Desde Chillán Gonzalo Rojas llegó a Santiago
para hablar con su amigo Braulio Arenas.
«Perdí mi juventud en los burdeles»,
dijo Rojas, «perdí mis mocedades en los clubes de ajedrez»,
contestó Arenas.
—Los burdeles dan miedo y también alegría.
—Los clubes de ajedrez son un pánico en la vida.
—¿Cómo se puede preferir la dama
inventada del juego de ajedrez
a la mujer verdadera del prostíbulo?
—No lo sé, ambas no se entregan nunca.
—Miente el que diga que disfruta en un club de ajedrez.
—Miente el que se refocila con la puta en un burdel.
—Miente el que acaricia el rostro de la dama.
—Miente el que juega ajedrez en el bulín.
—Nosotros somos ángeles y no mentimos nunca.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . (En Jaque perpetuo, 2003)