Reflexión previa. Pensaba que las últimas veces que he estado acá, en el auditorio del CENTEX, es para recordar cuestiones y personas que ya no existen. El libro Escenas Perdidas... la película Un Verano Feliz, del fallecido Alejandro Segovia, producido por el desaparecido Departamento de Cine y TV de la otrora CUT, donde estuvo —el ya muerto— Carlos Fénero y tantos más; o la serie sobre los inexistentes balnearios populares en el litoral de la región de Valparaíso; o el documental El último rockanrol sobre la disuelta banda punk Arsénico, del fallecido Matías Oñate Biggs.
También meditaba que, cada vez, que uno regresa sobre estos trabajos, los inyecta de un nervio nuevo. El acto de recordar a lo(s) caído(s) y lo perdido no les devuelve en forma física sino simbólica; los revive transformándolos en otra cosa; en un signo, en una señal, en un estímulo.
Recordar les mantiene vigentes, que no es poco. Lo que se olvida, se muere. Recobrarles es reinterpretarles y espejearles con el presente.
Tal es la coincidencia y la confluencia de hoy. ¿Una conjura?
Cero. Septiembre otra vez. Conversación de hace unos días con Yuri Carvajal. Historia: El 13 de septiembre de 1973 se llevaron detenido a Hernán Carvajal Martínez para fondearlo en la motonave Maipo y de ahí extrañarlo, junto a centenares, hasta Pisagua. El barco era propiedad de la Compañía Sudamericana de Vapores y fue puesto a disposición de la Armada el día 11. La historia se conoce y también posee un desvío, por fortuna. La prisión política de Hernán Carvajal fue transformada en Inxilio, su obra maestra, de 1993.
El 15 de septiembre del 2015, aquí mismo, fue la puesta en público de la reedición de dicho trabajo, llevada a efecto por Ediciones Inubicalistas y Ágora.
Septiembre otra vez. Se coincide y se da un paso adelante. No se olvida.
Uno. Fue en el invierno de 2023, cuando tras un intercambio de correos, Lucy Oporto me alertó sobre la publicación del libro póstumo de Carvajal, Poesía No Publicada 1958-1968. Era su hijo Yuri quien había acometido el proceso. “Él mismo los distribuye”, creo que me comentó. Ella tenía un ejemplar ya.
Vino un par de intercambios de correos electrónicos con Yuri para obtener un volumen. En esas idas y venidas relumbraron algunos detalles dignos de estos quebraderos: Una fue su aclaración que el libro (cito un correo) “tiene mucho valor... lo que no tiene es precio”.
Finalmente, coincidimos en un café del plan de Valparaíso, una tarde. A manera de trafkintu, un intercambio al decir mapuche, le llevé un ejemplar de Escenas Perdidas... Retengo memoriosamente algunos instantes de esa plática, y los comparto con Uds. pues me parece aportan al presente encuentro.
Por ejemplo, el hincapié de Yuri en que estos textos estaban enraizados a fines de los años 50 y a lo largo de buena parte de la década del 60, período donde —según Yuri— se habría decidido la modernización capitalista de Chile. En aquel país ent(i)errado vivió, padeció y escribió Hernán Carvajal; en sitios donde dicho “progreso” tomó aún su rato en arribar.
Evoqué lo que había imaginado en algunas antiguas conversaciones con el poeta. Su similitud con los viajes de Violeta Parra. Una pesquisa de vestigios de un pueblo que desaparecía, así como su cultura y sus territorios, cabría decir.
(...)
Dos. El papel bond blanco de Poesía no Publicada 1958-1968 me hizo pensar en Inxilio, otra vez. El libro de Carvajal, autoeditado e impreso en la imprenta de la Universidad Técnica Federico Santa María en 1993; Carvajal, devenido Juan de Quintilpara dicho procedimiento, así como para su previo Verticación/ Omisionario. es decir, el nombre del autor mantenido en secreto. En otro, libro Seguridad Ruleta Rusa, usará el alias de Lord Cuchuflí. Una constatación: En el libro que hoy presentamos aparece el nombre real del autor pues se trata de una publicación póstuma, y me preguntaba si dicho gesto bocetea que se trata de una etapa previa al trabajo central de una vida. Sin embargo, creo recordar también, en cierta charla, cómo Carvajal examinaba su trabajo literario como un oficio secreto, clandestino. Ya leerán Uds. que uno de los textos compilados en Poesía no Publicada 1958-1968 se denomina Cuaderno clandestino.
