Proyecto Patrimonio - 2024 | index | Gonzalo Rojas |
Ramiro Rivas Rudisky | Autores |













Algo más sobre Gonzalo Rojas
"CONTRA LA MUERTE", de Gonzalo Rojas (Ed. Universitaria, 1964)

Por Ramiro Rivas Rudisky
Publicado en LA NACIÓN, 9 de enero de 1966

Tweet .. .. .. .. ..

TIEMPO ATRAS, al referirme al último libro de poemas de Gonzalo Rojas, expresé, con gran concisión por lo reducido del espacio, algunas consideraciones necesarias sobre su obra "Contra la muerte". En esa oportunidad manifesté, muy sumariamente —repito— "lo bueno y lo malo" de su creación. Esto, como es logico, ha causado ciertas molestias en algunos escritores que han tornado su defensa. Digo "como es logico" por la simple razón de que en nuestro país no se acostumbra a criticar a nuestros consagrados. Y cuando esto sucede, la polvareda es densa. Pero no seamos ciegos ¿Tiene que ser trascendental toda la obra de un consagrado? ¿Cuándo escribe nimiedades debemos, necesariamente, bucear profundidades inexistentes? Me parece que no. Dejemos de mostrar nuestros rostros de niñitos ingenuos y tomemos una actitud verdadera frente a la literatura. Basta de convencionalismos manidos y tradiciones caducas. Enfrentémonos a la realidad o "a la historia que se nos cae encima", como diría el argentino David Viñas.

Uno de los escritores que ha tomado su defensa ha expresado, luego de algunas perogrulladas, que Rojas no es un poeta metafisico, ya que su preocupación es la del "destino del hombre, no el destino del ser como entidad metafisica". Yo me atrevería a asegurar lo contrario, porque Gonzalo Rojas, desde su primera obra "La miseria del hombre", no se ha contentado con cavilar sobre la muerte "como una actitud dramáticamente dialéctica", como ha dicho un crítico, sino como substancia existencial, escarbando en su propia angustia: pero huyendo, a su vez, hacia ese otro panorama, más vasto y complejo, como es el destino del ser, el desgarramiento de un hombre por comprender esa transitoriedad existencial, que linda con la metafísica pura. Como en estas breves líneas no viene al caso explicar el significado o alcances de la metafísica —por lo demás tema demasiado extenso y de fácil estudio personal—, inserto dos conceptos sobre el tema de conocidos estudíosos de la poesía de Gonzalo Rojas, que aportaran mayor claridad a lo expuesto anteriormente: Pedro Lastra, en un trabajo. manifiesta: "Al proyectar su yo y verlo en relación con elementos que existen fuera de él, esta impresión de lo pasajero irremediable se ve reforzada y el poema alcanza, siempre, una manifiesta altura metafísica... Da testimonio de lo efímero de la existencia y la visión se ahonda porque la enfrenta a la eternidad..."

Y el catedrático y crítico literario de la Universidad penquista. Alfredo Lefebre, afirma, interpretando algunos poemas: "... intensificada en el verso siguiente con acentos de integración metafísica, la de eternidad y la de substancia".

Para no pormenorizar más sobre el artículo de mi estimado colega, sólo agregaré que "los jóvenes que lo criticamos —a Rojas— estamos prematura o mañosamente envejecidos" —repitiendo su expresión—, sólo como consecuencia de tener que aceptar lo mediocre y lo realmente valorativo en una sola dosis. Si el aspecto satírico de la obra de Rojas es débil, mal elaborado, de fácil construcción, recursos ingenuos y limitado vuelo imaginativo, no tenemos por qué aceptarlo sólo por el hecho de venir de boca de críticos de indiscutible nombre, a los cuales respetamos, pero no por esta circunstancia debemos acatar sus veredictos,

Para concluir, cito una cuarteta "satirica" que, para cierto crítico "resultan esenciales hasta imprescindibles". (sic).

"He comido con los burgueses,
he bailado con los burgueses...
con los más feroces burgueses,
en su casa de burgueses."


Todo lo cual no quita que le asignemos un puesto de honor en nuestra lírica, así como nuestra admiración en otras temáticas de su poesía.

 


 

Poemas de "Contra la muerte"

Gonzalo Rojas


Los días van tan rápidos

Los días van tan rápidos en la corriente oscura que toda salvación
se me reduce apenas a respirar profundo para que el aire dure en mis pulmones
una semana más, los días van tan rápidos
al invisible océano que ya no tengo sangre donde nadar seguro
y me voy convirtiendo en un pescado más, con mis espinas.

Vuelvo a mi origen, voy hacia mi origen, no me espera
nadie allá, voy corriendo a la materna hondura
donde termina el hueso, me voy a misemilla,
porque está escrito que esto se cumpla en las estrellas
y en el pobre gusano que soy, con mis semanas
y los meses gozosos que espero todavía.

Uno está aquí y no sabe que ya no está, dan ganas de reírse
de haber entrado en este juego delirante,
pero el espejo cruel te lo descifra un día
y palideces y haces como que no lo crees,
como que no lo escuchas, mi hermano, y es tu propio sollozo allá en el fondo.

Si eres mujer te pones la máscara más bella
para engañarte, si eres varón pones más duro
el esqueleto, pero por dentro es otra cosa,
y no hay nada, no hay nadie, sino tú mismo en esto:
así es que lo mejor es ver claro el peligro.

Estemos preparados. Quedémonos desnudos
con lo que somos, pero quememos, no pudramos
lo que somos. Ardamos. Respiremos
sin miedo. Despertemos a la gran realidad
de estar naciendo ahora, y en la última hora.

