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Otra galaxia para nuevas escrituras:
NGC 224 de Héctor Hernández Montecinos*


Por José Molina

 

“No hay poetas jóvenes, lo que existen son escrituras nuevas o nada” cita que expone HH en su reciente libro NGC 224. Esto es, ya no hay inmunidad para los que deseaban aparecer bajo la sombra del recato como las jóvenes esperanzas, apenas existe escritura o no. Lo más interesante resulta el salto con el que HH emprende el recorrido por esta nueva galaxia: NGC 224. Escribiendo en los márgenes, no de las páginas sino de las ciudades, los poemas son trayectos, inician en São Paulo y terminan en Buenos Aires o entre Lima y San José, de Zacatecas a San Cristóbal pasando por todos lados, el viaje no es metáfora y en el movimiento la escritura se hace más maciza. La partida, que aquí no es inicio, se inscribe como una larga despedida de Chile, “La interpretación de mis sueños,” con los rencores y la rabia que se producen en la separación –y “si esto no es un poema de amor/ no sé qué pueda llegar a ser.” Después el tono se reincorpora en la combustión interna, esa misma que inflama los Poemas para muchachos en llamas, en cuanto lo que es posible, lo que está enfrente: continuo renacimiento –magistralmente expresado por Eduardo Milán como “fénix de sí mismo.” Dinámica de reescrituras, “desde los ojos todo es reescritura,” nos dice el autor y esta nomenclatura propone una nueva dimensión a la estética del fingimiento de Pessoa: la experiencia es escritura pero la poesía es abandono quizá sólo observable desde otra galaxia y con telescopio. No por casualidad encontramos “como que quise vivir todo de nuevo/ desde los diecinueve años en adelante” en el poema “Mis muñecas aún lloran,” o “cualquier dolor es la excusa/ para un dolor mayor que se nos estaba olvidando” de “Autorizado a la invisibilidad.” Reescribir se convierte en compromiso para quien puede leer los avisos del tiempo y en el ABC de la lectura el mundo es revisión.  De este modo HH, como todo valiente Héctor al defender lo que parece perdido, se da a la tarea de leer las luces de las ciudades y conformar nuevas constelaciones, atraviesa el bosque pero hace caso omiso de las miradas familiares y como buen sagitario apunta, por necedad o accidente, hacia las estrellas.

 

 

ENGENDRO

Una R es una incógnita, una X, una máquina de suspensión; no sentido sino sentido, no corrección sino imaginación: delirio
                                                                        palabras
            videncias                  
                                                                                                                      sueños
                                         imágenes
                                                               pero todos creen que existen

 

Qué se puede decir
si uno sólo con respirar miente
como al caminar y hacer que se va mirando
o al hablar de las casas,
todas son polvo y humedad
y desaparecen cuando se duerme.

Todo el día hay palabras
algunas tienen ventanas
otras alfombras y luz
¿cómo se hizo la alfombra?
para tapar el significado con el significante
¿entendieron?
yo tampoco
no hay nada nuevo en la galaxia
a lo más ovnis y abducciones
que no me preocupan más que leer y escribir a la vez.

El problema es todo lo que se puede
decir en dos páginas
sobre cualquier poeta en México
y a partir de un libro.

Lindos: varios pero me gusta uno solo
Mafiosillos: como en todos lados
Ambiciosos: a más dinero más barato lo vendeN
Borrachines: menos que allá o más encubiertos
Delirantes: siempre pocos y ninguneados

Si algo sobra en este mundo
son poetas,
suman más que los policías y los delincuentes juntos,
pero nunca están de moda,
a veces sí, unos cuantos locos
unos cuantos suicidas,
esos que escriben al azar como yo.

Sabías que algunos de los poetas muertos
oyen la lluvia sobre sus cabezas
entre el infierno y el pavimento;
esta noche creo que la R
es acostarse con un cadáver pícaro
y engendrar un monstruo,
pasar de la lengua materna a la lengua mutante
ni muy vivo, ni muy muerto
mejor sentado en una cama, en un coche o en una banqueta.

Da un poco de escalofrío la reproducción,
el hecho de que se lean
con su no sé qué.

 

 

* HÉCTOR HERNÁNDEZ MONTECINOS                                      
(Santiago, Chile, 1979)

Licenciado en Literatura. Doctor © en Filosofía mención Teoría del Arte. Su primer libro, No!, fue publicado en Chile el 2001 y el último es NGC 224 editado en México el 2009; entre ambos destacan Putamadre (Lima, 2005), [coma] (Stgo, 2006, Beca Fundación Andes), La poesía chilena soy yo (Cochabamba, 2007) y Livro Universal (Sao Paulo, 2008, traducido al portugués). Su trabajo poético lo ha llevado por casi toda Latinoamérica, además del Latinale 2007: Festival Itinerante de Poesía Latinoamericana en Alemania; también a ser traducido al alemán, inglés, portugués, francés, holandés, catalán y vasco para antologías y revistas. La crítica le ha señalado como “el poeta más influyente de la última generación en Chile y una figura central del actual escenario lírico en América Latina” (La Hora, Guatemala), “uno de los vates más sobresalientes de la lírica contemporánea de Chile” (Reforma, México), “uno de los poetas chilenos más voceados en la última década” (El Comercio, Perú), “una de las voces más interesantes no solo en su país sino en Hispanoamérica” (La Ventana, Casa de las Américas, Cuba) y Raúl Zurita ha declarado: “No existe en la literatura en castellano alguien que antes de los 30 años haya llegado tan lejos como él”. Desde el 2008 reside en México donde da talleres, conferencias y es editor del sello “Santa Muerte cartonera”.

 

 

 

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