y desplegar mis alas, las palabras. Creo que si en Sótanos estaba el tema de una vida escondida, y en Desvelo, el salir de ese escondite rumbo a la luz. En un tercer poemario, intuyo que habrá una búsqueda de comprender la luz a través de los ojos del otro. Un poco como lo que te decía sobre Anne Sexton cuando me preguntabas sobre la traducción. Entrar en el cuerpo y la respiración de los otros, es una puerta que quiero abrir, para saber con qué elementos nuevos me encuentro.

 

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