 

 

Contra la muerte

Me arranco las visiones y me arranco los ojos cada día que pasa.
No quiero ver ¡no puedo! ver morir a los hombres cada día.
Prefiero ser de piedra, estar oscuro,
a soportar el asco de ablandarme por dentro y sonreír
a diestra y a siniestra con tal de prosperar en mi negocio.

No tengo otro negocio que estar aquí diciendo la verdad
en mitad de la calle y hacia todos los vientos:
la verdad de estar vivo, únicamente vivo,
con los pies en la tierra y el esqueleto libre en este mundo.

¿Qué sacamos con eso de saltar hasta el sol con nuestras máquinas
a la velocidad del pensamiento, demonios: qué sacamos
con volar más allá del infinito
si seguimos muriendo sin esperanza alguna de vivir
fuera del tiempo oscuro?

Dios no me sirve. Nadie me sirve para nada.
Pero respiro, y como, y hasta duermo
pensando que me faltan unos diez o veinte años para irme
de bruces, como todos, a dormir en dos metros de cemento allá abajo.

No lloro, no me lloro. Todo ha de ser así como ha de ser,
pero no puedo ver cajones y cajones
pasar, pasar, pasar, pasar cada minuto
llenos de algo, rellenos de algo, no puedo ver
todavía caliente la sangre en los cajones.

Toco esta rosa, beso sus pétalos, adoro
la vida, no me canso de amar a las mujeres: me alimento
de abrir el mundo en ellas. Pero todo es inútil,
porque yo mismo soy una cabeza inútil
lista para cortar, por no entender qué es eso
de esperar otro mundo de este mundo.

Me hablan del Dios o me hablan de la Historia. Me río
de ir a buscar tan lejos la explicación del hambre
que me devora, el hambre de vivir como el sol
en la gracia del aire, eternamente.

 

 

Una vez el azar se llamó Jorge Cáceres

Una vez el azar se llamó Jorge Cáceres
y erró veinticinco años por la tierra,
tuvo dos ojos lúcidos y una oscura mirada,
y dos veloces pies, y una sabiduría,
pero anduvo tan lejos, tan libremente lejos
que nadie vio su rostro.

Pudo ser un volcán, pero fue Jorge Cáceres
esta médula viva,
esta prisa, esta gracia, esta llama preciosa,
este animal purísimo que corrió por sus venas
cortos días, que entraron y salieron de golpe
desde su corazón, al llegar al oasis
de la asfixia.

Ahora está en la luz y en la velocidad
y su alma es una mosca que zumba en las orejas
de los recién nacidos:
-¿Por qué lloráis? Vivid.
Respirad vuestro oxígeno.

 

 

Carbón

Veo un río veloz brillar como un cuchillo, partir
mi Lebu en dos mitades de fragancia, lo escucho,
lo huelo, lo acaricio, lo recorro en un beso de niño como entonces,
cuando el viento y la lluvia me mecían, lo siento
como una arteria más entre mis sienes y mi almohada.

Es él. Está lloviendo.
Es él. Mi padre viene mojado. Es un olor
a caballo mojado. Es Juan Antonio
Rojas sobre un caballo atravesando un río.
No hay novedad. La noche torrencial se derrumba
como mina inundada, y un rayo la estremece.

Madre, ya va a llegar: abramos el portón,
dame esa luz, yo quiero recibirlo
antes que mis hermanos. Déjame que le lleve un buen vaso de vino
para que se reponga, y me estreche en un beso,
y me clave las púas de su barba.

Ahí viene el hombre, ahí viene
embarrado, enrabiado contra la desventura, furioso
contra la explotación, muerto de hambre, allí viene
debajo de su poncho de Castilla.

Ah, minero inmortal, ésta es tu casa
de roble, que tú mismo construiste. Adelante:
te he venido a esperar, yo soy el séptimo
de tus hijos. No importa
que hayan pasado tantas estrellas por el cielo de estos años,
que hayamos enterrado a tu mujer en un terrible agosto,
porque tú y ella estáis multiplicados. No
importa que la noche nos haya sido negra
por igual a los dos.
-Pasa, no estés ahí
mirándome, sin verme, debajo de la lluvia.

 

 

¿Qué se ama cuando se ama?

¿Qué se ama cuando se ama, mi Dios: la luz terrible de la vida
o la luz de la muerte? ¿Qué se busca, qué se halla, qué
es eso: amor? ¿Quién es? ¿La mujer con su hondura, sus rosas, sus volcanes,
o este sol colorado que es mi sangre furiosa
cuando entro en ella hasta las últimas raíces?

¿O todo es un gran juego, Dios mío, y no hay mujer
ni hay hombre sino un solo cuerpo: el tuyo,
repartido en estrellas de hermosura, en particular fugaces
de eternidad visible?

Me muero en esto, oh Dios, en esta guerra
de ir y venir entre ellas por las calles, de no poder amar
trescientas a la vez, porque estoy condenado siempre a una,
a esa una, a esa única que me diste en el viejo paraíso.

 

 

Los letrados

Lo prostituyen todo
con su ánimo gastado en circunloquios.
Lo explican todo. Monologan
como máquinas llenas de aceite.
Lo manchan todo con su baba metafísica.

Yo los quisiera ver en los mares del sur
una noche de viento real, con la cabeza
vaciada en frío, oliendo
la soledad del mundo,
sin luna,
sin explicación posible,
fumando en el terror del desamparo.



. .








Proyecto Patrimonio Año 2024
A Página Principal
 | A Archivo Gonzalo Rojas  | A Archivo Ramiro Rivas  | A Archivo de Autores |

www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza.
e-mail: letras.s5.com@gmail.com
Algo más sobre Gonzalo Rojas
"CONTRA LA MUERTE", de Gonzalo Rojas (Ed. Universitaria, 1964)
Por Ramiro Rivas Rudisky
Publicado en LA NACIÓN, 9 de enero de 1966