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Horacio Eloy, en el contexto y situación de la poética
(Notas sobre la poesía de la poesía)
"Rituálica
De Despedida"
Por
Hans Schuster
Pluma y Pincel, abril de 2006
"Cine Macul"
...
"Acá nadie se pasa películas,
todos somos un gran reparto"
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Insistir en la especificidad y
autonomía de lo poético es parte de la tradición
por la textura o literalidad con que el verso o su extensión
hacia la prosa dan cuenta de una preocupación permanente por
definir, mediante el uso del lenguaje, la esencia de algo que ha estado
allí, lo que al interior del texto se comporta como lo no dicho.
Ese es el punto de entrada y salida del texto que comentamos.
El hablante utilizado por Horacio
Eloy en Rituálica de Despedida, ofrece un conjunto
de conocimientos puestos al ojo del ritual que despide con su factura
a aquellos "cines viejos" del
Gran Santiago de Chile. Cines que operan como signos culturales y
que con relación al contexto que describen reflejan tanto el
estado del alma del hablante, como la condición palpable de
aquellos iconos que fueron desapareciendo. De modo que cada texto
en sí, es un homenaje a cada lugar físico del cine y
al mismo tiempo un recordatorio disciplinado que subraya la noción
de obra como testimonio y sentido del trabajo poético.
Lo que aparentemente se ve como
un simple título que designa aquello que fue, forma parte del
enclave topográfico para acercarse al misterio de lo ocurrido
allí. De manera tal que la red de relaciones parte por signar
aquellos espacios como seres vivos que deben ser puestos en el mensaje
verbal, como piezas significativas de un acercamiento a lo real de
manera compleja. De forma que está presente la incitación
al desarrollo de una poética.
La Rituálica de Despedida
es entonces una suerte de tratado sobre la reflexión ante la
mimesis, entendiendo que tal imitación o reflexión de
lo real va más allá de aquello que describe y se convierte
en la marca, en la preocupación del verdadero sentido de la
Poética Aristotélica, que permite enfrentar al lector
con una obra que propone nuevas opiniones y combinaciones frente a
aquello que, estando allí, una vez resignado, permite gracias
al uso del lenguaje nuevos deleites, aunque éstos a ratos contengan
el tono amargo de una conciencia que tiene como acción detinataria
la trasmisión casi documental de un hecho cuya temática
fundamental es el paso del tiempo acorralado por las codicias y el
avance en el uso y efecto de una destrucción desafortunada
y sistemática, y con ello de cuenta de la relación del
cine como la manifestación cultural, en cuanto a espacio físico,
psíquico, de aquello que en el ejercicio de la escritura es
algo más que un espacio de dramatismo existencial, que a su
vez hace evidente el eco amplificado de la sensación de soledad
y de angustia ante lo absurdo de lo cotidiano. Puesto que los lugares
físicos en su gran mayoría permanecen allí, aunque
ahora son destinados a otra función. El ojo cíclope
ya no ilumina ni encandila a conciencia en su manivela de introspecciones.
Ahora, los espacios están allí como pedazos deteriorados
de una contemplación del mundo que se derrumba. De manera que
los actos verbales aparecen como apropiados a la denominación
del contexto y se mantienen rígidos a lo signado, como expresiones
portadoras de significados perdidos en la memoria del colectivo.
El acto de despedida es el propio
rito de suscribir los espacios y su opinión ante los contextos,
el entorno es siempre una situación espacio-temporal, y allí
se instala la voz, al conocimiento de una realidad que el hablante
sabe, casi desconocida para el interlocutor, y desde su imperfecta
sabiduría pretende decir exactamente la causa de los hechos
ante la pérdida de espacios que no sólo tienen su lugar
en la historia, sino que como todo merecen la atención de escritores
que comparten su deseo por inducir al lector a imaginar una situación
en el conjunto de acontecimientos, anexos a la pérdida del
lugar de la ficción, al mismo tiempo establece como referente
en la construcción marginaria lo signado, localizado en su
condición o ex condición de espacio real, de allí
su preocupación por lo circundante o bien la dirección
exacta del cine en cuestión.
De manera tal que es lector el
nuevo espectador de lo que mediante la morriña, es parte de
lo vivido y al mismo tiempo debe compenetrarse ante su propia responsabilidad
social y acercarse a la obra con el distanciamiento estético
que el propio hablante manifiesta una y otra vez. El lenguaje empleado
opera como cómplice, lo cual supone un acercamiento a aquello
que se desarrolla desde y dentro del lenguaje poético: el rito
de despedida ante la anécdota de aquello que paulatinamente
se acerca a su desaparición.
Lo pleno, lo complejo y lo efectivo
del lenguaje poético se ve reflejado en la construcción
de imaginarios, espacios, de lo no fingido; y marcan la diferencia
entre la construcción poética y el desarrollo de una
obra anclada en un discurso que autoelabora su propia y singular poética,
en cuyo ritual en la memoria permanecen treinta y ocho cines.
Cine Minerva
Minerva, protectora de las artes
y las ciencias,
San Pablo, apóstol y santo,
Chacabuco, batalla,
campo de concentración.
San Pablo con Chacabuco.
Francisca iba a la vermut
todos los sábados,
Pablo también,
miradas furtivas cabalgaban
de uno a otro,
miradas cómplices,
ese viejo asunto
de ojos y pelvis.
Ella vivía en Libertad, con sus
padres,
él, con su abuela en Cueto.
Ella estudiaba en el Liceo 1,
él, en el Instituto Nacional.
Ella leía a Simone de Beauvoir,
él a Jack Kerouac.
Se conocieron en la Posta Chacabuco
a la vuelta del Hospital san Juan de Dios,
Ella se había roto una pierna,
él, se había partido la cabeza.
Se besaron mil veces en el Minerva.
Ella vive ahora en Rotterdam,
él en Patio 29.
Cine Marconi
El grupo Embrujo
toca algunos domingos,
los Vidrios Quebrados,
Los Macs,
Los Blops,
también Víctor Jara.
Son mañanas plenas,
barquillos y cannabis
a media cuadra de Providencia,
una película en colores
descolgándose sutilmente
sobre la nueva vida.
Es buen comienzo
una nube de mantras
sacudiendo la cordillera,
es la Dolce vita,
la nueva vida
cualquier vida,
todas las vidas.