Tras bambalinas de la nota de La Nación
Por Héctor Hernández Montecinos
http://acheache.blogspot.com/
Aparece hoy esta nota en La Nación.
No obstante, el texto previo que le envié me parece más interesante y contingente.
Aquí está en su versión original. Las preguntas son de Javier García.
-¿Qué significa para ti este premio?
- Este premio, quizá el primero que me gano, el primero importante, tiene un significado especial por varias razones. Primero, yo no postulé, de hecho no participo en concursos de poesía, fue un jurado que me lo dio y eso tiene un mejor sabor. Segundo, el día que me llamaron de la Fundación Neruda acá a México cumplía exactamente un año en este país, entonces tuvo mucho de emoción y significado personal, pues salí muy triste y con mucha rabia de Chile. Y tercero, ahora en 2009 cumplo diez años desde que empecé a escribir, allá por los talleres de Balmaceda 1215 con Sergio Parra donde hice mi primer poema. Entonces te fijas que hay varias razones super personales, hasta casi sentimentales, que le han dado una razón especial a este premio. Me siento muy contento, también muy tranquilo. Es una tregua con lo que sentí al salir de allí. Ahora que regreso a la premiación a mediados de diciembre no sé con qué país me voy a encontrar, y eso sí me pone nervioso, pues si al salir de Chile vi la imagen de una pesadilla no quiero que al regresar ahora esa pesadilla sea real. Por último, es especial también porque el Premio Neruda está destinado a poetas cercanos a los 40 años, y yo aún tengo 29, me dijeron que era el poeta más joven al que se lo han dado.
-Has dicho que "escribo desde la Manicomia", ¿cómo se refleja en tu escritura este concepto?
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La Manicomia fue una metáfora que hice, un simulacro de un lugar donde se vive un espacio de clausura, de abuso, era la imagen de un siquiátrico, de un hospital, de una cárcel y de un convento, que es más o menos como yo veía a Chile y a Latinoamérica en general. Encerrada y atrapada por poderes que obligan y te condicionan como un demente, un enfermo, un reo o un moralista. Entonces mi escritura surgía de ese espacio, de esa condición a la cual yo quería enfrentarme, de hecho ahora sé que eso que yo sentía como Manicomia se llama Hiperdictadura, concepto con el cual he venido trabajando hace un tiempo y que perfila mejor esa situación que me interesa de emergencia de la literatura, un estado de excepción en la poesía que muchos no han querido ver, ya sea por conveniencia o por ignorancia. Yo me siento algo así como un terrorista de la escritura en esos términos. Desde el “No a las respetables putas de la belleza...” hasta “La interpretación de mis sueños” hay una honestidad política que primero parte conmigo mismo y luego con el mundo que quiere intervenir, y no sólo contemplar.
-Eres la "voz" más visible de la poesía novísima chilena ¿Cómo ves este movimiento actualmente? ¿Qué opinas de la poesía chilena joven?
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Lo que se ha llamado “novísima” es un fenómeno que aún a diez años de haberse conformado y de haber propuesto estéticas en contingencia sigue dando frutos. Este grupo de autores y autoras está en plena producción, tanto en Chile como en Latinoamérica. Todavía me siguen alucinando los poemas de una Paula Ilabaca o de un Diego Ramírez, entre varios otros de la “novísima”. Fue y es un refilón importante para mí, pues cada uno de nosotros sentía que estaba escribiendo en la clandestinidad y al encontrarnos nos dimos cuenta que era más bien una sensibilidad común que creaba una mayor diferencia entre las propias escrituras. Algunos ven como institucional u oficial a este grupo, y más aun, con el premio pues, pero lo primero es lo primero: leer lo que se escribió y cómo se escribió cuando no muchos se atrevían a hacerlo. Además muchos creen que la “novísima” se instaló como un discurso centrista o con afanes protagónicos en la escena de la poesía chilena, y siempre dejamos en claro que hay muchas estéticas más, dentro de lo escrito por jóvenes. Actualmente veo mucha trinchera en contra la “novísima” pero están confundiéndose de enemigo, o los hicieron confundirse.
-¿Raúl Zurita ha sido clave para el desarollo de tu obra? ¿por qué?
