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La poesía es un
llamado de alerta
Conversación con
Héctor Hernández Montecinos
Por Claudia Apablaza
En La Voz del Escriba
- ¿Qué diálogo tiene tu escritura con los poetas chilenos de los
noventa?
- El único diálogo desde el comienzo fue cuando me dije que no
quería escribir así como ellos, no quería pasarme cinco años puliendo
diez poemitas como si fueran joyas, para luego publicar cinco creyéndome
que eran el mejor ejemplo de esa escuelita de la ultracorrección,
la moderación y el buen tino. Ellos creyeron que hacían obras
que decantaban todo lo mejor de la tradición lírica nacional, negando
todo exceso, todo desborde, toda mancha, acaso como si la vida
misma no lo fuera.Conocí a varios poetas de ellos, todos me decepcionaron.
No tenían un discurso sobre el ejercicio de escribir, no estaban
pensando el mundo, no querían construir nada en este nuevo
escenario nacional que era el "fin" de la dictadura. Sólo podían hablar
de literatura, y ni siquiera, sino que de historia de la literatura, de traducciones,
de editoriales y nada más.El sentido vivo de la poesía que
yo quería no estaba allí. Fueron la mejor escuela de lo peor para no
escribir como ellos lo hicieron.
- ¿Crees que la molestia que tienes hacia los noventa se justifica
en los textos de los poetas de los noventa o sólo en actitudes de
los mismos?
- La poesía que se escribió en los noventa en realidad para mí no fue
más que borraduras, pactos de silencio y blanqueo que desactivaron
toda forma de dispositivo político y disruptor en la literatura de esa época:narrativa y poesía. Evidentemente hubo obras,o partes de ellas,
que se escaparon, como las de Yanko González y Germán Carrasco, y
uno que otro más. Leo esas obras minúsculamente inofensivas -no
inocentes porque no lo son, de hecho es al revés- escritas con el miedo
a no querer hablar de un tiempo y un espacio al que pertenecían,
encerradas en sus bibliotecas mentales, sumamente literatosas, limpiecitas.
Allí no veo más que el aprovechamiento de un renacimiento
del campo cultural universitario (no digo academia porque en Chile
no existe), el cual se autoimpuso una labor de salvaguarda de la literatura
chilena, y en ese gesto violento y transaccional se dieron cabida
estas poéticas enlodadas en la tradición más líricamente reaccionaria.
Vi las obras de todos esos poetas y me parecieron tan nimias, muertas,
carentes de fuerza, de la vida misma que las llevaba a estar escritas.
El miedo escrito, que a mí me aterrorizó.
- En algunas entrevistas y escritos, la novísima acusa a los noventa
de fascistas y los noventa acusan a la novísima de fascistas, ¿por
qué crees que pasa esto? Yo lo veo como una necesidad de ambos
por deshacerse de un fantasma que anda rondando por ahí y del
cual nadie quiere hacerse verdaderamente cargo.
- El fascismo es un fantasma que aún anda dando vueltas en Chile, y
en realidad es más que un fantasma, sino un monstruo real con nombres
y apellidos, pero existe un fascismo literario que tiene que ver con
el conservadurismo (escritural), la doble moral (entre el papel y la vida),
el afán enfermizo de economizar (lenguaje), el gusto por lo correcto, la
bella forma, la concisión del poema, entre otras muchas características.
Incluso para darle más sentido a lo de fascismo podría agregar
que la mayoría de ellos hace clases de literatura en universidades en
manos de ex militares y grupos ultra católicos de derecha, que sí son
fascistas. Entonces el fascismo que ellos verían en nosotros no sé de
donde vendría. ¿De recibir una beca del Consejo de la Cultura?, ¿de
salir en La Nación?, ¿de estar en YouTube?, de verdad, no lo sé. Habría
que preguntarles a ellos. Es más, en mucha de la poesía de hoy aparece
la palabra fascismo como tema, como metáfora, como tensión y
fuga de escritura; no hay miedo de él, pero si buscas en los libros de
ellos jamás verás una referencia a eso, ni a nada que tenga que ver con
las instancias del poder, en ninguna de sus aristas.Yo lo tengo superclaro,
incluso hasta puede ser una obsesión.