Esa acción del seudónimo, del nombre secreto o del alias, posee varias interpretaciones, todas posteriores. La máscara, la decisión del anonimato, la colectivización, la elección del silencio. Todas las anteriores y ninguna, quizás. Una paradoja: El clandestino también encarna una forma de libertad.
(…)
Tres. En la contraportada, Yuri escribió algunas líneas:
“Pasados tantos años que nacieran estas palabras, siento que conservan lo mejor de su pasión y de su vida: El pueblo, los niños, mujeres, el sur, los mapuches, los pájaros, las flores. Y también su desprecio por la policía y los señores...”
Toda esta escritura me emocionó. Sentí que era el regreso, de una manera inesperada, de un autor y una persona a quien había llegado a conocer un poco. Más aún, lo siguiente:
“Aparece al pasar Rimbaud y con él todo su cariño por los malditos, por el idioma francés, por la poesía francesa de todos los tiempos”.
No hay que olvidar tampoco que este hombre tradujo a Jean Arthur Rimbaud y su Temporada en el Infierno, a casi cien años de la muerte del poeta adolescente devenido errante, mercader y misterio.
(Pregunta ¿Hay una relación entre el nombre secreto y el traductor?)
Y sí. Rimbaud aparece en Poesía no Publicada 1958-1968 como invitado y como un espectro que pasa dejando estela. Encontrarán un texto llamado Canoro del Fuego. Se lee ahí:
“El gran escándalo del poeta es humanidad batida hasta el desastre. Jean Arthur fue antidiablo y antidios como el que más. Vivacidad del abismo!”.
(…)
Cuatro. Leí parte del libro aquella misma noche del invierno de 2023. Caí en una sensación espesa. Se lo comenté luego a algunos cercanos. Tuve la percepción de acceder a una especie de pasado de la escritura de una persona donde aún la experiencia del trauma no aparece. Por esos regateos de la memoria, recordé una diapositiva en vidrio de Dresden, fechada en 1920, alguna vez hallada, tirada, en una feria de antigüedades (o cachureos) de la plaza O'Higgins, a inicios de los años 90. Tuve esa sensación turbadora que todo lo que veía inmovilizado ahí (… una pareja atravesaba, tomada del brazo, un pequeño puente, por ejemplo) desaparecería no sólo por el natural paso del tiempo sino, principal y terriblemente, por el fuego y las bombas, apenas veinte años después.
Leyendo de una manera exploratoria esos textos de Carvajal, me pasó lo mismo. Saber yo (no el autor que leía, no la pareja de paseantes) que algo había adelante, en su futuro, que marcaría para siempre su trabajo y su vida. El dolor, el padecimiento. Su tarea no se había encarnado aún.
Debe haber un nombre para esto pero no lo encuentro.
(…)
Cinco. Contenido. Como verán, son varios los cuadernos agrupados en Poesía No Publicada:
La salamandra y el limbo (1962)
Pasión de la frontera (1964, fragmento)
Fuego marescente (sin fecha) (fragmento) que contiene: Cuaderno clandestino Pasión de Araucanía
Del orbitado macerador (1967) (fragmento)
Una reflexión breve sobre el “cuaderno”. Una libreta, un cuaderno escolar. Un primer soporte manual para las anotaciones; un lugar de ensayo y perfeccionamiento.
Recuerdo que, en una época, Carvajal manufacturaba sus cuadernos; algunas hojas sueltas de papel imprenta, color amarillo claro, luego perforadas y compiladas en una carpeta plastificada mediante una grampa.
(Pregunta ¿Cuántos cuadernos y carpetas tendrá un escritor a lo largo de su vida?)
