EL OBSCENO ARCHIVO DE LA NOCHE
Presentación de Letras vestidas (La Presa n°9) de Jaime Lepé
I
La escritura se convierte en literatura solo cuando su autor desaparece. En ese transcurso, el de la enfermedad, la agonía, la renuncia, esa escritura se transforma, lucha con desidia por sobrevivir, pero además expectante por sobremorir. Uno de los intentos posibles es hacer imposible una autoría, una obra, una lectura. Un autor que es un personaje de otro libro, una obra de ficción que finalmente actúa como una de no ficción, un horizonte de recepción que se dilata en el punto de fuga hasta el momento en que todo lo que muere alrededor contempla esa supervivencia vivaz. El nacimiento de una estrella muerta. La escritura antes de desaparecer aparece en toda posibilidad más allá de la realidad. No es cuerpo sino un corpus que se deja seducir por sus máscaras, por sus montajes, por su deseo de ser otro corpus que de tan íntimo sea una epopeya plebeya y veraz.
II
Letras vestidas no es el título del libro, es un acertijo. Tal como lo es La Presa n°9. Hay una fascinación en el retrueque, en lo que no se detiene, en lo que se transforma para ser siempre otro. Se nos dice que el título original era “Mariquita linda” hace más de dos décadas y en ese hecho hay otro acertijo también. El que escribe es el tiempo, el tiempo de la escritura que nos recuerda que todas las obras son una sola que no quiere parecerse a sí misma. Tal como Humberto Peñaloza que es el nombre de quien firma pero también del mudito de El obsceno pájaro de la noche de José Donoso. Jaime Lepé aparece en la solapa solo para presentar las posibilidades de fuga: Dajmé que vemos a través del registro fotográfico junto a otras operaciones textuales y sexuales. En definitiva, no se trata de un libro, un libro de poesía, sino de un archivo en el que poemas, fotografías, prosas, cartas, diálogos, se dan cita como la casa a oscuras que son.
III
Un archivo que es también una tesis sobre Sarduy, pero que ensaya también sobre Perlongher, Lemebel, Casas, Campuzano. Sobre el Siglo de oro y Cervantes, sobre el barroco y sus jergas/ vergas, sobre lo travesti como un mirarse a través de ti, hipócrita lector. Todo poema es una versión de otro que no conocemos y todas las versiones del poema son el poema. El verso como una traducción de algo que dirá un muerto. Un papel escrito que se rescata del incendio que es la literatura. Traspapelada y transformista la imagen del objeto que es el sujeto que desaparece. Lustradas sus superficies de placer e ilustradas con las ruinas del mundo concentradas en las postales animadas en Buenos Aires al amanecer. Sus noches cantadas, encantadas, encañadas como su único posible paraíso. Su nostalgia.
IV
La transacción barroca, las trabas/travas de la escritura, lo prostibular como metáfora de toda lectura, el archivo exigido como obra de ficción, los tonos y superposiciones sexuales, el imaginario cafiche que es siempre la literatura. Todo eso y más hacen de esta escritura una épica travesti que pasa por descastar su propio género, pero sobre todo por hacernos ver, escuchar, palpar, los últimos destellos de un tiempo que ya no es este. Una crónica a su modo que como toda crónica nos encandila con los brillos de lo que desaparecerá. Ese es su gesto final. Hacernos cómplices de los últimos destellos de una noche, una larga noche del siglo XXI, en que los cantos comienzan a apagarse y todo con ellos. Pero hoy no, gracias a todos los muertos convocados en esta fiesta. Jaime, Dajmé, Humberto, el show debe descontinuar.
Museo de la Memoria
Martes, 28 de mayo, 2024
UNA FUTURA NACIÓN Presentación de Antología poética del Segundo Festival Elena Caffarena Morice
“Poéticas feministas trasandinas”, Danitza Fuentelzar (ed.)
I
La escritura es siempre una experiencia a oscuras. Más allá de los espejismos, los fuegos fatuos, los reflectores. Se trata de tentar tanto como tentación e intento. Ese deseo es el que mueve a un cuerpo a querer ser un corpus: una autoría. Esa potencia de la piel por el papel es la misma que la del abdomen por volver a ser tronco. Siempre se vuelve al estado animal, vegetal, mineral. En ese borde donde acaba la escritura es que comienza la literatura. Allí donde todo lo otro, humano o no, vivo o muerto, hombre o mujer en todas sus posibilidades es, efectivamente, todas las posibilidades.
II
El género, el sexo, la perspectiva, es siempre una propiedad de la lectura, no de la escritura. Ese deseo, todo deseo, proyecta, se proyecta en lo otro. Esa es la fascinación. La literatura, la poesía, se regocija en todo lo otro que podemos ser, imaginar, ver, acariciar. Un libro no es algo sino cuando es hecho a andar, esto es, cuando le hacemos preguntas a las preguntas que son los poemas, cuando queremos saber qué pensó ese poema cuando lo pensamos, inventar sus lecturas cuando lo leemos, pero sobre todo, desear con él cuando también está deseando. Leer es esto. No encontrar sino desencontrarse uno ahí. No buscar sino ver lo que los poemas están viendo. Todo libro es una teoría sobre algo. Más allá de sus propios rubores, sus incertezas, sus maravillosas intuiciones. Eso que hacen pronunciar a sus lecturas es lo que sin querer estamos hablándole a los otros libros. No hay lectura individual ni solitaria. Nadie lee a solas porque en ese dichoso encuentro el corazón late, arterias y neuronas, el cerebro late, los órganos que reproducen el canto y la luz.
III
Una antología poética, sobre todo una como esta, es la comprobación de que siempre se escribe con otros, con otras, por otros y por otras. Leerla es escuchar lo que sienten, piensan y sueñan sus poemas y en esos poemas sus autoras son también parte del sueño. Uno que hace de la geografía, una metáfora; del topos, un tropo. Una tropología que en su recursividad se pregunta qué es un país como éste, cuán elipsis somos quienes vivimos aquí. La cordillera no es el límite sino el lugar desde donde nos miramos. De allí lo trasandino, el trazado que hacemos desde Bolivia, Perú y Chile como una futura nación. Ese es uno de los méritos de este libro, efectivamente, imaginar otra vez las naciones que fuimos. La Atlántida celeste que la poesía viene recuperando desde las ruinas de sus épicas. El océano jamás es una guerra sino, como la cordillera, otro lugar para encontrarse y es lo que se está proponiendo aquí desde una escritura de mujeres que indaga en su origen común, pero también en las derivas de cada uno de sus proyectos.
IV
Desde el canto popular, más que general, de Daniela Sepúlveda al rap y sus batallas contra el silencio de Lúa Denice. Desde las respuestas que son las preguntas de Eli Neira sobre la traición hasta las de Juana Guerrero como “¿para quién el silencio?”. Desde los espejos trizados donde se encuentran Flavia Lima con su paisana Valeria Sandi y “las personas/ que empeñaron sus ojos/ a la muerte”. Desde los brillantes estados de excepción de Virginia Benavides o Mía Matus a lo excepcional que es finalmente el tono de nuestra época. Son más autoras y más poemas que Danitza Fuentelzar ha sabido convocar no solo en el libro sino en los encuentros en Iquique que es donde debiera comenzar lo que estos escritos anuncian. Se trata de una celebración, una invitación y el testamento de un presente. Allá hay que ir.
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com DOS PRESENTACIONES.
"Letras vestidas (La Presa n°9)" de Jaime Lepé.
“Poéticas feministas trasandinas”, Danitza Fuentelzar (ed.).
Por Héctor Hernández Montecinos.