Nuevas vías de extravío, de Juan Pablo Navia Correa La Finestra, 2023,
72 páginas
Por Gabriel Zanetti
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Leo una y otra vez el primer poema de Nuevas vías de extravío y no dejo de pensar que el libro se construye desde las imágenes a la reflexión. Lo cito entero:
ya no hay cartas
el limonero ofrece sus frutos
los portones de latón enfrentan la tarde
y las casas no terminan
de escupir por las ventanas
verdades insoportables
Cinco imágenes que devienen en una reflexión final que nos descoloca, alumbra, ilumina, nos deja pensando por lo menos, en el significado del poema.
Dicho sea de paso: tal vez los poemas no tienen significado, me refiero a una especie de resultado, sino más bien son significado en sí mismos.
Nuevas vías de extravío. Una nueva manera para el autor de perderse en el lenguaje y lo que lo rodea. Es un título nostálgico. Todo perderse es nostálgico, es un vagar por la memoria, como en los poemas que Navia rememora viajes áuricos de la infancia a Villa Alemana en un Peugeot donde iban todos enlatados -según el autor-. Villa Alemana: toma el colectivo rumbo al cementerio y concluye “he venido a verte”, refiriéndose a una visita a la abuela. Cito:
el pasado se incrustó en
las calles céntricas de Villa Alemana
que parece caminar en atuendos
de transeúntes apurados de nada
el mercado ofrece sus puertas abiertas
para encallar en un banco de recuerdos pulverizados
la vida misma se ofertó en último grito
de un vendedor ambulante
pido un colectivo para el cementerio
he venido a verte
**
Un cristal empañado, un bus que recoge pasajeros, un velero que “triza el planisferio vestido de mar”, la Plaza de Armas de Navidad, un acopio de maleza, un paño para sacudir… cosas así son detonadores de escritura, como si en estos objetos o imágenes hubiera un mundo, y lo hay, gracias a la perspicacia y talento del autor, sigo citando:
paños de sacudir
lástima que solo quiten el polvo
y no cicatrices de la foto familiar
con otros ojos vemos
los traumas que vienen de los primeros años
los recuerdos más preciados también
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¿Por qué los poemas no tienen mayúsculas ni puntos finales? Porque coquetean con la nota, en este caso la nota de viaje, el viaje, palabra clave en este poemario, el viaje como extravío, como un perderse en el mar de imágenes.
Tal como señalo en la contratapa, este poemario tiene un lenguaje seco, mas no así tacaño ni lacónico. Las sucesiones de imágenes permiten que la reflexión aparezca, sin utilizar una palabra demás, conformando escrituralmente un libro sólido en su escritura, asunto que nos demuestra la destreza del autor para escribir poesía. Mucho más que notas, toma las notas como pie de partida. El autor parece viajar con una libreta y un lápiz en la mano -el viaje real y el metafórico- o por lo menos con el celular listo para apuntar lo que le sorprende o considera digno de ser escrito, compartido. Gracias a la calidad, a una mano que no titubea al expresar y al poner el pie en el freno cuando hay que ponerlo. Esta sequedad del lenguaje, hace que el poeta tome distancia de la influencia de Jorge Teillier. Está aparece de manera soterrada en este volumen, como si matara al padre y lo homenajeara con la profunda melancolía de estos poemas. Recuerdos de infancia, imágenes familiares, paisajes, reflexiones personales que devienen en este estado del ser.
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Como la mayoría de los presentes sabe, soy amigo de Juan Pablo Navia desde los diez años, tal vez antes, y he podido vivenciar su proceso como escritor. Diría que sin duda este es su mejor trabajo escrito hasta el momento, el resto del análisis se lo dejo a los lectores. Me gustaría cerrar con un poema.
en La Boca de Rapel
acabaron los días de verano
turismo ausente
algún pescador decora la postal
No hay pejerreyes
dunas y arenales
guardan silencio
apenas sangra el estero
tratamos de descubrirnos en el oráculo del tiempo
ya se funden el sol y el mar
caen párpados
la calma duerme a la vuelta de la derrota
un trino de aves
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La Finestra, 2023, 72 páginas.
Por Gabriel Zanetti
