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NADA UTÓPICO NOS ES AJENO
Presentación de Perros habitados por las voces del desierto: poesía infrarrealista entre dos siglos (LOM, 2018).
Selección, introducción y notas de Rubén Medina.

Por Héctor Hernández Montecinos



.. .. .. .. ..

[I]

Desde hace casi una década hay una bolsa sellada debajo de mi escritorio. La traje de México en uno de mis primeros viajes de visita a casa. Tiene un nombre y una dirección y mi labor era hacérsela llegar a dicho destinatario. La llevé una vez al correo y no me la aceptaron al no estar en una caja, lo intenté como paquetería en una empresa de buses y no recuerdo qué falló, finalmente me hice de la caja pero el receptor anunció en Facebook que se cambiaba de ciudad y cerró su cuenta. No tenía modo de comunicarme con él. En todo esto pasaron nueve años. Hace unos meses en una fiesta en casa de mi amiga Malú conocí a un joven poeta de Talca que me habló de este escritor al que estaba dirigido el paquete. Le comenté esta misma historia. Quedó en hablar con él y darme la nueva dirección. Nunca ocurrió. Anoche volví a pensar en esta cadena de desencuentros y, por cierto, Kato Ramone era el destinatario. Raúl Silva, en ese tiempo era editor de La Ratona Cartonera, vivía en Cuernavaca y me llamó para pasar por mi departamento en el DF. “Te llevo un encargo”, me dijo, y agregó, “voy con Rebeca”. Le conté a Yaxkin y me preguntó si era Rebeca López. Le dije que no sabía eso ni quien era Rebeca López. Me contestó emocionado: “es la viuda de Mario Santiago Papasquiaro”. No lo podíamos creer. En un par de horas sonó el citófono y subieron. A Raúl lo conocíamos porque éramos colegas cartoneros. Rebeca nos impresionó por su dulzura, su voz bajita y serena, pero también por la firmeza y seguridad de su mirada. Conversamos de los infras, de su esposo, de Bolaño, de Bruno Montané con quien nos escribíamos correos electrónicos antes de conocernos en Barcelona hace unos años. Les mostramos nuestro hogar lleno de pinturas y papeles, los libritos que hacíamos, le contamos que pronto viajaríamos por Centroamérica presentándolos y dando talleres comunitarios. Se mostraba tan entusiasmada, tan vivaz. En ese tiempo yo tenía la idea de hacer una caravana poética desde el Desierto de Sonora en el norte de México hasta la Tierra del Fuego. Se regocijaba con la descripción de mi plan. “Este es el espíritu de los infrarrealistas”, nos dijo y vibramos de alegría. El grupo de amigos-poetas de Yaxkin, la “Red de los poetas salvajes”, eran algo así como sus sobrinos en el nuevo milenio. Comimos algo y nos despedimos. Raúl me dio el paquete y ella me lo pidió de vuelta para escribir unas palabras en él. Se fueron, sellé la bolsa y la metí en una maleta hasta el viaje. Como digo, anoche recordé todo esto. Recordé para darme el ánimo de sacar ese paquete de debajo de mi escritorio. Lo tomé y con un pudor que bordeaba el sacrilegio lo abrí. Hay tres ejemplares cartoneros de Mapas y escritos de Bruno Montané, con un prólogo de Kato que comienza con esta frase: “Hay poesía de la que uno aprende”. La Ratona se caracteriza por el cuidado de sus ediciones. Estas tienen en las portadas troquelados, imágenes de mapas antiguos, símbolos medievales y en todos ellos un esqueleto arrodillado como pidiendo perdón. También hay un ejemplar de Cabiria de Ramón Méndez Estrada, otro de los poetas infrarrealistas. Está el número 4 de la revista “La Zorra vuelve al gallinero” que dirige Eduardo Guzmán Chávez, también infra, junto a Rebeca y Josefina Mejía. La primera página tiene un poema de Pedro Damián Bautista, poeta infra, dedicado a Cuauhtémoc Méndez y al pintor Zanabria, de quien hay una foto adjunta con la fecha de su nacimiento y muerte. Lo acompaña un dossier con artículos a modo de homenaje donde destacan los de Mario Raúl Guzmán y el propio Eduardo Guzmán, además de dos poemas de Mario Santiago, uno de los cuales es contra Monsiváis y está fechado en una víspera de Día de los Muertos como hoy. Más adelante hay una sección de poesía donde aparecen entre otros Montané, José Rosas-Ribeyro y un artículo de Roberto Bolaño sobre Jorge Pimentel. Finalmente en el paquete hay una gigantografía con un poema de Mario Santiago que termina con los versos: “vuelo más allá/ : Pegasos míos :”.

[II]

Todos los nombres de los poetas que he mencionado aparecen incluidos en Perros habitados por las voces del desierto: poesía infrarrealista entre dos siglos, cuya selección, la extensa introducción y las notas son de Rubén Medina. A propósito, un par de ideas. Los infras como cínicos, como perros de esa secta de Diógenes, manadas que callejean por la ciudad desenfadados y risueños. Perros infra del inframundo: Xólotl, guía infraleve. Ladrando al establishment, mordiendo al canon, en leva poética con los huesos de la tradición en el hocico. Ávidos de aventuras, de revuelta, de movimiento en su ética de la renuncia. No publicar, no triunfar, no ser lo que se odia. En efecto, siete de los 20 poetas incluidos no poseen libros individuales y sólo han publicado en revistas o antologías del grupo. Los dos manifiestos, de Bolaño y Mario Santiago respectivamente, que abren el libro lo dicen mejor que nadie. No sólo se trata de hacer de la vida un poema, sino de vivir dentro de cada uno de ellos. Más allá del bien, más allá del mal, más allá de México. Se hermanan con los peruanos de Hora Zero, con poetas en la ciudad como el mismo Tulio Mora o la chilena Bárbara Délano. El enemigo es la Corporación Literaria, la mafia que se extiende en círculo hasta hoy. Todos contra el muro. Luego viene la diáspora geográfica, Barcelona y París principalmente; y la interdisciplinaria: Piel Divina se va a la escultura, Perguero, Ochoa y Harrington al cine y Monjaráz a la pintura. Bolaño se convierte en rockstar y suma a Mario Santiago al mito de Los detectives salvajes. Sus cercanos se convierten en sus hienas. Ciertamente su participación en el libro es sólo con el título de los poemas. Los derechos no son derechos. Por su parte, Mario Santiago es publicado en cartoneras de ocho países latinoamericanos con Respiración del laberinto gracias a la gestión de Raúl Silva. Sus vidas son una leyenda en un mundo donde todo huele a ficción.

[III]

Mario Santiago murió. Bolaño murió. Cuauhtémoc Méndez y Ramón Méndez Estrada murieron. También Rebeca. El libro está dedicado a ellos, es decir, a todos nosotros.


[IV]

Hoy en la mañana me tocó recitar en la ex Penitenciaría. Fue terrible y bello. Dejé en su biblioteca uno de los libros cartoneros de Montané. Si alguien sabe cómo ubicar a Kato esta noche, dígale que le tengo un paquete desde México hace casi diez años. Mario Santiago y Rebeca, Bruno, Raúl Silva y yo les estaremos eternamente agradecidos. Y por cierto, pero no le cuenten, le dediqué mi lectura ante esos que ansían la libertad, la libertad y el caos, tal como los poetas infrarrealistas. 

 

FILSA, 31 de octubre, 2018



 

 

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