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AL SOL INVICTO (HENOBARBO)
Lecturas Ediciones 2014
Por Juan Santander
Publicado en http://www.loqueleimos.com/ 9 de septiembre de 2016
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Pienso en Al sol invicto como una curiosa amalgama de versos bélicos, mentales, históricos y hasta ocultistas. Lo leí en un tiempo que coincidió con la experiencia de ver Sans Soleil de Chris Marker y tendí a pensarlo como un montaje de poemas con videos, como fragmentos de un recorrido de tesis y divague. Las referencias a personajes históricos muchas veces me dejaron un poco fuera de la lectura, pero ese mismo efecto críptico, o que exige un lector con una enciclopedia amplísima, genera ese efecto de fantasmagoría de las culturas y las épocas a través del tiempo tan propio, por ejemplo, de los Cantos de Pound. También hay textos a los que uno accede más, ya que las referencias parecen un tanto más accesibles, centradas en la época de la Contrarreforma y el Barroco.
En el año de 1593
al cumplir los 66 años
Felipe II recostado en su cama
volcó la mirada
su ojo obsesivo sobre las figuras
el edén y el infierno ya le eran conocidos
materias comprendidas desde la infancia
en el centro del retablo
obediente
buscó a la Virgen
no era la primera vez que miraba la escena
no sería la última.
Al sol invicto nos presenta una escritura que siempre busca seguir, por lo general sin comas, ni puntos seguidos, ni estrofas, solo cortes de versos que la hacen muy fluida y punzante, como tratando de encontrar algo a la vez que se desenrolla para ser leída. A esto también contribuye el uso de anáforas e imágenes precisas. El uso de la primera persona plural, como ese sujeto colectivo o propio de los cronistas o los pelotones, se mezcla con el monólogo, un tipo de monólogo propio, pienso, de un personaje de película de guerra.
La metáfora recurrente del libro es el sol como testigo de las peleas humanas y como testimonio de que toda imagen surge de la luz de dicha estrella. Además de esto, hay menciones históricas de todo tipo, entrecruzadas como en una biblioteca desquiciada. Citas a tótems culturales como Eliot, Bach el Bosco, etc., se entremezclan con menciones a personajes locales y extravagantes como el “profeta de Peñalolén”. No hay nada nuevo bajo el sol, parece ser la máxima que el libro desarma y complejiza, de manera fragmentada y a veces caótica. A pesar de que predomina esta primera persona plural, testimonial, también existen momentos de subjetividad, o uso de la primera persona, como es el caso de la sección del texto titulada “Al sol invicto”:
y el miedo
ajeno a toda belleza
realidad
tocó la barba
mi barba
barba de mi padre
y todo vuelve
todo vuelve al sol
todo vuelve al lugar
todo vuelve al sol invicto.
En este libro hay un discurso que fluye y va dejando poemas a su paso. Y el sol es el hilo conductor de estos fragmentos, testigo de las atrocidades, de las batallas, los vencedores, los perdedores y también de las genealogías. De ahí el “sol invicto” y la barba de bronce. Tengo entendido que eso significa “Henobarbo”.