EL
OFICIO DE CAER HACIA LO ALTO
Sobre Arte de nariz
(Lima: Mesa Redonda, 2007) de Miguel Ángel Malpartida
Por Héctor
Hernández Montecinos
Los jóvenes poetas se han tomado la palabra, y muy en serio.
Sus escrituras deambulan por distintos países como ráfagas
de honestidad, elocuencia y fuerza; un nuevo aire sopla y remece los
viejos cánones, los pergaminos de honor y el polvo de las bibliotecas.
Latinoamérica es el portaviones de hordas de poetas que vuelan,
cruzan el cielo, se estrellan o simplemente se pierden para nunca
más volver. Porque, de algún, y de todos los modos,
la poesía siempre ha sido un viaje hacia lo que no se conoce,
ya sea desde la página en blanco que es ese desierto infinito
hasta las profundidades de la tinta que es el mismo océano
y sus bestias en lo más profundo, o ese bosque lleno de hermosos
árboles que es el libro mismo. La geografía pareciera
ser una biografía para el poeta que se atreve a emprender el
camino sabiendo que jamás se sale ni se llega a ningún
lugar.
Miguel Ángel Malpartida en Arte de Nariz lo entiende
muy bien, intuye el oficio y el arte que significa salir de casa y
no volver, que ese gesto radical de la poesía, del mismo modo
que la locura y la muerte. Todo viaje, hasta el más insignificante,
es la síntesis de una vida entera. Los cielos, los mares, los
territorios todos son ese compendio en que la pregunta por un yo se
hace innecesaria, porque todo vive más que el ser humano, incluso
sus propios libros.
El primer capítulo del libro es "Modelismo", la
fotografía de una mano gigante abre esta serie de textos que
recorren mares, jardines, montañas como si el ojo de un ave
con motor circundara su mundo propio en busca de alguien que no conoce,
pasando a llevar consigo todo tiempo y lugar. El monte Kyoto del siglo
pasado, Normandía en guerra aún son blancos en esta
página que la extremidad va escribiendo, esto es que, la mano
deviene avión y ese avión escribe en la hoja lo mismo
que si las huellas de su vuelo quedarán en el cielo. Cito:
El C47 mirado por sus cuatro costados es
una nave enorme, un armatoste pesado,
de alas y nariz romas, de llantas de caucho
como bombones.
La siguiente serie se llama "Daguerrotipo" y en la fotografía
aparece un gallo, un ave que no vuela, con sus alas atrofiadas pero
que sin embargo es el primero en detener al sol. Esta es la imagen
del libro y la metáfora de la pluma que contempla el cielo
como su origen y su fin, de tal modo como el poema contempla al autor
y le dice que aunque escriba todos los poemas del mundo no podrá
conseguir lo que desea. La distancia entre quien habla y su destinataria
es el fracaso de este vuelo rezagado, por tal escribe: la necesidad
es el inicio. Las historias son de juguete, tanto las grandes como
las mínimas, y los juegos son siempre una preparación
para la muerte, para el momento en que se representa su fin y su finalidad.
Cito:
(el ave desespera,
se deshoja en el vuelo,
invade jardines)
La tercera sección es "Lanzallamas" y se ve en la
imagen a un poeta escribiendo su poema encendido y arrojándolo
al infierno. En estos textos se reconstruye la microépica de
una guerra personal e íntima, pero que al mismo tiempo es la
guerra de todo escritor frente a la realidad, a la palabra y a sus
miedos. La niñez es configurada como un escenario bélico,
padre y madre son ejércitos que atraviesan países, ese
país incógnito que es el yo. El gran viaje que es este
libro cruza la historia como si fuera un gran mar donde pequeñas
islas son los lugares en que la guerra se lleva a cabo, una guerra
para que el poema exista. Cito:
Las manos marítimas
o subterráneas de mi padre
atraen el olvida
salpicando el agua
sobre mis hombros
Arte de nariz de Miguel Ángel Malpartida es la bitácora
de un recorrido entre la realidad y la ficción, en ese intermezzo
es donde aparece el poema, que son todos los poemas del libro, dando
señales de vida, porque justamente la vida es ese conjunto
de señales, algunas ciertas, otras menos falsas. La madurez
de la mano que escribe y del ojo que imagina son los de un gran artífice
que puede darse el lujo de naufragar porque saldrá a flote
por su obra, también puede lanzarse en picada hacia el cielo
porque allá están todos los poemas escritos con nuestra
lengua muerta. Este libro se agrega a las grandes obras de jóvenes
poetas que aparecen en nuestro continente, y es una invitación
a un vuelo lírico que los nuevos lectores no querrán
desperdiciar.
Santiago, julio de 2007.