Seis. En Poesía No Publicada 1958-1968 es posible encontrar algunos elementos. No son todos, claro. Son los que a mi me relumbraron y los comparto aquí, con Uds. como ventanucos que se entornan.
Los textos poseen diversas versiones. Como Tierra de siempre, Ranquil o Infancia. Cito estos pues luego (re) aparecerán más tarde en Inxilio, con diversas modificaciones. Más allá de lo que plantea Yuri en la contratapa, como argumento para publicar varias versiones por el cariño que les tenía a estos textos el poeta, Hernán Carvajal se sabe, era el corrector impenitente.
Al inicio, hay un texto que opera como un manifiesto. Se llama Poeta:
Por el cielo humillado
Perturbado en la tierra
Desesperado de los abismos
Como ninguno viviente.
Lo dicho. El fantasma Rimbaud dejando su luminagia.
Hay más. En el poeta esta sensibilidad es condena. Como un oxímoron, es un privilegio doliente. Es un vidente consciente de la realidad cotidiana de ese Chile entierrado en la ruta del “maestro escuelero”: su profesión. Recuérdese que Carvajal era profesor egresado de la Escuela Normal Abelardo Núñez, de Santiago. Una astilla a considerar es su poema Vacaciones. Leo un par de fragmentos:
La pizarra tose
Dan quejidos los lápices
El borrador desconoce
Y el libro echa ayes
(...)
Polvosos ángeles
Ajan más la soledad
y atoncan la sangre
Son cada vez más
Los menoscabos acechantes.
Acá aparecen dos elementos cruzados. Poesía No Publicada 1958-1968 también se puede leer como un diario de viaje laboral del maestro escuelero. El personaje que accede a la dermis de los territorios, a las vidas de sus habitantes. En las páginas sucesivas aparecerán lugares fuertes como tormentas: Renaico, la cordillera de Nahuelbuta, Los Sauces, en Arauco; Lolenco, Pidima, Collipulli, la provincia del Malleco como también la costa del Maule y sus localidades: Chanquiuque y Pelluhue.
Un texto de los que luego emergerán en Inxilio. En la página 22, aparece una versión de Tierra de siempre.
“Suena su pitazo algún carguero hacia Renaico. Hay la niebla helada y el navajazo de los cerros alarmados”.
Aparece el empleo de la prosa poética, que será generoso en Inxilio y que, a mi juicio, entrega un ingrediente de crónica al poema. Se debe recordar que el profesor fue también corresponsal del diario El Siglo, y su seudónimo era Arcadio Meza. Otras líneas:
“En sus ristras los copihues semejan pichones con una suerte de ternura humana. En tanto que el canelo es arcángel de las lluvias. Pasión del campesino y su silencio clamoroso”
(…)
“Junta de las aguas, Vegas Blancas, avizora Piedra del Águila. Cómo estremeces, oh perfume mío...
“Nahuelbuta mi amor: tus piedras descienden del sol; son su condensado fuego”
(…)
El final de este texto siempre me ha estremecido:
“Entonces, el león casi entra a la puebla a comernos; o bien: 'No tenemos con qué matar la perra'. O mejor: 'No podemos mantenernos con rebanadas de viento y cucharadas de nublado'. Figuran así su secular hambre los campesinos del sur.
Tierra de siempre está fechado: “1958, octubre”.
Siete. Los poemas son maquinitas que engalanan y solevantan la vida; como si, sólo mediante estos, la vida pudiera reducirse a lo importante. Vuelvo a recordar a Rimbaud, citado, traído sobre la carreta por Hernán Carvajal, en ese texto Estudiantes pero no estudiosos, de Inxilio.
No estamos en este mundo/ la verdadera vida está ausente.
En el cuaderno Pasión de la Frontera (1962) hay un texto llamado Lonquimay. Otra prosa poética con rasgos de crónica, que describe el lugar en una clave donde el lenguaje vuelve a crearlo, y sugiere mirar y aprender, otra vez:
“Al fondo de la floresta de hadería: Una muchacha invoca ternuras: musgosos roquedales: El agua montesa sonríe; frutos del fervor del corazón y los lleuques danzan”.
