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        VIVIR PARA CONTARLA Y CONTARLA PORQUE SÍ, PORQUE HAY QUE CONTARLA
         Por María José Viera-Gallo
Publicado en http://www.paniko.cl/ Julio de 2017
        
        
        
          
        
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1.
          ¿Quién  decide qué se cuenta y qué no?
        ¿Quién  zanja cuál aventura, individual o colectiva, merece imprimirse en un libro y  cuál no?
        ¿Qué  algoritmo establece el límite entre Grandes y Pequeñas Historias?
        ¿Qué  lector, crítico, académico, intérprete de signos, puede pedirle a alguien, a un  poeta, por ejemplo como Héctor Hernández, alias HH, que no se atreva a  contarnos su vida y menos en prosa?
        ¿Quién  dijo que narrar la propia suerte y la de sus amigos era un gesto impulsivo, autorreferente  y narciso?
        2.
          Ningún  reflejo es sencillo. Poetas y narradores que nos hemos acercado tímidamente a  nuestro yo, estamos conociendo los riesgos, encantos y precios de mirarse de  cerca.
           Pero  contar algo que nadie, salvo tú, podrías contar, porque estuviste ahí, porque  tomaste nota, porque te hizo sentido, porque te dieron ganas, es creo la  libertad incondicional de la cual sólo goza el arte. Es la rosa mística que  permite que nunca ninguna historia sobre y todas participen de la misma ronda.
Pero  contar algo que nadie, salvo tú, podrías contar, porque estuviste ahí, porque  tomaste nota, porque te hizo sentido, porque te dieron ganas, es creo la  libertad incondicional de la cual sólo goza el arte. Es la rosa mística que  permite que nunca ninguna historia sobre y todas participen de la misma ronda.
        Este  libro de «memorias y de lagunas» existe en su más libre ejercicio de  contrastes: entre subjetividad-objetividad, raciocinio y emoción, impulso y  análisis, hemisferio derecho e izquierdo. Es un libro rizomático, construido y  desconstruido en forma de loop literario cahuinero y contagioso, tan pop y  enciclopédico, light y docto, un libro que a su vez contiene muchísimos libros  de consulta y préstamos: el diario íntimo de un poeta cordillerano, los  documentos desclasificados de mails y chats personalísimos y telepáticos entre  amigos y enemigos, el dossiers de prensa de una década poética masivamente  ignorada, una novela de deformación y de autoafirmación, un catastro académico  de la poesía chilena más vanguardista o maldita, un recuento obsesivo de un debate  que jamás será televisado, ese sobre el choque de generaciones de poetas de los  90s y los del 2000, un flujo de conciencia en formato collage, una crónica de  una pandilla, la novísima, considerada como lo mejor que salió en poesía en los  últimos años y que yo no tuve el gusto de conocer porque no vivía en Chile y  andaba por otras veredas.
          El  pastiche es alucinante. La ambición enternecedora. El resultado de una  transparencia que conmueve.
        3.
            Buenas noches luciérnagas es un libro para  luciérnagas. Las luciérnagas son insectos que aparecen de noche con sus  traseros encendidos. Estrellas fugaces móviles que sólo se dan el derecho a  existir, a brillar, a ser felices, en la oscuridad.
          Una  vez tuve el gusto de ver, en BKLYN, en mi patio, una noche de verano por allá  por el 2000, una manada de luciérnagas.
        El  2000, me doy cuenta ahora, fue el año en que HH se iluminaba y empezaba el  viaje más misterioso y nocturno que puede empezar un chico de 19 años… el viaje  hacia la poesía.
          Ay de  mí, nos cuenta ese viaje.
        En  ese entonces dicen que muchos, y sobre todo Zurita, quedó eclipsado al escuchar  los versos de HH, considerado El Aullido chileno: No a las respetables putas de  la belleza, no a los distinguidos perros de la poesía. Nosotros hemos cantado a  nuestra generación sin lograr despertarlo del miedo…
        ¡Cómo  vine a conocer todo esto hace tan poco!, le comento a Mao por chat mientras leo  Buenas noches luciérnagas, en mi casa y casi en penumbra, que es como hay que  leerlo.
        4.
          Pienso  en HH, en su propia poesía, en este libro que viene a darle un lugar en el mapa  a la novísima tal como por esos años sucedía con el nuevo pop chileno.
        Pienso  que este libro que no sé ni quiero clasificar, no aguanta discusiones sobre sus  intenciones y menos aún sobre su género. Su verosimilitud, su naturaleza  bastarda, su subjetividad, abre otras preguntas menos técnicas y más  existenciales.
