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[Entrevista con el poeta Héctor Hernández Montecinos]

"La poesía puede ser muy desestabilizadora, irreverente y cambiar mentalidades"

Texto y fotografía Miroslava Rosales
ContraPunto, El Salvador, Centroamérica

 

Un incansable viajero, desbordante en la palabra, tierno, irreverente, desencantado pero no vencido, un poeta de América: Héctor Hernández Montecinos (1979). Un solista que ahora viene a El Salvador gracias a la Cátedra Libre Roque Dalton y la Embajada de Chile. El año pasado obtuvo el Premio Pablo Neruda. Cuenta con dos trilogías poéticas: “Guión” y “Coma”; para 2012, se espera la tercera.

Su poesía está fuera de todos los cánones tradicionales de belleza, de solemnidad mortuoria. En ella, mezcla “la historia personal con la historia que está viviendo”. Es “una poesía muy vital, muy espontánea, sin ningún miedo a equivocarse, con mucho riesgo”.

- He estado leyendo tu poemario y es bastante fuerte, claro. Me gustaría que me dijeras quiénes son esas “respetables putas de la belleza”.
-Ese poemario, en particular, tiene una historia bien bonita. Lo escribí en el año 2000; yo estaba en la Universidad y me pidieron que... fue cuando el poeta Raúl Zurita se ganó el Premio Nacional en Chile. Entonces, me pidieron, que yo como estudiante de ahí representando un poco a la Universidad, que hiciera un pequeño discurso. Entonces, yo no quería hacer un discurso, quería... conocía la obra de Raúl y me pareció que lo más adecuado era hacer un poema. Empecé a escribir ese poema de un tirón, y llega Raúl a la celebración de su premio; entonces, me dijeron si iba a leer mi texto sobre Raúl, y empiezo “No a las respetables putas de la belleza”. Y todo el mundo como “qué le pasó”. A Raúl le encantó, wow, genial. Pero todo el mundo como que “sáquenlo, por favor”.

Raúl entendió el poema, y lo que quería era decir un poco mi desencanto, y lo que yo creía que la universidad o la academia o el mundillo poético representaba para mí en ese momento. Tenía 19 años y yo comenzaba el mundillo poético y veía un montón de cosas que no me gustaban, esa solemnidad, intriga. Yo estaba comenzando a escribir y estaba emocionado. Me encantaba ver a los poetas, era un mundo nuevo para mí, que me estaba sacando del mundo muy oscuro, muy denso, muy feo. El mundo de la poesía, para mí, era un mundo luminoso, de convocar gente, hacer amigos.

Estas putas de la belleza que son, en realidad, ese concepto de belleza que hay en la poesía que me decían que “tú no puedes escribir un poema en que aparezca la palabra puta”. La generación anterior estaba fascinada con la belleza, con la concisión del lenguaje, con el preciosismo, con convertir los poemas en pequeñas joyas, y se escapaban de la vida misma, y yo quería una poesía de la vida.

- Más vital... 
- Sí, que hablara lo que estoy viendo, y que metaforizara el tiempo, las condiciones históricas, sociales, sin ser un panfleto. Sino que mezclar la historia personal con la historia que está viviendo, una poesía muy vital, muy espontánea, sin ningún miedo a equivocarse, con mucho riesgo. Espero que la vida sea así sin miedo. Creo que vivir con miedo es lo peor que puede pasar, es el infierno. Y yo no quería seguir en el infierno.

- Tú hablabas del lector burgués, ese que está acostumbrado a una lectura así corta, muy de academia...
- Claro, porque el libro de poemas que uno tiene en la mente, es un libro de un promedio de 70, 80 páginas, con un poema por página con un título. Ese es el libro que el lector burgués espera, y quiere. Entonces, cuando uno puede darle la vuelta a ese lector burgués uno está haciendo una rebeldía con el mercado, que dice que la poesía son generalmente poemas de amor, en formato corto, y es una estrategia para blanquear la poesía, porque la poesía puede ser muy desestabilizadora, puede ser muy irreverente, puede cambiar muchas mentalidades, y abrir muchas formas de percepción de la realidad.

A este lector burgués quiero sacarlo de casilla, y remecerlo, hacerle trampa en cada libro que hago. Le digo que lea acá, que lea esto, que vaya allá, para que una vez por todas no crea que todos los poemas son los poemas de Neruda o de Gustavo Adolfo Bécquer. Es un poco desestabilizar al mercado y al sistema editorial actual.

