ALMA ALGA
– Texto de presentación –
Por Gabriel Ruiz Ortega
www.la-fortaleza-de-la-soledad.blogspot.com
En estos dos últimos años he venido leyendo con atención la producción narrativa de las narradoras peruanas que han venido apareciendo durante la década. Al momento de leer estas líneas, no tengo la más mínima duda de que Karina Pacheco Medrano vendría a ser una de sus más altas representantes.
A lo mejor, el público asistente a los saraos literarios, como el de esta noche, piense que estamos en la presentación del primer libro de Karina. No es así.
Para los que aún no lo saben, Karina Pacheco es autora de tres novelas, publicadas a vertiginoso ritmo entre el 2006 y 2010. Tanto LA VOLUNTAD DEL MOLLE, NO OLVIDES NUESTROS NOMBRES y LA SANGRE, EL POLVO, LA NIEVE gozaron del justo saludo de la crítica. Y no suficiente con ello, vendrían a ser más que envidiables cartas de presentación para cualquier escritor.
Estos títulos son la muestra de la destreza y oficio literario de una narradora consagrada a la creación, que ve en la escritura un fin en sí misma, en una suerte de pulsión por justificarse ante la vida por medio de ella, “pequeño” e indefectiblemente gran detalle de los verdaderos buscadores y contadores de historias. Puesto que por sobre todas las cosas, tendríamos que definir literariamente a Karina como una genuina contadora de tramas, preocupada también por una sugerente elasticidad en cuanto a su estilo.
Bien lo declaró el eximio narrador norteamericano Tobias Wolff: “a los contadores de historias los conoces en los terrenos de las distancias cortas. Por ejemplo, en las carreras de los 100 metros planos, debes saber desplazarte en los adecuados límites, tener una estrategia y respetar sus leyes, de hacerlo así, lo puedes todo”.
Entonces, qué mejor muestra de la poética de Karina Pacheco, en cuanto a las distancias cortas, que ALGA ALMA (Borrador Editores, 2010), su primer libro de cuentos en el que la autora atomiza las virtudes leídas en sus tres novelas anteriores.
Cuando me preguntan qué es lo que busco en un libro de cuentos, o en su defecto qué es lo espero de estos, mi respuesta casi siempre ha sido la misma: que tengan el poder de cambiarme la perspectiva de la vida. Sabemos que los cuentos, por su cercanía a la poesía en relación a su estructura de relojería y síntesis de sensibilidad, obedecen a leyes tan estrictas, que el hecho de toparnos con un relato logrado en un cuentario no es más que la justificación de la publicación del mismo. Hoy en día se publican demasiados libros de cuentos, y es menester decirlo sin faltar a la verdad: muchos de estos se caen por débiles a la primera lectura. Este no es el caso de ALMA ALGA, que tranquilamente puede ufanarse de exhibir una estimable media de calidad en sus doce títulos, teniendo a cuatro de ellos en un nivel francamente superlativo, llamados a ser para la autora insignias, o sino a ser requeridos para cuanta antología que se respete como tal.
No es el lugar ni el momento para exponer las virtudes de cada uno de los relatos, sin embargo, quiero detenerme en dos de ellos, que bien podrían graficar lo que en líneas anteriores señalé sobre los límites de las distancias cortas y su síntesis de sensibilidad.
En el relato que titula el volumen, “Alma alga”, tenemos a la Karina novelista que lucha con una especie de torrente ventral por controlar el motivo del mismo. Si en estos momentos entre los presentes se encuentra algún narrador de novelas, sabrá bien a lo que me refiero al mencionar el torrente ventral, característica muy detectada en los que se solazan en las parcelas de las distancias largas. Este cuento, a mi parecer, es una novela encapsulada, que nos presenta una historia de amor y pasión, nutrida de los elementos míticos y de las utopías a alcanzar por medio del arte y la recreación. No es, en ningún sentido, una novela corta disfrazada de cuento. Es un cuento que no solo cumple con las difíciles leyes del género, sino también uno que exuda un poder de sugerencia que nos lleva a ser uno con la transparencia engañosa del agua, con el ardor de las rocas y la complicidad hacia quienes nos motivan abrazar una segunda oportunidad de vivir, sin importar los peligros paralelos y directos que conllevan acoplarse a la siempre gratificante, y no menos tanática, irracionalidad del amor. Indudablemente, se trata de un cuento que le debe muchísimo a la asesoría del tiempo, se tiene que haber vivido mucho, leído mucho y por ende escrito mucho para escribir un relato de esta magnitud.
El otro cuento es totalmente distinto al que acabo de señalar. Es uno que se place de una sensibilidad poética que me hizo recordar mucho a los versos de la poeta española Ana María Rossetti. Pueda que lleve un título engañoso, que nos haga pensar en alguna anécdota policial. “Crimen perfecto” es para mí un largo poema intencionadamente arropado con los recursos de la narrativa. En él nos topamos con una crónica sentimental en rojo, que se vale de un lirismo seco, casi parco, siendo este el único modo para la autora de presentarnos la historia de una frustración pasional, en donde los fines por lograr el amor se ven traicionados por lo que tanto el protagonista desea deshacerse. A medida que lo releo me veo en la obligación, literariamente moral, de destinar a “Crimen perfecto” entre los más destacado que pueda haberse escrito en el “cuento corto” en Perú.
Por otra parte, ahora que se habla hasta por los codos de las diferencias entre la literatura escrita por hombres y mujeres, sería pues de un error y horror mayúsculo intentar catalogar a la autora dentro de una desfasada vertiente feminista. Sé que podría sonar gratuita la referencia, pero si hay pocas cosas de las que puedo estar seguro es que cuando la literatura es de alta calidad, no importa nada quién sea el hacedor de turno, sea hombre o mujer. Felizmente, la verdadera literatura está muy pero muy por encima de esas taxonomías que poco o nada aportan al debate. Por ello, puede colegirse que el conjunto de cuentos de ALMA ALGA no solo es narrativa de verdad, sino también de un altísimo valor artístico, que no nos muestra a Karina Pacheco Medrano como una promesa a no perder la pista, sino que nos confirma a una narradora en completo dominio de su axiomático talento literario.
Muchas gracias.
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Texto leído el martes 28 de setiembre. Aparte del autor del texto, estuvieron en mesa la narradora Alina Gadea, el editor Leonardo Dolores y la autora Karina Pacheco Medrano.