Exit para un regreso
Presentación de Última función (Mago Editores) de Horacio Eloy
Por Sergio Rodríguez Saavedra
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"En la ruta
tu imagen sonriendo"
Estos son dos versos de El último paradero de Jack Kerouac, a su vez, página 22 de Última función, quinto libro en la producción personal de Horacio Eloy: el scrip de su vida.
Siempre he dicho que es el último poeta beat de Chile. “Penúltimo” me replica mañosamente, yo lo dejo así, para eso están los amigos: escuchar las penas y aceptar las mentiras. Ciertamente podría cruzar del Pacífico al Atlántico con todo lo corrido y recorrido en esta ciudad. Alguna vez, en la década de los 90’, cuando manejaba un Citroen Visa que más parecía al caballo del Quijote que a una pieza de la tecnología francesa, lo llevé a algún lugar de la calle Arturo Prat para constatar la desaparición de un cine, transformado ya en una fritanga de papas. “Así termina la mayoría –me dijo- como restaurante de comida china o iglesia evangélica” y, tan cierto como sus poemas, es que esta alegoría del mundo moderno, del Santiago sin pasado, está nutrido por un profundo conocimiento del tema en tanto vida y obra, decantada en textos cargados de humanidad y certeza:
“Allí el pequeño Ulises Ramírez
subía a su vientre exacto a las 6.45 A.M.
su destino, la Escuela Pública Nº58,
Moneda con García Reyes.
La Central Ovalle
cruzaba la Estación Central,
se perdía en el poniente
y sólo retornaba a la plaza
cuando el neón
acicalaba las calles de la ciudad
con su lenguaje de otros mundos.”
(Central Ovalle)
La poesía de Horacio Eloy pertenece a las poéticas eminentemente urbanas donde entronca con la historiografía de la ciudad, su toponimia olvidada, la resistencia que persiste en la memoria del transeúnte. La vida que pasa como las imágenes proyectadas en una sala vacía donde la puerta de escape en vez de decir exit lleva tu nombre. Poéticas que usan de preferencia el nombre propio, el suceso cotidiano, el destello de un segundo que ilumina una muralla que sobrevive con la dignidad que tuvo alguna vez su sueño. Sentado junto a Redolés, a Pholhammer, o Cuevas pueden completar perfectamente el plano de la urbe donde deambula un sujeto arrastrado por la postmodernidad, mas, todavía con el orgullo a cuestas, cuestión que le hace distanciarse –para bien a mi modo de ver- de Pepe Cuevas:
“Pablo de Rokha leyó su colosal poesía
en este teatro-cine,
los versos volcánicos del vate
arremetieron hasta el Cerro Blanco,
airosos entraron por los patios del liceo Valentín Letelier,
cruzaron delirantes el mercado de La Vega
y como un toro furioso
regresaron rugiendo por Recoleta.”
(Cine Recoleta)
Esta línea no es periférica, yo diría que desde Paseo Ahumada de Enrique Lihn hasta Rascacielos de Enrique Winter, pasando por Gonzalo Millán en la capital o Juan Cameron en el puerto, por nombrar algunos, se ha vuelto una de las temáticas recurrentes de la poesía chilena contemporánea, en la cual los presentes textos ocupan un lugar, perdón, una esquina de privilegio. Tal vez se debe mencionar otra situación que ubica a Horacio Eloy en una distancia otra dentro de estas líneas: su atisbo lárico. José María Memet recuerda que emparenta con Jorge Teillier cuando sostiene un tiempo pasado que debiese ser el mismo de siempre, más bien dicho, en la permanencia de ese tiempo, nunca definitivamente ido. Lo ratifican textos que están expresamente dedicados al vate de Lautaro. No es raro entonces, encontrar el paisaje de los ojos antiguos perpetuándose junto a un libro, un cine, o una plaza mientras la urbe pasa a un segundo plano:
“Nunca se sabe
al abrir un libro,
sus páginas misteriosas
destilan vino y veneno,
y el lector, aquel gusano de seda
siente en sus venas
el calor de las palabras,
lo sabemos
es la derrota de la página en blanco,
o tal vez
la lucha de las hojas
por volver a los árboles,
o simplemente arder
como arde una ciudad
con el lama de un bosque.”
(Libros viejos)
Dividido en tres secciones: Matiné: es decir, el ajetreo cotidiano titulado con recorridos de viejas micros de Santiago, como la Central Ovalle o Recoleta Lira (recorrido del cual la autora portorriqueña de novelas infantiles María Isabel Carvajal tomara su seudónimo: Carmen Lyra); Vermouth: textos de carga ciudadana, donde el transeúnte acude a encontrarse y Noche: poemas titulados con nombres de cines desaparecidos, espacio que convoca la utopía y el encuentro, este libro viene a ser la summa del trabajo que Eloy iniciara en 1992 con Paisaje de milagros, obra que hoy asume, a pantalla completa, lo mejor de su repertorio.
FILSA. Santiago, noviembre de 2012