- ¿No crees que las poéticas de los noventa, digamos chatas, temerosas
y encerradas, como las describes, son producto del mismo
miedo histórico en que se gestaron? En ese sentido, creo que la
novísima fue afortunada porque se generó en otros espacios más
adecuados para presentar los proyectos de escritura (de democracia,
principalmente); es decir, de partida no se pueden equiparar en
términos de escenarios de gestación y desarrollo. Ahora bien, independiente
de eso, veo que no justificas el temor constante en los
proyectos de escritura de los de los noventa.¿No crees finalmente
que para que existiera la novísima debieron existir los poetas de
los noventa, son parte de un mismo recorrido?
- No creo que su cobardía sea producto de ese miedo histórico, pues
si fuera así no se habría gestado la Escena de Avanzada o ciertas poéticas
muy arriesgadas desde mediados de los setenta hasta fines de
los ochenta. El contexto de catástrofe que se vivió fue uno de los alicientes
para que se iniciara esta indagación en y por el lenguaje. Es
decir, al ver la paranoia dictatorial por coartar el lenguaje, el habla, los
decires, tanto sociales, literarios, publicitarios, etc. los escritores quisieron
potenciar ese dispositivo de disidencia que ahí había, por tal sus
obras se densificaron en todos los niveles de expresión, y este fenómeno
no se dio en los noventa, incluso siendo que ya publicaron cuando
la dictadura militar había terminado. La propia década del noventa fue
donde se vio con una nitidez insólita la dictadura del mercado, la
misma que los cómplices de Pinochet idearon para seguir en los turnos
de poder, y de ahí hasta ahora no mucho ha cambiado. El blanqueo
en Chile funcionó y esas poéticas como esas narrativas de la época fueron el coro fingido por un nuevo país apolítico,descomprometido,
y sin memoria, cosa que lograron. Es por eso que la novísima
tiene ese carácter político tan marcado, porque hay una deuda, un
tema pendiente entre el poder público y privado con respecto a la
disidencia y el inconformismo que nace desde las artes. El hecho de
que no estemos en dictadura no significa que haya libertad de expresión
así en términos prácticos, pues el ruido que se genera desde los
medios, las campañas políticas, la publicidad son formas de hacer
callar a los disidentes, aislarlos. Por tal la novísima tuvo que hablar fuerte,
decir con claridad y a vista de todos lo que pensaba, y eso fue lo que
aún molesta, el hecho de que hablemos directamente tanto en un
diario, como en los mismos poemas. A la otra parte de la pregunta la
respuesta es categórica:no.O sea, la novísima no nace como reacción
a los noventa, de hecho para casi nadie fueron tema, más que para mí
como gesto de corte y para un par más de nosotros. Los noventa no
nos importan, son sólo una parte del iceberg que sí nos importa y es
la relación entre poder, fascismo y escritura.
- ¿Qué es la novísima,quiénes son parte y en qué sienta sus bases?
- La novísima fue un nombre que se le asignó a un conjunto de escrituras
que aparecieron desde el año 2000, emparentadas por la amistad
de sus autores y por la correspondencia en sus espacios inaugurales de
circulación. Una de sus señales es que acerca la noción de joven poeta a
lo que significa el inicio de la mayoría de edad, es decir, fue una instancia
en que muchachos y muchachas de alrededor de dieciocho o diecinueve
años comienzan a escribir sus proyectos personales con apuestas
estéticas más bien cercanas a la experimentación, la radicalidad, el riesgo
escritural. No es más que eso. Ha corrido mucha tinta sobre la novísima,
la mayoría malintencionada, pero está bien, era lógico que pasara.
Las poéticas de Paula Ilabaca, Diego Ramírez, Pablo Paredes, Felipe Ruiz,
Gladys González y algunas más son desde su momento mismo de
escritura una interrupción y una problematización desde varios ángulos.
No hay manifiestos, ni reuniones secretas, ni nada de eso, simplemente
un grupo de amigos primeramente, luego una pandilla poética
como dice Paredes y ya. Todos escribimos sumamente distintos, leemos
cosas distintas, nos movemos en discursos y tensiones distintas y eso es
uno de los valores agregados, su misma heterogeneidad nómade.
Algunos han querido aglutinarnos, pero sin duda el corpus se escapa
solo de esas categorizaciones. No es más que escritura honesta, sin
miedo al error formal, y siendo el soporte de nuevas formas de
rebeldías como el delirio y la ternura, entre otras.
- ¿Crees que un escritor deba trabajar como un gestor cultural en su
posicionamiento más allá de la publicación de sus libros? ¿Por qué?
