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Hernán Contreras R. | Autores |










"Timbal de piedra", poemas de Marcelo Canavire Castillo
Llamarada Verde, 2022.

Por Hernán Contreras
R.


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Timbal de piedra, de Marcelo Canavire, es un viaje que muchas personas hemos realizado: uno a través de los días, de enfrentarse a temores, de volver a los recuerdos. Hay una acción necesaria para ello, que paradójicamente es la pausa y el desarrollo del ritmo que hay en ella.


le temo a las ramas que trae el río


ramas como símbolos de brazos que nos quieren atrapar de noche, pero el poeta, así como no escapa a la palabra, tampoco lo hace a sus temores:


saldo una deuda casi extinta
bebo el río.


Canavire, además de mostrarnos un mundo interior de pensamientos, nos entrega constantemente en sus poemas imágenes que disponen el mensaje por sí solas. Y es que el poema es en gran medida imagen y solo quien se detiene a observar logra hallarlas, entendiendo incluso el riesgo que implica hoy en día detenerse. Pareciera que a ratos nos entrega imposibles en esta vida, pero que son, a la vez, acciones simples y humanas. Quizás de eso nos habla cuando escribe:


Exprimir lluvia de una nube


En este libro también podemos repasar la lentitud de los días que van atrás y vuelven al presente, un presente plano que se acentuó en los tiempos de pandemia, donde el ritmo impreso en el poema nos dice:


El reloj no tenía prisa
las arrugas
desafiaban al viento


porque si no podemos movernos ni salir, nuestras mediciones del tiempo se quedan en los cordones de los zapatos que no podemos usar. Pero ¿por qué tener prisa, si el poema nos llama a la pausa?

 

Marcelo Canavire Castillo

Pareciera que los poemas de este libro nos develan un tedio de una realidad plana, que no es capaz de empujarnos más que a su ritmo que es, claramente, ajeno al nuestro y al del poema. Entonces, si nos dejamos llevar, no hablamos nuestro lenguaje, hablan por nosotros, pero el ritmo del poema es el mismo con el que intentamos cambiar la velocidad de los relojes. El poeta, en actos cotidianos como recordar y volver a la infancia, llega también a cuestionar sus creencias:


denarios insípidos
enredados
en los dedos
son el tercer patio
de las palomas
y su mensaje


Timbal de piedra, se divide en cuatro secciones, todas con tintes de nostalgia con un gran trabajo de las imágenes, como la que da nombre al libro: el ruido que hacen las piedras en un río como timbales que anuncian lo que para un niño puede ser un miedo, pero que el poeta enfrenta. Canavire pareciera encontrar una fórmula: el poema y su ritmo, la armonía entre la forma y el contenido. Nos dice: el tiempo corre al fin/ a su ritmo. Quizás cuando, alejando al entorno y al tedio que este nos puede generar, buscando en sus emociones y recuerdos, el poeta logra tener su propia voz y habla como se habla en él, acercándose así a su verdad, como alguna vez Alejandra Pizarnik lo enunció: hablo como en mí se habla.

“La poesía es más bien una manera de callar”, nos dijo alguna vez Enrique Lihn y años después Mario Montalbetti: “el poema es el arte de decir lo que solamente se puede decir, y no ver en sentido absoluto”. ¿Qué se podría solamente decir y no ver en ningún sentido absoluto? Por ejemplo, el silencio, tan amigo de las pausas, o bien la ausencia. El poeta, en la última sección del libro, nos muestra la herida por la partida de su madre (pido disculpas por hablar de este tema sensible). Escuché una vez que mientras podamos hablarle a quienes ya no están y nos imaginemos sus respuestas dado el vivo recuerdo que tenemos de sus personalidades, esas personas no han muerto del todo, porque aún podemos escuchar, en determinadas situaciones, sus bromas, comentarios y consejos.

A fin de cuentas es mantenerla viva en el poema. La imagen, el recuerdo, la foto, elementos tan cercanos en sus significaciones. Cercanía de las palabras, cercanía sobre quien se escribe, cercanía al pasado. Cerrar el libro abriendo el corazón, una pérdida, una emoción tan genuina y literal: la pena, la tristeza de una pérdida, no necesita de una metáfora ni ser trasladada por una palabra a otro lugar. La literalidad del poema se basta a sí misma, cuando no hay más vuelta que dar. Hay partidas que nos traen penas y dolores inmensos, recuerdos valiosos, vergüenzas hermosas. Y qué nos lleva a escribir, aquí la poesía es su madre, su recuerdo, y nos hace pensar sobre cuándo y por qué escribimos. Pensar en esta pregunta tantas veces respondidas incluso en poemas, con respuestas tan distintas y subjetivas.

