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Entrevista a Gabriel Ruiz-Ortega :

«La lectura es lo que canaliza todo en mí»

Por Orlando Mazeyra Guillén


Escritor, blogger pertinaz y, por sobre todas las cosas, un ávido lector. Ha publicado la novela La cacería y también ha sido compilador de más de una antología de narrativa, Gabriel Ruiz Ortega (Lima, 1977) nos habla de su obra, de los nuevos escritores peruanos, de su conocido blog La fortaleza de la soledad y de muchas otras cosas que trae esta sabrosa entrevista.

 

La Cacería

–En el año 2005, salió a la luz tu primera incursión narrativa, la novela La Cacería, ¿qué nos podrías decir, a la distancia, de esta entrega literaria?
–Es una novela que escribí con mucha entrega, fuego y rabia. Recuerdo que me encerré en un hostal, durante ocho días, para escribirla. La cacería es una novela que no estaba en mis planes. Pero las circunstancias me depararon otro destino. Y la verdad es que no me arrepiento. Representa muchas cosas para mí, tanto en lo personal como en influencias literarias y culturales. Era un libro condenado a pasar desapercibido pero ese no fue su destino. Y ese es quizá uno de los motivos de peso que más le jode a mis detractores de toda la vida. Yo soy el primero en reconocer su leyenda negra, por la cual más de uno no ha dudado en atacarme, cuando lo cierto es que cada vez se habla de ella (así sea bien o mal), más interés existe en reeditarla. En estos años he recibido cuatro propuestas de reedición. Estuve a punto de aceptar una de ellas, pero me dije que aún no era su momento. Además, me gusta la novela tal y como está. La releo con gracia y no puedo negar que me ha traído muchas satisfacciones. Es pues como una hija malcriada, engreída, caprichosa. Por otra parte, no me hago palta alguna con las opiniones de los lectores. Si les gusta, bien. Si no, el mundo no se me acaba.

Disidentes

–Es común que, como antólogo, recibas más reclamos que elogios. ¿De qué manera toma las críticas el “autor” de las antologías?
–Tomo cada crítica como lo que es: una opinión más. Y con mayor razón en un ambiente literario como el peruano, tan volátil y falso, tan envidioso e inculto, tan propenso al amiguismo más ramplón, sin estilo alguno, delatado precisamente por sus antologías. De mi condición de antólogo se puede decir mucho. Para empezar, no soy crítico, nunca me interesó serlo. Las dos antologías que he presentado han generado eco, Disidentes de 2007 tuvo un éxito arrollador, por ejemplo. Recuerdo que muchos saltaron ni bien esta salió. Dejé que las cosas siguieran su propio cauce, ya que sabía que al libro le iría muy bien. Recibí todas las críticas, dardos y pataleos con una buena coraza de tolerancia. Yo sabía que a la antología le iría bien, y no por el hecho de ser el antólogo, sino porque ante todo estaba convencido de que la selección era muy buena, casi excelente. Como te dije, no soy crítico, ni académico. Pero soy un muy buen lector. Siento que mi capacidad de lector se pone a prueba con las antologías. No me voy a sabotear por el amiguismo y los sentimientos menores.

–Acaba de aparecer Disidentes 1. Antología de nuevas narradoras peruanas. ¿Cómo ves en líneas generales a las nuevas narradoras del Perú?
–Me siento más cerca de las narradoras que de los narradores. En este acercamiento resulta esencial mi formación como lector de novelas de aventuras, es decir, mi preferencia por la trama y el asunto. En estos años hemos tenido una línea muy marcada en la nueva producción narrativa peruana: la gran mayoría de narradores han mostrado una preferencia casi abusiva por la elasticidad verbal y las piruetas estructurales. No digo que esté mal, en absoluto, pero han descuidado el componente esencial que acerca un trabajo de ficción con el lector: el argumento, así de simple. Son las mujeres las que han sabido contarnos buenas historias. Como dije en otra entrevista, creo que a ellas no les interesa ser duchas en el uso del lenguaje, sino transmitir sensaciones por medio de historias. La verdad que me he excitado, llorado, alegrado, conmovido, enfurecido, en fin… con las nuevas narradoras peruanas. Pienso en los cuentos de largo aliento de Karina Pacheco, Alina Gadea, Julie de Trazegnies, Susanne Noltenius, Patricia Miró Quesada y Rossana Díaz, o en la contundencia atmosférica de Jennifer Thorndike.