- En Chile la mayoría de los poetas somos gestores culturales, porque
nadie hace nada desinteresadamente por ella. Las instancias culturales
del Estado no organizan actividades de poesía abiertas ni masivas, tampoco
los privados, o sea nadie salvo los propios poetas que se mueven
para llevar a cabo empresas como el mismo festival latinoamericano
Poquita Fe que hacemos en Santiago, o como muchos más por ejemplo
el Riesgo País que se hace en el sur de Chile. Los mismos poetas estamos
obligados a organizar, por salud mental y ecología social, estas
zonas de diálogo y visibilización comunitaria de la literatura, pues tanto
el mercado, como las universidades y la misma indiferencia del medio
son el contexto aciago para que las escrituras sigan en las mazmorras
del silenciamiento o la ridiculización. No es farandulizar la poesía, sino
que devolverle su estatus de socialización de discursos en un contexto
artístico, en un contexto anómalo y que pone en jaque al mercado
como tal, y al literario que se solaza en el éxito de ventas de cierta narrativa
o de cierto tipo de ensayos o testimoniales. La generosidad de la
poesía consiste en abrir espacios para otros, para los que están y los que
vienen, también para los que ya estuvieron antes y fueron de igual
modo generosos. La poesía abre puertas y derriba murallas en cada
página, para que sea real se necesita de la parte de uno.
- ¿Por qué los novísimos quieren "fumigar" el pasado?
- Los novísimos no queremos fumigar el pasado, pues ese gesto es
una forma totalitaria de hacerse de un presente, y no es necesario. Es
sólo renombrar zonas y escrituras que fueron silenciadas y dejar en
claro la anodina cobardía de otras que hoy hacen lo imposible por
adquirir un valor en el mercado literario, cueste lo que cueste.Y claro,
hay pasado y pasado, evidentemente nos molestan ciertas conformaciones
y sedimentos, por eso es que uno se refiere a ellas para problematizarlas
aunque de su parte no haya respuesta, pues temen a la crítica.
Eso de "fumigar" apareció en unas lecturas de ciertas poéticas
que hizo Felipe Ruiz amparadas en el fascismo escritural del que
hablábamos antes y a manera de devolverles el juego se hizo esta
referencia que evidentemente cayó mal a la primera y no fue leída con
la altura que necesitaba. También lo señaló Zurita, de que escrituras
más poderosas anulan, u obnubilan, a las que no lo son, y todo esto
tiene sentido en la manera de ver más simple la historia de la literatura,
no es ninguna acusación capital, ni nada que no se haya dicho con
menos disimulo:ciertas obras devoran como hoyos negros a las que
están a su alrededor, y basta mirar para atrás para darse cuenta.Es una
especie de selección natural de las escrituras en una carrera no con la
evolución sino que con la velocidad del mundo. No se puede seguir
escribiendo como hace cien años siendo que lo que sucede en la realidad
ya no tiene que ver con ese pasado, que por lo demás generalmente
está diseñado como maniobra. La poesía más que nunca es un
llamado de alerta a las condiciones de posibilidad del mismo género,
y de los espacios de libertad y creatividad. No son los novísimos quienes
fumigarán a estas poéticas mediocres y miedosas, sino que los lectores
que ven el mundo caerse a pedazos y ya no creen en la belleza,
el bien y esa verdad que el conservadurismo literario ha querido mantener
a la fuerza mediante beneméritos a sus cultores o al silenciamiento
o la parodia rabiosa a quienes la han combatido, y quizá ese
sea el lugar final de la novísima, haber sido hace diez años la piedra en
el zapato a una continuidad timorata que también vio en la poesía de
los ochenta un exabrupto.
- ¿Qué futuro le ves a los novísimos ahora que te fuiste de Chile? ¿Cómo ves tu relación con ellos de aquí en adelante?
- Todos siguen escribiendo ininterrumpidamente, de hecho
creo que ninguno de ellos se siente así como parte de la "novísima",
no somos una selección de fútbol, ni niños símbolos de
nada. Nosotros mismos para nosotros mismos somos amigos.
