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Reseña Vida de un vendedor de fotocopiadoras de Gonzalo Santelices

Por Valentina Rojas



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Hace días que quería conversar con alguien, me es difícil que todo acaezca para tener una buena conversación, por lo general veo videos de YouTube de entrevistas a personas que me interesan o leo libros para dialogar con intimidad. Siempre imagino qué me pueden responder estos personajes de acuerdo a los sistemas de pensamiento que tienen, es como en la filosofía cuando uno deduce qué puede pensar el filósofo respecto a algo por el mapa conceptual que crea su lógica, se articula un mundo y un código único. Es lindo eso, me da sensación de futuro pensar en esos distintos mundos y en cómo estos pueden hacer sentido en otras personas. Creo que hacer el ejercicio de entender el mundo o el mapa conceptual de un otro es un acto noble.

Cuando empecé Vida de un vendedor de fotocopiadoras estaba con ese sentimiento de soledad intelectual y poética, sentía un vacío de interacción con un otro y me veía en la necesidad de buscar el diálogo. El prólogo de Niall Binns ayudó mucho, más allá de entregar contexto sobre el poeta le dió un carácter romántico  a la lectura, me hizo generar un vínculo afectivo con el autor dada su historia y lo que representa para el mundo de la poesía en Chile. La corta vida de Santelices se ve reflejada en la intensidad y melancolía de sus poemas. Lo cotidiano se vuelve poesía con destellos de sabiduría.

El luto es un elemento trascendental en la obra, y con trascendental me refiero a una constante que se presenta en la lectura de alguna u otra manera, algo que atraviesa la palabra, algo que tiene que ver con el fondo más que con la forma. Cada poema trae una pérdida o te evoca un adiós, algo tiene que irse para poder continuar. Entendiendo esto, cada poema puede funcionar como un ejercicio de realidad y que en esa realidad haya pérdida lo vuelve justamente poético. Creo que esta estructura es la que marca la identidad de la poesía de Santelices, te trae a la tierra y luego te muestra que siempre hay que morir, siempre hay que soltar porque no vas a estar acá para siempre. ¿Es este luto el mismo al que se refiere Armando Uribe? Creo que Chile está marcado por la experiencia de vivir geográficamente al final, ser los “últimos”, los de más “abajo”, lo que nos da un tono un poco oscuro y misterioso como país. Siempre tenemos presente la muerte, vivimos de luto pero en belleza constante por lo hermoso de nuestro paisaje. El contraste de esta belleza y el luto se refleja en nuestro cotidiano, nuestra no-cultura que es o fue contada por poetas como Santelices conmueve y a pesar de que no todos coincidimos en el mapa conceptual, hay un sentimiento común, algo como tradición, un mínimo común múltiplo que no se pierde en la forma, a pesar de que en el caso de Santelices es justamente bella, el fondo es claro, es trascendental y muy “chileno”.

 




Selección de poemas




FUE sólo entonces cuando ante mi vida
se alzó la siguiente divisa:
-Dignifiquese, hágase vendedor.
Progresará en su autoestima.
El cielo bajará a sus días.
La vida pretérita será un mal susto.-

Y hacia tan temprana Itaca guié mis pasos.

 

 

Soy un vendedor de fotocopiadoras
a quien la vida ha dispensado
un trato correcto.
Mi oficio seguramente no me hará rico,
y por donde pase,
no pasará la fama.
Mi jefe gusta de arengarme
al final de cada jornada:
-A ver si tocas más timbres mañana-.
Jáctase de sus duros inicios
cuando cargaba camiones
junto a las plantaciones de patatas,
domingos y demás fiestas.
Hoy posee un deportivo
capaz de alcanzar el horizonte.

 

 

HOY no he hecho nada.
Harto de estrellar el índice contra los timbres
busqué el abrigo de una hermosa
sombra,
di lectura al periódico
y tomé la medida
de lo insignificante que resulto
al mundo.

 

 

PALABRAS del señor G.G.
tras dos años de denodados esfuerzos
por arrancarle una entrevista:
-Mientras yo sea Jefe de Compras
de esta honorable empresa,
usted no venderá un pepinillo.-

Temo no tener rabia.

 

 

ME he citado con un cliente
ante esta selva oscura,
en mitad de la vida.
El paraje donde tendrá lugar
el evento
está desprovisto de toda edificación
y a tres jornadas de cualquier auxilio.
Salvo por tres mansardas
-desde una de las cuales un hombre
con el sólo concurso de sus manos
toca el cielo-
que se divisan desde donde estoy situado,
nada hay.

 

 

PUBLIO Cornelio Tácito escribió
una biop,rafia de su suegro
lineo Julio Agrícola,
Gobernador de Britania.
Mi suegro, Técnico Especialista
en reparación de lavadoras,
emigró a Alemania
en la década de los sesenta,
en la esperanza de un pronto
advenimiento de la riqueza
que no llegó.
Sirvan estas palabras
para dar -crédito y posteridad-
a tan desafortunada empresa.

 

 

MI vida viene a veces de visita,
pasa sin presentarse,
se instala frente a mí,
habla,
se levanta, va a ver a mi hijo
que duerme en su aldea de sábanas
y muñecos transparentes,
vuelve
-seguramente estará poco tiempo-,
continúa hablando de lo costoso que es venir
hasta aquí
si no fuera por la fresca sombra
de los olmos sobre el paseo
que conduce a casa.
Me pide por último
que no haga de esta visita,
de este hilo tendido y fugitivo
un vano dictado de poema.





 



 

 

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