–¿Sería arriesgado decir que, en los últimos años, las mujeres han sido más prolíficas que los hombres?
–Sí. Sería muy arriesgado. Si te refieres al número de libros publicados, los narradores han publicado mucho más. Dentro de esta camada de narradoras, casi todas no pasan del primer libro; solo, y es lo que recuerdo en estos momentos, por lo que podría estar equivocado, Karina Pacheco y Katya Adaui llevan varios libros publicados. Pacheco tiene a la fecha cuatro títulos muy bien tratados por la crítica de medios y Adaui con su segundo cuentario ha demostrado un notable avance narrativo. Ahora, la cantidad de libros por autor, no es garantía de nada. Los progresos no debemos medirlos así. Cada escritor tiene su propio ritmo. Tampoco pasemos por alto el saludable ambiente de camaradería que existe entre las narradoras, que no caen en las guerritas de callejón que protagonizan los escritores.

La fortaleza de la soledad

–Los que seguimos tu blog La fortaleza de la soledad, que ya cumplió cinco años, nos encontramos con una miscelánea cultural: abordas la narrativa, la poesía, la crónica e incluso te das tiempo para la música, el cine y el fútbol. ¿Qué representa para ti La fortaleza de la soledad?
–Tienes buena memoria. No llevaba la cuenta de los años de La fortaleza de la soledad.
Se trata de un espacio en el que comparto mis intereses. Me gusta por igual la literatura y el cine, la música y el fútbol. Por eso, como dices, los lectores encuentran una miscelánea para todos los gustos. La fortaleza de la soledad ha atravesado varias etapas, ha tenido cambios, y en cada uno de ellos no he dejado de consignar mis entrevistas, reseñas y artículos publicados en otros medios. En los dos primeros años caí en una paranoia total, en la que llegué a pelearme con media literatura peruana. Hasta ahora, algunos no me perdonan ciertas travesuras.  En aquella época me parecía a Bolaño, con ganas de pelearme o discutir con algún poeta o narrador referente del pueblito de la literatura peruana. Felizmente, eso ya pasó… En mi blog siempre ha quedado plasmado mi carácter, mi forma de ser. Además, trato de ser plural, consignar y comentar las cosas que me gustan. No vendo sebo de culebra. Posteo porque me gusta hacerlo, no me interesa entrar a los rankings. Si te das cuenta, hasta el diseño del blog es artesanal. Así me gusta. Y mi cuenta de Facebook me está ayudando mucho en la actualización del blog, todas las notas que reproduzco, las incluyo previamente en mis enlaces de muro, cosa que así me ahorro el trabajo de buscar.

–En el aspecto creativo, ¿te consideras un narrador a secas?
–Me considero un lector que escribe. Mi vida, el día a día, es como la de cualquier otra persona. Veo películas, escucho mucho rock. Salgo lo que tengo que salir. Pero ante todo, la lectura es lo que canaliza todo en mí. Me gusta escribir narrativa, no me preocupa en qué género lo esté haciendo, lo que me importa es sentirme cómodo. Por ejemplo,  el año pasado escribí una crónica sobre un manuscrito perdido de Enrique Verástegui, y las personas que lo leyeron pensaron que lo relatado era pura invención. Pero no. Todo en el texto era real, ¿quién iba a pensar que después de muchos años se hallaría en un puesto de libros de La Parada un manuscrito de Verástegui, del cual se había dicho tanto? Si es ficción o no, es lo que menos me importa.

–En lo referente a la crónica, ¿cuáles son tus cronistas predilectos?
–Crónica, No Ficción. Como quieras llamarlo (aunque no es lo mismo). Al respecto, creo que es toda una estupidez llamar subliteratura a la crónica, tal y como lo hacen los aburridos celadores de las buenas costumbres literarias. Nuestro país ofrece un contexto social e histórico de privilegio para forjar una rica tradición en la no ficción. Recuerdo la lectura de Muerte en el Pentagonito de Ricardo Uceda, toda una obra maestra si la vemos en frío. Las crónicas y perfiles de Guillermo Thorndike, que de vez en cuando releo. Ese hombre era toda una máquina de escribir. Tendrá que pasar un tiempo para poder valorarlo en su justa dimensión, sus pecados políticos aún pesan. Me gustan también las crónicas de Jorge Salazar. Como señalé, nuestro contexto es el ideal para la crónica. Últimamente han aparecido varios cronistas, pero tengo la impresión de que estamos ante una moda. Al único que valoro es a Juan Manuel Robles… Y bueno, entre los cronistas foráneos, no tengo la más mínima duda de mi trípode: Thompson, Talese y Kapuscinski. Si los miras bien, son la combinación perfecta: el desorden, el detalle y el verbo. He leído sus libros con la misma atención de cuando me insertaba en las novelas de Tolstoi y Balzac, sin exagerar. Aunque de los tres, pongo varios rellanos arriba a Talese, La mujer de tu prójimo y Honrarás a tu padre son otra cosa.