Ellos son quienes me interesa saber como están, con quienes me
escribo y chateamos, luego me entero de la parte literaria por
otros medios. Cada uno sigue ampliando sus registros y llevándolos
a lugares no antes explorados por ellos mismos, por eso
veo que tienen para rato, pues reinventan sus tópicos, adquieren
más cruces aún, no se agotan en todo lo que han logrado y sobre
todo tienen la fortuna de contar con los nuevos lectores de hoy,
o sea muchachos y muchachas que han salido de sus talleres,
que leen sus obras, que dialogan con ellos, y que esos chicos
estén de nuestro lado es un don, de verdad, un don, una esperanza,
una utopía real y un reto para seguir.
- ¿Por qué te fuiste de Chile?
- En un momento Chile se me apareció como una pesadilla, tanto de
sus políticas básicas hasta la instrumentalización que la extrema derecha
hacía de todo lo que pasaba. Veo a Chile como una gran liquidación
de un centro comercial global para que los poderosos del extranjero,
en especial gringos y españoles, compren y destruyan lo que a su
paso esté, me refiero a ríos, glaciares, bosques, comunidades indígenas.
Por otro lado, la doble moral mojigata me asquea, se impone
como voluntad social y ante la cual no hay respuesta. Todos somos
usuarios y no ciudadanos. Chile va en muy mal camino, y las pocas
alternativas de conciencia son silenciadas y no tienen visibilidad. Por
eso yo no quiero estar allí, aporté con mi grano de arena abriendo
espacios, generando diálogos, moviendo personas e instituciones
para que la literatura sea una primera llamada a un movimiento
mayor de apertura mental, de libertad y creatividad sin tapujos. No
hubo mayor respuesta, el egoísmo, el miedo y el desgano triunfó. El
mercado es lo más importante, quédense con él, y que cuando termine
de caer que también caigan los que de él mamaron. Me da pena
por lo que pasará en Chile, en especial por mi familia y amigos. En
México, me siento cómodo y feliz, no es el paraíso claro está, y muchos
de los problemas antes enunciados en Chile acá también se dan, sólo
que hay más oportunidades, más reconocimiento al trabajo artístico.
- ¿Crees que es necesario para un poeta tomar distancia de su
país o quedarse siempre en él, con ese gesto heroico que tienen
algunos escritores que dicen que no hay que irse de Chile?
- La vida es puro movimiento, las personas, los lugares, los
sentimientos, todo se mueve.Tanto los poetas como cualquier
persona deben moverse, ya sea físicamente como de manera
mental, pues allí se descubre lo nuevo, lo que no se había visto,
se da espacio a la sorpresa y lo inesperado que terminan anulando
la rutina global de Occidente. La poesía es un viaje decía
por ahí, y en estos años que llevo de escritura se me hace cada
vez más lógico y certero. Por ejemplo, estar en Perú, Brasil,
Alemania son experiencias alucinantes, o el mismo México. La
distancia con el mundillo, a veces bien infernal, es una práctica
sumamente recomendable, pues se enfoca mejor la mirada
sobre la gente y situaciones específicas. Por lo demás no hallo
nada de heroico eso de quedarse para siempre en Chile, es
hasta patético, lo veo como parte de esa soberbia chilena de
creer que su poesía es lo único que vale en Latinoamérica, de
hecho hasta me parece abominable.
- En tus textos apelas mucho al concepto de periferia vs oficialismo, ¿te siente un poeta periférico, marginal u oficial? ¿En qué sitio
podríamos encontrar hoy lo marginal en la poesía?
- Me gusta la tensión entre periferia y centro, u oficial, como le dices,
pues lo primero que me importa afirmar es que ambas son conmutativas,
móviles, intercambiables hasta los grados más insólitos, entonces
por ahí comienzo a repreguntarme el destello de la periferia y el
deslumbramiento de la centralidad. Por ejemplo, en un hospital un
enfermo terminal es más central e importante que uno que se haya
quebrado un pie, es decir, uno es hegemónico por su estado con respecto
al otro, que en términos fuera de ese lugar sería absolutamente
al revés. Entonces me nace la pregunta más profunda que es por los
escenarios donde se instalan esos discursos, en vez de preguntarme si
son periféricos u oficiales, o de otro modo, escribo desde la
Manicomia, que es la figura heterotópica de la reclusión, de la clausura,
de un espacio que es más que un lugar-otro, pero menos que un
no-lugar. Un libro en una buena editorial, una beca de escritura, una
entrevista en un diario no te hacen oficial, tal como una edición fotocopiada,
o la renuncia a las distinciones o las lecturas en lugares "periféricos"
no te hacen no oficial. Conozco a varios poetas que apelan a
ese discursillo paternalista de la periferia, del margen, de la descentralización,
pero al ver sus hechos uno simplemente se ríe. Por cierto, la
poesía, al menos en Chile, siempre ha tenido cruces y tensiones con
los poderes de turno, muchos poetas tuvieron cargos políticos o
diplomáticos, desde los Nobel hasta ahora, también muchos colaboraron
en los gobiernos antes de la mentada institucionalidad cultural.
