TARA, EL PESO DE LA PÁGINA EN BLANCO
Poesía de Domingo Díaz Rischmaui. Mago Editores, 2010.
Por Horacio Eloy
TARA (MAGO Editores, 2010) es el peso de una mercancía en una balanza, también se refiere al problema sicológico de un individuo. Sin embargo lo que hoy nos convoca es un libro de poesía cuyo título escueto es TARA, así, directo al mentón, más bien a la imaginación.
Su autor, el poeta Domingo Díaz Rischmaui, nos invita en su propuesta textual a pesarnos y a pensarnos en poemas anclados en una mirada que ronda las noches y los días. La mirada es a veces de un outsider, un fuera de juego que desborda la página en blanco para atrapar los sueños reales o aquellos ya perdidos.
TARA es el peso, decíamos, de una mercancía, pero la poesía no es una mercancía. Muchos aseguran que la poesía no se vende como ésta, es más, la poesía no se vende al mercado, y al contrario se proyecta como el gesto más radical de la comunicación y la condición humana. TARA, en este caso creo, sería el peso de la vida, el peso de la existencia, materializado en estos poemas coloquiales y narrativos en ocasiones.
Cristina Peri Rossi, notable escritora uruguaya, afirma que “Toda obra literaria es un intento de lucha contra la fugacidad, contra la muerte, contra la desaparición, y por eso es nostálgica”. Señalo estas apreciaciones porque muchos de los poemas que conforman este libro están imbuidos de este espíritu. Retornar y comprobar la devastación del tiempo se hace presente a través de las páginas en una poesía directa, sencilla, libre de pirotecnia verbal, que retrata atmósferas sutiles y límites cargados de imágenes tensionadas en un lenguaje lleno de matices y sugerencias.
De todas formas, a mi parecer, lo anterior no tendría significación si no se consideraran las palabras del gran Jorge Teillier, quien magistralmente dijo alguna vez: “No importa escribir buenos o malos versos, sino transformarse en poeta, superar la avería de lo cotidiano, luchar contra el universo que se deshace, no aceptar los valores que no sean poéticos, seguir escuchando el ruiseñor de Keats, que da alegría para siempre. De qué le vale escribir versos a tanto personaje resentido, encerrado en una oscuridad sin puerta de escape, que vemos deambular por el mundo literario…”
Estoy cierto que el autor de TARA sintoniza plenamente con los elementos señalados y que implican una postura plena de honestidad frente al oficio de vivir y escribir en un mundo cada vez más alejado de los destellos de la poesía.
“Hay que leer a Pezoa Véliz”, nos dice un verso de Tara, es una invitación generosa para entrar a territorios sembrados de palabras, “hay que escuchar el lenguaje de los pájaros”. Me sumo a estos consejos del buen saber y señalo: hay que leer los poemas que contiene Tara, hay que leerlos, leerlos para respirar el aroma de la buena y sencilla poesía.