–Tienes fama de lector omnívoro, ¿cuántas horas diarias dedicas en promedio dedicas a la lectura?
–La lectura es una actividad normal en mí. No sé cuántas horas al día me dedico a leer. Tuve la suerte de contar con libros en casa, desde niño. El libro no era un elemento especial, sino necesario, como un artefacto de uso diario, como la cocina. Me recuerdo leyendo. Pero tampoco voy a caer en la mentira y posería que escucho en otros, tipo “que a los ocho años ya había leído el Quijote”, “que a los doce había terminado En busca del tiempo perdido” o “que a los catorce entendía Paradiso”. Haber leído mucho no te hace más que nadie. No te hace mejor escritor. No te hace una buena persona. Pero leer te proporciona recursos, te abre la mente en todo sentido. Ahora, un escritor debe ser un voraz lector.

–¿Cuál es tu canon tanto en narrativa como en poesía? Te invito a decirme diez libros que consideres imprescindibles para cada caso.
–Me la pones difícil. Tú sabes, la memoria suele ser muy tramposa. Pero hay autores de todas las tradiciones a los que vuelvo por necesidad. En narrativa, Balzac, Tolstoi, Cervantes y Dumas en clásicos.  Hemingway, Mann y Borges entre los de siglo XX; y de los últimos treinta años Bolaño, Vila-Matas y Marías. En poesía, mis preferencias son más desordenadas. Releo a Vallejo, Martín Adán, Ashbery, Lihn, Parra, Cummings, Paz, Gil de Biedma, Jorge Pimentel. En fin, solo me has pedido diez por cada grupo, podría nombrarte una decena más. Y no quiero desaprovechar la oportunidad de considerar a Fear of Music de Talking Heads como un imprescindible, al menos es el disco que más he escuchado en los últimos meses. Fíjate en sus letras.

–¿Sientes que en Lima hay más apertura con respecto a los escritores del interior del país?
–Siento que hay una apertura diplomática. O sea, no pasa de un mero saludo a la bandera. Hay muchísima demagogia cuando se habla de los escritores del interior. Parte de ese problema yace en las expectativas de estos en relación a Lima. A veces he sentido que la miran desde muy abajo. El ambiente literario limeño es una farsa. Casi nada es lo que parece. Los escritores del interior deberían hacer fuerzas y concentrarse en cimentar más el ambiente en el que se mueven, hacer que su circuito literario y cultural tenga vida propia.

–¿Qué problemas detectas en la difusión de las publicaciones no limeñas?
–Los mismos que veo en las publicaciones de la capital. Imagino que te estás refiriendo a lo que se edita en los nuevos sellos editoriales. Para empezar, la distribución no es del todo eficiente. En este sentido los editores deberían formar una sola fuerza y así encontrar soluciones a este escollo. De nada sirve que cada quien vaya por su lado. En cuanto a la recepción en medios, me queda claro, para mal, que cada vez que sale una nota sobre un autor del interior es como si le estuvieran haciendo un favor.

–El nombre de tu blog invita a preguntarte sobre el escritor y pintor Jonathan Lethem.
–Jonathan Lethem es un autor que se nutre muchísimo de la cultura popular. En sus libros detecto más el respiro del comic que de Twain, por ejemplo. Lo veo como una antena dispuesta a captar los gustos que no son del todo bien recibidos por los hacedores de los discursos oficiales. Para mí Lethem es un gigante de la novelística contemporánea. Hay que leerlo. Si te influye, bien. Sus libros me dieron mucha seguridad para abordar determinados temas. A veces necesitas un catalizador y su poética cumplió esa función en mí. Ahora, me dices que te hable de su faceta de pintor. He visto pocas cosas suyas al respecto, las cuales no me han estimulado. No me sorprende que haya tenido esas inquietudes, puesto que es hijo de artistas. Importa el Lethem escritor, de lejos.