Es el cierre del texto el que conecta mi recuerdo con alguna conversación:
“El más auroral de los sustantivos, la voz chile, filuda contra ellos y fiera como uñas de león”.
Recordé esa grabación en video, del verano de 2010, antes del terremoto: Carvajal se iba al sur, a Pichiquillaipe, a visitar a sus nietos. Tenía una pequeña mochila en el también menudo comedor de su departamento. Además, un par de plantas en sendos maceteros: Las hojas emergían desde la boca de las bolsas.
En un momento, mientras lo grababa, su monólogo se enjundió y pulverizó, de un modo parecido a cuando se echa merkén a la cazuela de vacuno. Pienso en ese flujo verbal de Carvajal como en una dimensión de sus propios textos: Una capa sobre otra, y los sentidos se escabullen y reconstruyen a la distancia del tiempo y el espacio.
Regreso. Carvajal mencionó la palabra Chile. Casi puedo parafrasearlo: “Chile es una palabra como de amanecida, como algo que recién está abriendo sus pepas al mundo”.
No obstante, el “Chile” del poema no es algo ligero o ingenuo: Es la estructura de un Estado cayendo sobre un pueblo.
Ya que estamos en septiembre, reviso anteriores tropelías contra el popular. En la página 22, aparece Ranquil, texto que regresará en Inxilio. Esta es quizás una primera versión:
“Injuriando la nieve, maldecidos de la araucaria, los carabineros levantan sus botas contra la madre: Los chiquillos envejecieron mil años”.
O el siguiente:
“Leiva Tapia, enzarzado hasta el fondo ¿Quién puede olvidar el sonido de la sangre cuando cae?”
Textos como La noche como una plata e Inchin tanil mapu están enraizados en el sur, en el país mapuche, y en los padecimientos de hombres y mujeres.
La crónica otra vez:
“Se hizo negra la vida que era clara. Al camino público fueron lanzados los pobladores de Loncomahuida y Chiguayhue, Porma tienta el encostrado de su oreja que rebanaron. La traílla de Serapio San Martín —administrador general del ulmen Silva Correa— consumó el despojo”.
Aquí es remarcable el uso de la expresión mapuche ulmen para designar al rico, en este caso al terrateniente usurpador Ignacio Silva Correa, quien ocupó tierras mapuche a inicios de los años 60: El llamado Fundo Chiwaiwe, en las cercanías de Ercilla, Los comuneros perjudicados formaron el comité Los Lolocos para defenderse, según recuerda el artículo La reforma agraria y los mapuche, en el sitio web Ser Indigena.
Ahí también se indica que este Silva Correa disparó a un mapuche de apellido Collío en 1961, causándole la muerte. Este dato es notable pues se trataba de un recuerdo muchas veces narrado por Carvajal. Él aludía a un Collío en su recuerdo pero esa denominación podía colectivizarse igualmente, como el mismo poeta manifestaba en otra entrevista de 2009, a propósito de Inxilio: “era un pueblo el que padecía y yo formaba parte de ese pueblo”.
Otro dato que deseo destacar es la locación, como lo señala el historiador Martín Correa en su libro Las razones del ilkun/ enojo (LOM, 2010) Sitio de resistencias contra españoles y chilenos, en Chiwaiwe asesinaron al joven Alex Lemun en 2003; pocos años después caería tiroteado por la espalda, Jaime Mendoza Collío (los nombres/apellidos mapuche constituyen un mapa) Eran balas disparadas por carabineros. En 2014, Rodrigo Melinao también fue asesinado allí, en circunstancias nunca aclaradas.
Prosigue el texto de Carvajal:
“Parco de voces, siente las palabras en intensidad: 'Terminamos como inquilinos de la tierra que fuera indígena'
(…)
“Esqueletados los chiquillos mueren por 'el empacho'. Hablante de maldición, el huinca consuela por masacre: 'Dios necesita los angelitos'.