        ¿Por  qué HH escribió, recopiló, sus aventuras literarias? ¿Para sus amigos, para los  lectores vírgenes, curiosos, morbosos, que ansiaban conocer las glorias y  miserias de nuestros poetas del dosmil?
        Creo  que este es un libro que no le teme a ejercer su derecho a ser arbitrario y a  desdecirse.
          Es un  libro escrito en contra del miedo a escribir.
        El  miedo y nada más que el miedo, es la vara estética y moral con que HH, lector  furioso, separa la fea de la linda literatura. Cito: «La diferencia entre una  novela, un ensayo y un poema es miedo, la diferencia entre tú y yo es miedo».
        5.
          Me  gustan los escritores sin miedo. Son tan pocos. No sé si Rosamel del Valle era  gay, pero en los últimos años Lemebel, Fuguet, Fernández no han tenido miedo al  narrarse a sí mismos.
        HH,  descubro leyendo estas memorias literarias, es hijo de un chofer de barrio,  hijo rebelde de la Democracia a la que llama Hiperdictadura, hijo orgulloso del  Estado es decir del INJ y de Balmaceda 1215, hijo espiritual de Raúl Zurita el  padre y de Carmen Berenguer la madre.
        Maori  me precisa por chat:
            Héctor Hernández Montecinos es el padre o la madre de la Novísima. Y como  tal, es el más profundo, justamente orgulloso, y decidoramente revolucionario  miembro de la última poesía que haya salido en Chile.
        Admiro  esa capacidad de los poetas de ser y estar al mismo tiempo. Como los niños o  los que yo conozco. El mundo es ellos y ellos son el mundo. ¿No es bonito  acaso? Recuerdo la primera vez que vi a HH. Fue en una fiesta de poetas. O  donde había muchos poetas jóvenes con barba y chaleco.
        Llegué  al lugar con otros escritores y HH al vernos, exclamó: «Ay, llegaron los  narradores».
          Me  gustó como lo dijo y volvió a repetirlo una segunda vez, creo en Estudio Panal.  La ironía es un arma de seducción algo olvidada en nuestros cándidos y  políticamente correctos tiempos literarios.
        Me  gustó que me viera porque nadie se ve o todos simulan no verse en ciertos  salones. Su capacidad de registro, de conexión con su entorno me sorprendió  porque más allá de la pose, tiendo a sentir que la gente del dosmil vive medios  dormida y desconectada. HH me hizo pensar en ciertos conocidos de los 90s y  80s. En alguien que estaba vivo entre los muertos.
          Volviendo  a la pregunta por qué lo hizo. Este libro. Por cierto, por amor. Amor es lo que  transmite su lectura. Deseo de amar y de ser amado. Amor desinteresado versus  pose ilustrada. Amor, pero no cualquier amor; amor del extremo… por la poesía y  la amistad.
        Ah,  otra cosa.
        A  diferencia de muchos autores de su generación, este no es un libro que nace de  la necesidad de matar al padre. O de buscarlo. HH tiene superado ese trauma  atávico y por eso resulta tan libre y festivo su espíritu huacho. Es como si  hubiera nacido no hijo, sino persona.
        6.
          Otra  hipótesis menos sentimental.
          Lo  hizo porque en el fondo es un Romántico y un Historiador. ¿No es eso lo que ha  estado estudiando con fervor, diarios, cartas, memorias, autobiografías de  escritores chilenos, latinoamericanos, europeos? Si no lo hacía él, contarse a  sí mismo y a su generación, ¿quién? Esa fue la primera lección de Goethe:  escribir es siempre escribir un manifiesto generacional. HH narra su tiempo  como si éste fuera único y se fuera a acabar. También recoge, creo, otra  lección de Zurita: intervenir la realidad antes de que estés muerto, en otras  palabras, no quedarse bebiendo en el bar, auto-flagelándose por su condición de  poeta en Chile, un llanto que es como un dejá vu.
        HH  escribe sin parar porque conoce sus desventajas y sabe que la historia íntima  de la literatura chilena es ajena a biógrafos de la corte, a las cámaras de los  reality show, a los mercados literarios y el público general. Es invisible.  Chile país de poetas —«mientras no seas de Chile y no seas poetas» dice mordaz—  es algo así como slogan de una viña que esconde una pesadilla burlesca.
        7.
          Otra  hipótesis: los poetas envejecen más jóvenes.
        HH, a  sus 37 años está seguro que ya no es tan joven. Necesita aferrarse a algo en  esta caída que significa crecer, envejecer y bueno, morir.