 


 

 

Selección de poemas de "Timbal de Piedra"



A las tres de la mañana

siempre a las tres
me pongo de pie
camino
lazarillo ausente
bebo agua
con esfuerzo
en la palma de mi mano
levanto la cabeza
saludo con el ceño
y el espejo
me recuerda
el trato
de no matarnos
uno al otro

a veces le fallo
a veces no está
a veces viene otro.

 


Río

Cargo la piel con esfuerzo
el sol me lanza brisas frías
se me olvida exhalar
cierro los ojos nublados
y el pasado retruca 

el Cachimayu suena
tengo las manos pequeñas
le temo a las ramas que trae el río
a la orilla  de piedras medianas
a caminar sobre ellas
descalzo
de noche
la fogata no ilumina
forma penumbras que gritan
que acusan y bailan
me empujan a la orilla

el rio me llama
con timbal de piedra
saldo una deuda casi extinta
bebo el río
él estira el brazo
y me lleva.

 


Si habláramos de tiempo

No existe réplica en vida
para lanzarte una vez más
aquella vieja pelota
usar en primavera el corbatín
que por horas zurciste
estrujar un poco de algodón rosa
para invitarte
abrazar tu aroma de yute y metal
despedirme con una sonrisa
dejar aquel vaso en la mesa
y que el ajenjo no naufrague
volver a casa, tocar el timbre
pedir perdón
alejarte de aquella hornilla
sin color
humeante
golpear con dos acordes tu ventana
sin que me corriera la lluvia
escribir vergüenzas hermosas
y pedir que el amanecer las borre
responderle a esa voz en la higuera
con luz apagada y penumbra
dejar que el humo de mil cigarros
se lleve lentamente palabras que no fueron.

 


El Silbaco 

…dícese alma en pena que se convirtió en
ave, y que nunca se dejó ver.
(René Aguilera Fierro)

Busco almas de una en una
nocturnas
humanas
forasteras
para hablar de soledad
y denunciarla.

Aquellos de trinos perfectos
y satín por plumaje
jamás me permitieron
conocer mi sombra
bautizar mi especie
estropear papayas.

Por eso busco almas
con deseos nocturnos
pecados humanos
y nostalgias forasteras.

Temo devorar su miedo
hasta encontrar el mío.

Sentirme cazador
estrujar frágiles trofeos
vestir color ajeno
en lluvia nocturna
esperando el eco.

 


Lapacho en flor

La mano de mi madre
suave
débil
me conduce
lentamente
bajo un lapacho blanco
y acaricia la arena
con sus pies desnudos.

Esperamos un bus
adornado como fiesta andina
ella me habla
con los dedos
presionándome el brazo
despidiéndose
con algarabía
en un trinar
sus pulmones
se llenan de aire
de albahaca
como nunca
en muchos años
y sonríe
silba
hay asientos libres
otros ocupados
por guitarras
cántaros y ajipas
abuelos de sombrero
tíos con bigote.

Sus dolores pesados
quedaron en la arena
por un instante
solamente
su alegría intensa
desbordó el lapacho
en mil pétalos blancos
y la estela de viento del bus
sin prisa
desdibujó su huella
y dispersó los pétalos.

El bus volverá
en tibia sombra
lo esperaré
se marcará la arena
de otra huella
se llenará el lapacho
de otro trino
antes de abordar.

 

 



 

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Marcelo Canavire Castillo (Sucre, Bolivia 1976). Poeta, arquitecto y docente universitario, residente en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. Formado en arquitectura en la Universidad Mayor de San Simón, cursó posgrados en Educación Superior y diversas especialidades técnicas. Graduado del Postgrado de Escritura Creativa de la Universidad Privada de Santa Cruz de la Sierra (UPSA). Forma parte del taller de poesía Llamarada Verde con quien publicó su libro “Timbal de piedra” edición Llamarada Verde – Bolivia y El otro Angel – Ecuador y ha realizado lecturas en festivales nacionales e internacionales, encuentros y espacios gestionados por diferentes colectivos poéticos de Bolivia.

 

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Hernán Contreras R. (Santiago de Chile, 1990) Publicó las plaquettes de poesía Proyecciones (La Maceta Ediciones, 2018) y El agua que baja (Porlasmias Ediciones, 2022). También es autor de los poemarios Trayecto hacia algunos días (Ediciones Filacteria, 2018) y Arritmia (Lagar Editores, 2024). Actualmente reside en Puerto Montt, donde trabaja en proyectos literarios, culturales y educativos. En el plano internacional, ha participado en el Festival Internacional de Poesía Joven Jauría de Palabras, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia (2021), del Encuentro Internacional de Poetas de Zamora, Michoacán, México (2024) y de la Feria del Libro de Funza, Bacatá, Colombia (2024).

 



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"Timbal de piedra", poemas de Marcelo Canavire Castillo (Sucre, Bolivia 1976).
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