Sebastián Astorga-Gabriel Zanetti: Prohibiciones y Títulos
Lecturas Ediciones 2014
Por Katherinne Lincopil
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Prohibiciones y Títulos, dividido en dos libros (“Libro de las Prohibiciones” y “Libro de los Títulos”), reciente libro de Sebastián Astorga y Gabriel Zanetti, debe ser una de las publicaciones más interesantes que se podía encontrar en la Primavera del Libro del año pasado. Como su título sugiere, enuncia todo lo que no debería ser, enunciado todo lo que es -en sus prohibiciones- y crea, brevemente, lo que debería ser, sin ser un libro que por solo pensarse como tal ya tiene un mérito, en los Títulos. Así, Prohibiciones y Títulos refiere a una serie de objetos, personas, situaciones y acciones severamente prohibidas, y a su vez, una serie de Títulos de temáticas absurdas pero composición coherente, que genera una publicación dividida en dos partes, tanto física como materialmente.
El ejercicio parece simple. Una enumeración de elementos asociados por el flujo de la memoria, con un ritmo sostenido y la velocidad propia de la enumeración, pero con las cadencias necesarias para que no se vuelva monótono. Todo lo contrario, la secuencia imparable de prohibiciones y su correlación es atrapante. Lo prohibido refiere a la parte por el todo, donde lo aparente contiene lo fundamental. Es, de cierta forma, una política de la negación. No sabemos lo que queremos pero tenemos claro lo que no queremos.
¿Y qué es lo que no queremos?
No es que no queramos dictadura, es que no queremos a Lucho Jara, ni al festival de la una, ni a los mall.
Ni al festival de Viña.
Ni a Viña completamente.
Ni al kétchup, que todos sabemos llegó en Chile en los ochenta.
Antes sí la sopaipilla se comía dulce era con chancaca.
Ahora ni tanto.
O capaz que sí.
Pero entre las prohibiciones hay también permisiones, y entre las permisiones opiniones que no van al caso, y por eso mismo, fundamentales. Se vuelve, de cierta forma, un manifiesto de una generación cansada hasta de sí misma, demasiado metropolitana, demasiado esnobista, demasiado disconforme.
Algunas prohibiciones:
El día antes de las elecciones/ las erecciones /Manzanero es la raja /Silvio / Los antiguos amigos / El dolor de estómago / Un domingo sin Copa Davis / Manuel García / Las fundaciones / Morir / El Barroco / El neobarroco y el que vendrá / La arena / Los cepillos de dientes / El hilo dental, por supuesto / Los choapinos / Frank Sinatra es obligatorio / Los espirales están /
Las mujeres están prohibidas, por cierto, pero el feminismo no. Del feminismo mejor ni hablar.
¿Y lo permitido?
Lo permitido se permite por puntos. Se permite a Manzanero. No así a Silvio.
De esta forma, “El libro de las prohibiciones” prohíbe lo pasado, lo presente, lo mayor y lo menor, lo nostálgico y lo que será. Lo que no es, lo que podría ser, lo profundo (sobre todo lo profundo) y lo aparente. Lo que nos gusta, igual. Lo que no nos gusta, por supuesto. Lo que existe y lo que podría existir si no lo prohibimos. Es, de cierta forma, la prohibición de toda comodidad. De todo lo nacido. De todo lo que es. De todo arquetipo. De todo reflejo del inconsciente. De todo lo que es por reflejo. De todo lo agrupable.
El arte abstracto.
Prohibido.
El arte conceptual.
Prohibido.
Los conceptos.
Prohibidos.
El arte en general.
Prohibido.
La pintura chilena.
Prohibida.
(¿”Delachilenapintura”? No se sabe.)
La crítica de arte.
Prohibida.
Pero “criticar está muy permitido”.
Así, el “Libro de las prohibiciones” asocia por cercanía abstracta, por cercanía sonora y por cercanía material. La carne de caballo es al cuero cabelludo, lo que la eyaculación intravaginal es a los animadores de televisión. La asociación es evidente.
¿Y qué con “Libro de los títulos”?
“Libro de los títulos”, añadido en el interior de el libro de las prohibiciones, es como el intermedio de la baleada cínica ya referida. Del libro de los títulos no hay mucho que decir, además de que debería haberse hecho y que debería seguir haciéndose de aquí al final de los tiempos. Y no más que eso. Podría tanto leerse como no leerse, aunque eso no opaca su mérito, pero de todos modos, en relación a las prohibiciones que lo rodean, el ejercicio de los títulos queda ciertamente opacado.
Pero “Prohibiciones y Títulos” no es un libro según la UNESCO. Su extensión no se lo permite. Aunque la UNESCO quizás debería estar prohibida, más no se prohibió y estimo que Zanetti y Astorga deberían pronunciarse al respecto. Quizás en el libro “De lo que olvidamos prohibir”.
