Intento escribir esta presentación de memoria: he leído tantas veces este libro que corro el riesgo de tener una lectura superficial, como quien ha probado el mismo bocado varias veces y ya no le provoca la sorpresa de antes. Sin embargo, la tentación de releer es mayor, vuelvo al libro, me vuelve a sorprender, a deleitar, estás crónicas situadas en el presente y en un pasado que podría representar a toda una generación.
Escritas con una prosa precisa, este libro es un paseo por experiencias personales, recuerdos —el recuerdo es una reconfiguración y también un revisitar el pasado— que marcaron la vida de la autora. Si no fuese así, no estarían acá, reunidas en este volumen de trece crónicas. La memoria acá tiene un rol fundamental. ¿Qué merece ser escrito, transformado en libro? ¿Por qué hacer públicos estos textos? Lo personal ahora se hace colectivo con maestría, los textos ahora nos pertenecen a todos y nos corresponde a todos y todas, tal como estoy haciendo yo en este minuto, sacar sus propias conclusiones. Ya no son más historias que estaban dando vueltas —nuevamente la memoria— en la mente de la autora, sino realidades, propuestas de realidad, imágenes, frases iluminadoras, historias conmovedoras todas, a pesar de su apariencia a veces de suspenso, imprecativas, denunciadoras.
La historia de un violador, la relación con el padre, algunas crónicas sobre la dictadura chilena, la abuela y el abuelo, la hermana, escenas familiares, el extraordinario caso de Francisca —imperdible del libro—, la experiencia de haber estado en un colegio de monjas, un mensaje directo a Lucía Hiriart, incursiones místicas a través de la ouija se transforman en su conjunto en una especie de autorretrato de la autora, por eso el título del libro. Recordemos que en la crónica es el autor o autora quien da la cara y no se esconde detrás de sus personajes.
Una de las grandes virtudes de este volumen es que a pesar de tener influencias claras —Fabián Casas, Clarice Lispector, Mariana Enriquez, entre otras— emerge una voz propia con una naturalidad sobresaliente. He leído mucha crónica, columnas, y no podría decir que la mano de Paula Mandiola Mauna esté cargada con notoriedad hacia determinado autor, como suele ocurrir con quien debuta en algún género. Parece ser que la crónica era el espacio para este mundo que se propone en la lectura, la crónica y no otro género. Tal vez la plena consciencia o alguna noción clara de los límites del género le permitieron alcanzar el nivel que logra con su prosa. Cito: “Esta crónica la escribo para ti Mariana Enriquez y no la quiero ficcionar, sería un despropósito”.
Para terminar, y disculpen la brevedad, pero lo mejor es leer el libro —los libros buenos dejan un silencio difícil de superar— decir el orgullo personal que me provoca como profesor el nacimiento de este volumen, la calidad alcanzada, el profesionalismo y talento de Paula Mandiola que no los dejará de sorprender en cada una de las palabras que nos entrega.
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"Mi enemiga soy yo" (Editorial La Finestra, 2022), de Paula Mandiola
Por Gabriel Zanetti