        Concuerdo  con él: la única manera de reafirmar que estamos vivos y seguiremos viviendo no  es tanto idear novelas, poemarios, como registrar nuestras vidas.  Coleccionarnos a nosotros mismos. Un poco como esas Cápsulas del tiempo de Andy  Warhol, donde guardaba recortes, papeles, basuritas, deshechos de sus viajes,  compras, amigos.
        HH es  del club del guardián de la memoria y fetichista de la experiencia vivida.
          Las  cápsulas del tiempo de HH son Ensayo de vida, como las llama con mucha más  modestia de lo que aparenta. ¿Acaso la vida no es eso? ¿Ensayo y error?
        Ninguna  vida y quizás ningún libro debería ser definitivo. Por eso a este libro habría  que quererlo y luego dejarlo de querer y volver a quererlo.
        8.
          Más  hipótesis.
        Este  libro se escribió solo. HH solo lo compuso. Y lo hizo por generosidad y  responsabilidad política.
        Nada  menos que para vencer la Hiperdictadura, término inventado por él y que es  largo de explicar aquí pero tiene que ver con el control de nuestra vida  doméstica, cuerpo, sexualidad, intimidad, inconsciente.
        Contar-cantarle  a su tiempo y a su generación es una forma de resistencia y desobediencia. Es  levantarse y caminar.
        Buenas  noches luciérnagas es eso, una caminata o un canto general. Una caminata o un  canto que empieza en primera persona y termina en plural. El relato paralelo,  subjetivo, off de ese otro gran relato que terminó en revuelta estudiantil. Es  su forma poética de toma. Es como dice en un pasaje, «un juguete rabioso».
        HH  sabe, como los griegos, que la historia de un poeta es la historia de toda la  poesía y seguramente de una nación. Epopeya le dicen.
        Y es  por eso que este libro hace algo que ninguno otro había hecho. Convertir en  héroes a nuestros poetas. No los muertos canonizados, sino los vivitos y  coleando.
        La  lista incluye a Raúl Zurita, Antonio Silva, Carmen Berenguer, Sergio Parra,  Rafael Rubio, Gladys González, Paula Ilabaca, Pablo Paredes, Diego Ramírez y  más… Un casting personal, único, de una teleserie que sólo veremos en este  libro, porque en las teleseries de verdad, nunca hay poetas y menos en silla de  ruedas.
        A mí,  espectadora que no ve tele, sí me interesa ver a Gladys González sentada en un  bar de noche. Sí quiero leer los chats íntimos de HH. Los consejos de Paula  Ilabaca. HH recopila esos cruces no planificados de cuando la pandilla aun no  crecía y la adultez aún no los separaba.
        La  nostalgia, de haberla, se ejerce desplegando lo mejor del recuerdo: con un  apego naif por las cosas tal como fueron, un cinéma verité que homenajea lo  espontáneo de vivir y de escribir.
        Esta  crónica sobre la novísima resulta tan nouvelle vague que uno se pregunta por  qué no se hacen más películas sobre poetas de Recoleta, Gran Avenida, Avenida  Matta.
          Me  fascinan los bosquejos de poemas de HH que no terminan en ninguna parte,  frasecitas tiradas como en murales en la calle, o los bellísimos consejos a  alumnos que nunca conoceré. 
        Cito:
          No  hay nada más hermoso que dos personas leyendo poemas al amanecer.
          No  hagas poemas políticos, politiza tu vida
          La  creatividad es el único modo de revolución admirable.
          Recuerda  la frase que abre Purgatorio: la vida  es hermosa, incluso ahora.
          Le  escribo a los que serán discriminados como lo fui yo
          Estas  son unas memorias o memorial de lo que hizo sin querer.
        9.
          ¡Memorias  de lo que se hizo sin querer! ¡Las Cápsulas del Tiempo!
        Sólo  pensemos en eso, ¡en las cosas que hemos hecho sin querer!
        Hagamos  nuestra propia lista y escribamos un libro sobre eso, como lo hizo HH.
        10.
          Alguna  herida quiso cerrar este libro. Lo maravilloso es que nosotros la sintamos sin  verla.
          Lo  aún más maravilloso es que HH haya encontrado la cura.
        «Para  mí la literatura tiene que ver con lo que pasa, con lo que vivo, con lo que  oigo en la micro, con lo que habla por teléfono mi mamá con mi tía, con la  calle. Mi poesía trata de congregar gente, no de separar».
          Estamos  aquí por eso. Gracias a eso.
         
         
        
        María José Viera-Gallo y Mike Wilson durante la presentación.