El cronista poeta está del lado mapuche. Toma anotaciones de su territorio, copia sus frases chamuscadas; lleva la data de las consecuencias del hacinamiento, la pobreza y el hambre pero también registra su organización rebelde, en pos de la recuperación. Se venía El Cautinazo, a inicios de los 60. Remata: “Arauco es un volcán que despierta”.
En Canto del Renaico aparecen otra vez malvados latifundistas (El más afamado avaro de la región, apodado “masca el agua”). Hay imágenes definidas de la injusticia y la escasez. Leo fragmentos:
“Muy eficientemente, el personal corretea al chiquillerío que junta espigas que la trilladora no recogió”.
(...)
“Ocurrió en los pozones de Guacolda: en una poquedad de agua háse ahogado Juanito Vásquez, de dos conmovedores años. Nadie dispone de una tabla para el cajoncito blanco (Los castillos de madera se acumulan por años en la estación ferroviaria).
El alcalde —animal con forro de cristiano—, dio a la ensombrecida madre una tarjeta bajo su firma, autorizándola para la limosna.
Sobre la mesa pionca espera su muertito”.
(…)
“En la madruguera edad, alarmando los pájaros del sembrado ajeno; recolectando manzanas en la forastería, esparciendo el pecho de la paridora gleba: niños, más niños y otros niños”
Fechado, abril de 1960.
Es lenta la historia. En algunos sitios, parece no trascurre.
Ocho. Muestra. En Intemperie (pág. 46) presente en (el cuaderno) Fuego marescente, hay un singular adelanto (o un autopréstamo) de un trozo que luego se usará en Inxilio. Un detalle, un recurso. Si hablara de música electrónica diría que es un sample. En este caso, una onomatopeya... El autor de Inxilio samplea desde un texto del pasado.
“Aúllo y me responde el loquero con abracadabrantescas salvas: ih... ih... ih”
En Estado de pandorga interna, de Inxilio, dice:
“La picana eléctrica burila su grabación imposible: El disco de los cuerpos al martirologio: ih... ih... ih”
En Atrozcracia aparece, por primera vez, y bajo otro título, uno de las mejores prosas de Carvajal, mismo que en Inxilio titula Infancia: La vivencia en el orfelinato de Valparaíso regentado por religiosos de sórdido desempeño.
Acá, el texto está dividido en tres partes (I, II y III) Es una versión diferente de la posterior. Sobre esta, sospecho que Carvajal cortó algunos párrafos pues las ideas ya estaban presentes en líneas previas.
No obstante, al final hay dos párrafos que centellean por la descripción de la urbe. Este poeta es de aquel tipo que sindica la ciudad con la codicia, la suciedad (humana) y el consumo. Desconfía del progreso (y/o la modernización) capitalista.
“Muy más codiciadas que depravadas estériles, sólo las máquinas sofocan la desesperación: se enervan las carreteras de cemento, de macadam hidráulico, de qué se yo. Velocidad: Narcosis nueva”.
“El humo de las chozas cobra una tristeza sobrehumana. De las cumbres salen disparados a la velocidad de trillones de años luz, cohetes que abollan su laterío contra los barrotes de la jaula cósmica”.
(…)
Nueve. Para concluir. Pienso en el muy menor afán de cerrar mi libro Temperaturas con un texto llamado Bruma. La libreta consigna anotaciones de otras tierras que inquietaron mi visión: el territorio mapuche, el williche, el chilote. También la mirada dolorida, enternecida y enrabiada:
“Tus palabras tenían el tizne que la quema le concede a latas y tablas. O la oscuridad que deja el abrazo de la lluvia bajo las casas; de los tiuques con su garbo, posándose en lo alto de los postes; del chukao que no canta, percute; de los hombres abrigados en humo y aguardiente.
Enterrabas las palabras a orillas de un río”.
Bruma es un homenaje a Carvajal pero también, un agradecimiento y un lazo.
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Sobre "Poesía No Publicada 1958-1968", de Hernán Carvajal Martínez.
Ediciones A la Gorra! Valparaíso, 2023.
Por Felipe Montalva Peroni