–¿Cuáles son tus blogs favoritos y por qué?
–De los blogs peruanos sigo Notas Moleskine, Puente Aéreo, Letra Capital y últimamente Nosotros matamos menos, también Luz de limbo y Sol negro. Son blogs que se han ganado una preferencia gracias a la constancia. Esto no quiere decir que esté de acuerdo con todos sus contenidos, en absoluto. También leo bitácoras de escritores, como las de Vicente Luis Mora, Pola Oloixarac, Rafael Reig, Antonio Díaz Oliva, Andrés Trapiello; también El lamento de Portnoy. Creo que antes de ponerse a hablar de la muerte de los blogs, deberían darse una vuelta por estos sitios, muchos de ellos de una gran calidad. Y claro, resultan infaltables mis paseos por Frontera D, Sigue Leyendo y El Malpensante… Como bien se dijo una vez: la difusión literaria está en los blogs, las webs.

–Hablaste algunas veces que las editoriales independientes le están ganando el partido a las grandes editoriales. ¿Cuáles consideras que son las editoriales más emergentes?
–Sí. Eso es cierto. Las editoriales independientes son las que están publicando las cosas más interesantes. Las nuevas editoriales han permitido la publicación de textos, que de haber dependido de los grandes sellos, jamás hubieran visto la luz. Si hemos tenido una buena década en producción literaria, mucho se lo debemos a estas nuevas empresas. Por otra parte, no puedo dejar de señalar que aún siguen adoleciendo de una logística seria. No pido que traten de emular a las de Santillana, Norma o Planeta, pero por lo menos exijo que traten bien a sus autores y que no se les tome como mera mercancía. He visto muchos abusos contra ellos, y estos, es que estamos en Perú, prefieren el silencio porque consideran “rochoso” quejarse. Por eso, me disculpas, pero no te puedo decir cuáles son las editoriales que han destacado más. He llegado a la conclusión que no sirve de nada publicar libros importantes e interesantes si no se respeta ante todo al autor como persona. En este sentido, y pese a los señalamientos, son las editoriales grandes las que se llevan mis puntos.

–¿Qué opinas de la reseña que se practica actualmente en algunos medios periodísticos de la capital?
–No estamos en el mejor de los momentos. Y lo digo con mucho respeto y franqueza: el reseñismo limeño está hasta las huevas. No hay otra manera de calificarlo. Lo que pasa es que hay mucho amiguismo. Vivimos en un pueblito en el que todos se conocen. No existe la distancia espiritual entre el reseñista y autor. Una mala reseña podría significar un odio de por vida. A esto se suma la costumbre bien peruana de nunca quedar mal con nadie… Recuerdo un libro de entrevistas a escritores peruanos, de Luchting, en el que ocho de los entrevistados decían que las buenas reseñas eran escritas para fastidiar a otro escritor. Es decir, esta es una costumbre que viene desde hace ya varias décadas, pero aún así había un nivel, se sabía disfrazar la bajeza. En cambio ahora no. No interesa disfrazar nada.

Narradores peruanos contemporáneos

Te invito a darme una breve opinión sobre autores contemporáneos y, si te animas, la que consideras su mejor obra.

–Mario Vargas Llosa
–Bueno, Vargas Llosa me entregó siete libros capitales para mi formación como lector y escritor. Sus últimas novelas no me han gustado mucho y, la verdad, no creo que vuelva a escribir obras maestras como Conversación en La Catedral y La fiesta del Chivo. Pese a no sintonizar con algunas posturas políticas e ideológicas, no dejaré de valorar su consecuencia con lo que cree, detalle que deberían aprender sus detractores.

–Miguel Gutiérrez
–No sé si lo dije en mi blog. La violencia del tiempo está entre las cinco mejores novelas peruanas del siglo XX, junto a Conversación en La Catedral, Un mundo para Julius, La casa de cartón y Los ríos profundos. Lo aprecio mucho como persona. A estas alturas me parece una tremenda idiotez tratar de descalificarlo por sus posturas ideológicas, y aquellos que lo hacen, pues que lean el prólogo de la segunda edición de La generación del 50, a ver si así se quedan callados de una buena vez.

–Alonso Cueto
–Cueto es mi Maestro. Como persona es una de las más íntegras que conozco. Y en cuanto a su obra, es de lejos el autor peruano que más ha crecido en la década pasada. Sus novelas  La hora azul, Grandes miradas y El susurro de la mujer ballena han tenido mucho éxito. Él la tiene muy clara: contar buenas historias. Allí está el secreto de su éxito demoledor con los lectores. Además, está siendo muy traducido y ni hablar de los importantes premios que ha recibido. No tengo duda de que en este pueblito se le envidia lo bien que le va, por eso, cuando se le ha querido desestimar, se ha apelado a lecturas torcidas, bajas y sucias.