Sobre la última parte de la pregunta la verdad es que lo marginal de
la poesía está en su estado natural con respecto al mercado, pero no
con respecto a la tradición literaria chilena, pues allí la poesía es sin
duda el género más importante, de este modo y como decía al
comienzo, la marginalidad se mueve por espacios, cuerpos y formas
de discurso que en contextos determinados se cargan de ese dispositivo
político, pues cuando entendemos lo marginal como una
opción política en serio nos acercamos más a la renuncia de la obra y
de la visibilidad de esta. Lo que en términos más sencillos quiero decir
es que lo marginal es una figura literaria más, que a algunos les ha
resultado muy productivo como chapa, y a otros les ha pesado como
un castigo divino, por eso me quedo con la imagen de que el margen
siempre está ahí como un recurso literario disponible.
- [guión] es un texto muy extenso y que abarca una gran diversidad
de temáticas, desde la muerte al amor, la escritura, el poder.
Parece todo un mundo poético, un universo a momentos irregular
en intensidades.¿Cómo enfrentas la creación?
- [guión] es la unión de tres libros que se publicaron entre el 2001 y
el 2003 respectivamente, aunque siempre fueron pensados como
uno solo, por eso la importancia, al menos para mí, de que se hayan
editado como unidad. En esa época de mi vida, que comenzó con
mis primeras cosas escritas a los diecinueve años hasta los veintitrés,
me vi inmerso en una batalla campal entre la poesía y lo que me
pasaba a mí, no en el sentido de que escribiera todo lo que me sucedía,
de hecho es al revés o al menos distinto, sino que sentía que
mientras más escribía más podía ocultar a modo de secreto en un
libro. Nunca me di cuenta que era mucho hasta que vi como los libros
de poesía "normales" no sobrepasaban las sesenta o setenta páginas
y hasta que me hastió escuchar el mandamiento de que hay que
corregir, cortar, suprimir, eliminar, borrar, sintetizar, sajar, talar, podar,
amputar, exterminar y así una interminable familia semántica del
miedo. Por esa época yo vi dos libros que me dieron un gran alivio,
uno fue Naciste pintada de Carmen Berenguer, para mi gusto el libro
que abre, y adelanta, la época de la Hiperdictadura, y La vida nueva de
Raúl Zurita que de algún modo era también un libro decisivo. Luego
vi lo de Pablo de Rokha y creo que por ahí van mis parentescos literarios,
mis consanguíneos en cuanto al tema formato libro, en cuanto
a las materialidades de lo que escribo me pierdo en lecturas latinoamericanas,
deleuzianas, reescrituras, reminiscencias, olvidos, filias
y fobias. Como me dije en algún momento, si la poesía va a ser mi
vida, si consagraré mi vida a ella, lo mínimo que quiero de ella es que
sea paralela y corresponsiva con mi vida, sólo eso me hace poeta, esa
imbricación de ambas, con toda la pasión, el delirio y la frustración
que hay en esa consigna. La vida es irregular, mutante, ambivalente,
oscura y clara,asimismo quiero que sea mi poesía.
- ¿Por qué el título [guión]?
- Creo que se llama [guión] porque siempre pensé el libro como el
guión de una película imposible, de una obra de teatro irrealizable, o
como el punteo de una novela inexistente. También como una especie
de comic gráfico donde las viñetas fueran las metáforas y los personajes
y los hechos terminaran siendo las palabras y sus relaciones
deseosas. Además [guión] incluye la palabra ion que es una especie de
clave al interior del libro: mi dedo es ion, ya que esta palabra en griego significa "el que va", mi dedo, mi mano es la que va, no yo. En [coma] el
verso que se repite es mi lengua es ion, y en [y punto] es mi ojo es ion.
Mano, lengua y ojo para mí representan los materiales humanos, técnicos
biológicos, con los que se trabaja al escribir, ellos se adelantan a
uno, al resto del cuerpo, además tiene el sentido de que están cargados
eléctricamente en el nivel atómico y serán lo que quede de uno
después de muerto, sólo unos átomos sueltos o dispersos.Y por último
ya en el sentido visual, un dedo, una lengua y un ojo son correspondientes
con un guión, una coma y un punto.