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Raúl Zurita fue mi primer lector hace diez años, me acuerdo cuando me pidió todo lo que yo tenía escrito hasta ese momento y le di tres mamotretos que sumaban casi mil páginas. Desde ese momento él me dio la confianza para seguir, para no ponerle límites a la escritura. Yo tenía 19 años y era un pendejo loco de mierda. Fue ahí también que empezó a leer toda esa poesía nueva que estaba en ‘los extramuros del mundo’ (Verástegui dixit), y fue un apoyo saber que un poeta de su magnitud se interesara por leernos y conocernos. De hecho “Cantares”, que provocó tanta polémica, es la primera antología donde aparecemos todos nosotros, no hay otra en Chile. Nadie se dio la molestia de hacerla. Entonces, lo que significa Zurita para mí y para muchos de los poetas jóvenes y no tan jóvenes que prefieren el insulto snob que la honestidad de agradecer es super grande, tal como pasa con otros poetas que han estado allí desde el comienzo como Carmen Berenguer, Soledad Fariña, Carlos Cociña y varios otros más.
-En entrevista con Claudia Apablaza dices que uno de los motivos por los que te fuiste de Chile es "la instrumentalización de la extrema derecha hacia todo lo que pasaba". ¿Qué quieres decir con esto?
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Sí, como te decía antes, me fui de Chile con mucha rabia, mucha pena. Bastaba ver la violencia excesiva ejercida contra los pingüinos o contra los mapuches por ejemplo, o ver como el mercado mismo dejaba empelotas a la sociedad civil, pasando desde la colusión de las farmacias hasta los temas de la pastilla del día después, la usura de los bancos o las casas comerciales, la mala onda del mismo mundillo literario, todo eso me sumó y creo que me abrumó, pues detrás de todo había un solo enemigo: el fascismo. Eran varios rostros pero era un mismo mal el origen de eso. La derecha como la izquierda ya se me aparecían como una sola ameba afiatada en el mercado y la democracia, como slogans, y su única diferencia eran los temas valóricos, en tanto que la derecha decía “no” y la izquierda decía “podría ser tal vez”. Ahora que estamos ad portas de las lecciones presidenciales siento mucho temor a lo que pasará. No quiero un país fascista, pero tampoco quiero un país conservador, ni un país utópico. No quiero un país sicoseado con la vigilancia, no quiero un estado policial, no quiero una sociedad de control. No quiero una hiperdictadura.
-¿Cuáles son las performances más importantes que crees has realizado? (Sigues haciendo en México?).
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Empecé a hacer performances con Paula Ilabaca en nuestros primeros años de Universidad, te hablo del 98 o 99. Eran más bien salidas de página de lo que estábamos escribiendo en ese momento. Les llamábamos “acciones de oficio”, no estábamos pensando en el arte, ni siquiera sabíamos lo que era el CADA. Sólo sentíamos que esa poesía necesitaba otros espacios de expresión crítica, por eso hicimos cosas bien surrealistas en la PUC, que molestaron a mucha gente, salimos a la calle, hicimos videos, en realidad de todo. Fue muy lindo. Luego hice algunas cosas más por mi cuenta, las dos últimas fueron una escenificación de una canción suicida de Gloria Trevi, en Santiago, con corte de manos incluida, y otra en Berlín donde parodiaba el exotismo de lo europeo hacia lo chileno-mapuche. Acá en México, y gracias a un Fondart estoy terminando una investigación que, por cierto es también mi tesis de doctorado, sobre las acciones de arte en Chile durante 1973 y 1989. Es un trabajo super interesante y hay mucho material valioso, ya no sólo de CADA o de las Yeguas del Apocalipsis, sino que también de artistas como Hernán Parada, Víctor Hugo Codocedo, Elías Adasme, La Tribu No, etc.
-Has publicado, como dice la información de tu obra que cirula en internet, 18 libro en nueve años ¿Cuál sería tu próximo proyecto de obra ante estos títulos?
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Sí, varios de esos libros son antologías de mis textos que se han publicado fuera de Chile, lo cual ha generado varias reciprocidades entre la poesía chilena actual y la de esos países, ha sido un puente para varios poetas jóvenes. El libro que está ahora casi en imprenta es “Debajo de la Lengua”, aparecerá por Cuarto Propio las primeras semanas de enero de 2010. Es la segunda trilogía que hice, si bien es cierto aparece reunida en un solo volumen, son diálogos escriturales con Perú, México y el resto de Latinoamérica respectivamente, lugares donde he estado, vivido, convivido. Es un libro grande, quizá cuatrocientas páginas, donde apareció un nuevo tono, muy distinto a lo anterior. Esto es más poema poema y menos experimentación. Es un libro muy emotivo, es una bitácora de un viaje de las ganas de morirse. También está por venir la reedición de “[coma]”, que es el segundo volumen de la otra trilogía que ya empezó el año pasado con “[guión]” (LOM). En ensayo Cuarto Propio también editará no en mucho “El Arte Irresistible: Acciones de arte en Chile (1973-1989)” y en novela ya tengo un compromiso editorial en Perú.
*Por cierto el detalle de la nota en el periódico
de los departamentos en Lastarria no es en absoluto cierto. Ojo