–Oswaldo Reynoso
–Reynoso es un gran estilista. Después de Vargas Llosa es el escritor más leído del Perú. A sus años es un hombre que se ha recorrido todos los colegios del país, hablando de su obra y de la importancia de la lectura. Soy hincha de Los eunucos inmortales, y reconozco la axiomática actualidad de Los inocentes. Su postura ideológica me parece descabellada y ambigua. Pero repito: soy hincha de Los eunucos inmortales, su mejor libro.

–Carlos Calderón Fajardo
–Estamos ante un genuino contador de historias, es uno de los nombres capitales de la narrativa peruana contemporánea. La colina de los árboles y La conciencia del límite último son ejemplos de excelencia en novela breve. Sabemos que es un autor reconocido pero requiere del interés de una editorial grande que le brinde a su obra la verdadera difusión que merece. Calderón Fajardo no tiene nada qué demostrar. Es un grande.

–Fernando Ampuero
–Tiene cuatro cuentos que lo ubican en un lugar referencial. No puede haber antología de cuento peruano sin un cuento suyo. Sé que es una persona que no cae bien a muchos. Yo no lo conozco, a lo mucho un par de saludos e intercambio cordial de mails; pero hay algo que sí debo decir: como periodista dio una gran enseñanza moral, y me refiero al tema de los Petroaudios, que puso al descubierto el acto de corrupción más indignante del último decenio. No es moco de pavo lo que hizo. La manera como lo trataron en El Comercio por decir la verdad y su actitud coherente con esa verdad es algo que no debemos soslayar. No hay que caer en la mezquindad.

–Alfredo Bryce Echenique
No me esperen en abril, Un mundo para Julius y La vida exagerada de Martín Romaña. Estas novelas me bastan y sobran. No me interesa lo que se haya dicho de él a razón de los plagios.

Cine

–¿Podríamos darnos tu canon de cineastas imprescindibles con su película insignia?
–Te diré las películas que más he vuelto a ver en estos meses. Extraños en un tren de Hitchcock, El amigo americano de Wenders, El sol de membrillo de Erice, Der Baader Meinhof Komplex de Uli Edel, El Chacal de Zimmerman, Mulholland Drive de Lynch, algunos policiales de Chabrol, Come and See de Klimov, Nosferatu de Murnau… Trato de ver una película diaria… Consumo muchas series, The Wire, Californication, The Shield, Mad Men

–¿Cómo ves al nuevo cine peruano?
–Hemos avanzado un poco. Al menos ahora hay más películas. Pero esto no es indicativo de calidad. Salvo destacadas excepciones, como La boca del lobo, Días de Santiago, La muralla verde, Octubre y Paraíso, todo el cine peruano tendría el calificativo de Z. Ten presente que los cineastas nacionales recién están esbozando el borrador de su tradición. Ahora, me llama la atención los discursos críticos que se dan en el cine peruano, específicamente pienso en los debates entre los directores de la revista Godard, Cordero y Pimentel, con Bedoya y Chacho León. Más allá de quién tenga o no la razón, no niego del nivel de argumentación de ambos lados, algo que debería darse en los debates entre escritores peruanos, tan propensos a la mentira, la matonería virtual y la pseudopendejada.

Proyectos futuros

–Ya has publicado una novela, ¿te interesa incursionar en el cuento?
–Hace poco entregué un par de cuentos. Uno de ellos saldrá en una antología mexicana cuya temática es la violencia. Me preguntaron si podía colaborar con un relato, pregunté sobre el tópico y me puse manos a la obra. Sin embargo, en esencia, soy un narrador de novelas. Pienso todo en función a la novela, que es un género que requiere de mucha rutina y disciplina. La práctica de la escritura de proyectos novelísticos me ha salvado la vida, soy muy díscolo en muchas cosas y en no pocas ocasiones temerario. Escribo novelas no para publicarlas, al menos no pensando que las voy a publicar inmediatamente, lo que siempre he buscado es el placer que me depara el trance de la escritura. Ese trance no lo cambio por nada.

–¿Qué proyectos creativos tienes entre manos, nos podrías dar un alcance al respecto?
–Tengo una novela corta que espero publicar a fin de año. Si no sale, será para el siguiente. Y también espero que se publique Disidentes 2. Narradores peruanos 2000 – 2010. Esta antología va por Ediciones Altazor. Solo es cuestión de esperar.


 

 

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