- A ratos se acerca mucho a la narrativa.¿Te sientes cercano a ese
otro género y crees que alguna vez indagarás directamente en él?
- Los géneros para mí son sinónimo de promiscuidad, de enlaces,
de ires y devenires, me gusta su sentido de no ser ni querer
estar fijos ni inmóviles, de allí que la escritura tenga esas zonas
de placer, de travestimiento, de máscaras detrás de otras máscaras,
me imagino que el engaño y la trampa en este contexto son
interesantes, pues pierden su criminalidad o su ilegalidad moral
se hace seductora. La novela en sí es un género prostibular, una
especie de casa de citas, donde todo texto es bienvenido, siempre
y cuando “pague” lo que ella cobra como expectativa de lectura;
por su parte, la poesía es más bien el diálogo que se produce
en ese lupanar, múltiples voces de desconocidos que relatan
intimidades, que susurran o gritan, que mienten para conseguir
algo, un ensordecedor silencio.
- Dices además que a diferencia de la generación anterior, trabajas
de forma más espontánea y sin tener que dar cuenta a nadie. ¿Te acercas de esta forma más a generaciones lúdicas y te alejas
del academicismo en tu proyecto?
- Claro, esto mismo que te decía recién, me gusta el sentido de lo
amateur, del que ama así sin más lo que hace, ya sea escribir o todo
lo que mencioné como uso de otros soportes. La espontaneidad y
por ende la honestidad son piezas claves de lo que me gusta hacer,
así sin tener que encasillarme o arrimarme a una instancia a la que
no quiero, por tal he trabajado prácticamente solo estos años y en
una especie de clandestinaje que me acomoda y me da el tiempo
y el espacio de holgura para experimentar en mi pequeño laboratorio
que es mi mente. Tiene que ver con lo que decía Zurita en un
texto de que no le importaban los poetas jóvenes sino que la
juventud en la escritura, y le hallo toda la razón, o sea, los poetas del
noventa eran jóvenes escribiendo como viejos y esa fue la diferencia
con nosotros, el hecho de que en lo que hacíamos había juventud,
riesgo, inocencia, pureza e inexperiencia que ahora a la distancia
es una de las cosas que más celebro y que otros más critican. La
academia siempre va renovando sus cánones, y tiende a leer los
alternativos o subalternos como una moda académica que rinde
económicamente bien, así pasó con los feminismos, los estudios
gay y de masculinidad, as etnias, etc. Lo mío es colectivamente solitario
y así me gusta que sea.
- Al leer [guión] vislumbro un ansia exagerada y entrañable de
palabra, de comunicación de todo, una especie de mundo exagerado
e infinito. Eso es lo que más me sorprende, como si la palabra
fuese a explotar, a acabarse y un hablante que la persigue desesperadamente
para que no se extinga.
-
Eso eso eso (con el dedito para arriba y para abajo).
- ¿Crees que en tu proyecto literario prima tu obra escrita o tus
acciones literarias? ¿Crees que en esas acciones está lo político de
tu proyecto?
- Creo que van de la mano, la palabra también es un hecho, el lenguaje
es performativo, y me gusta ese carácter de intervención, de acto
que puede construir la poesía, y como bien señalas allí va un plus de
política porque las revueltas se hacen con “palabras y cosas”, y cuando
un poema puede ser infinitamente más que una pedrada o un zapatazo
creo que por ahí se delinea un proyecto que me interesa.
- ¿Quieres agregar algo?
- Sí,el blog de Santa Muerte, santamuertecartonera.blogspot.com, y
el mío, acheache.blogspot.com. Además que visiten este link de Los
Sueños Divinos (LSD) que es una selección que hice de toda mi obra
escrita hasta ahora:
www.scribd.com/doc/10041576/LOSSUENOSDIVINOS19992009
1 Héctor Hernández Montecinos (Santiago de Chile,1979) Doctor en
Filosofía, mención Teoría del Arte. Sus libros de poesía aparecen reunidos
en [guión] (LOM : Stgo., 2008; Marick Press, Detroit, 2009, en inglés) y
[coma] (2ª ed. LOM : Stgo.,2009). Desde el 2008 reside en México donde
da talleres, conferencias y es editor del sello "Santa Muerte Cartonera".