- ¿Cuál ha sido tu principal preocupación durante todo este tiempo que tienes de escribir?
- Llevo escribiendo 10 años y creo que mis preocupaciones han cambiado, y terminan siendo las mismas, como querer hacer una poesía muy vital, muy cercana a lo que es mi vida, a lo que es la vida de la gente con quien comparto. Creo que las preocupaciones son, principalmente, escribir sin miedo, arriesgarme a escribir.

- Total libertad...
- Total libertad, así como la poesía es el ejemplo de la total libertad. Nadie te obliga a escribir un poema, nadie te obliga a hacer un libro. Estás solo ante un página en blanco; entonces, por qué tú coartarte, tú mismo censurarte, por qué tú mismo tener miedo a escribir una palabra, un verso, un libro, una obra. No creo que haya que tener ese miedo, y me lancé a escribir sin miedo y a jugármela por lo que yo creía que era fiel y honesto conmigo mismo.

Para mí, el futuro del arte es el arte comunitario, el arte que trabaja en la comunidad, para la comunidad, es el arte que vuelve a su origen, es el arte que va a subsistir a la gran debacle que es este tiempo.

- ¿Cómo es la poesía actual chilena, qué momento está viviendo?
- Chile ha sido un país bien caótico desde su inicio hasta ahora. Y creo que ese caos lo único bueno que ha hecho es que haya surgido un arte poético muy intenso, muy telúrico. Pienso desde Paulo de Rokha, contemporáneo de Neruda, Mistral, Huidobro, hasta poetas, no sé,  Nicanor Parra, Raúl Zurita, los mismos jóvenes poetas de ahora.

Hay una genealogía, sin duda, una línea, aparecen también quiebres en el discurso poético. Esos quiebres han provocado obra como Nicanor Parra, Raúl Zurita. Hay una poesía muy visible, en esa poesía del delirio, la locura, la vida misma como estado catártico. Una poesía muy dionisíaca, muy viva. En ese sentido, los poetas jóvenes que empiezan a escribir del año 2000 en adelante también siguen esa misma fuerza, ese mismo temple de la poesía como una especie de voz de la tribu, son voces poéticas que dialogan, poderosas.

Pienso en Paula Ilabaca, Pablo Paredes, Diego Ramírez, Felipe Ruiz, Rodrigo Gómez, que son poetas más o menos de mi edad, que son lo que se conoce como la generación novísima. Poetas con mucha fuerza, con mucho coraje al escribir, mucha potencia.

Y veo a otros. Chicos menores de 25 para abajo. Pienso en Sebastián Baeza. Hay un grupo que me gusta un montón que se llama La faunita. Tendrán entre 22 – 24 años, y son un grupo de amigos, que tiene una propuesta muy radical de poesía.

- Héctor Hernández Montecinos cuándo inicia su trabajo poético, ¿cuándo decide voy a dedicar mi vida a esto?
- Yo empecé a escribir el mes de julio de 1999. Bueno, yo no escribía poesía, yo estaba en la universidad estudiando literatura, pero porque yo quería hacer teatro y tenía otro vuelo, y una amiga la poeta Paula Ilabaca me llevó a un taller de poesía a un centro cultural. Y lo acompañé como amigo solamente; entonces, cuando llegué ahí que el tipo me dice: “Ey tienes que hacer poemas, si no qué estás haciendo acá”. Y yo le dije: “Pero yo no escribo poemas”. “Pero bueno o vas escribir o te vas porque este es un taller de poesía” Y tenía toda la razón, y me puse a escribir poemas, y a él le gustó y a toda la gente del taller. Y, wow, mira no sabía que podía escribir poemas.

Empecé a tener amigos, a viajar. Empezó a aparecer un mundo que yo jamás pensé que existía; yo no sabía que existía un mundo poético, yo no sabía que habían lecturas, no sabía qué podían invitarte a leer, a conversar con la gente; no sabía que los poetas se juntaban y tenían unas parrandas alucinantes.

- Muy ingenuo eras…
- Era muy ingenuo, y estaba muy resentido. Tenía mucha rabia con el mundo, con todo. Sentía mucha injusticia con respecto a muchas cosas… Entonces, la poesía me abrió un mundo nuevo, digo me dio una nueva vida.

Para mí, la poesía parte ahí en el 99, escribiendo esos poemas “No a las putas respetables” y no sé qué. Se me abrió un mundo que me sigue sorprendiendo.

- Sé que había la idea de una caravana de poetas…
- Es un proyecto que tengo, que lo iba a hacer para este año. Y este año se me ha pasado demasiado rápido. Es imposible hacerlo este año. Espero que en 2011 se haga la caravana y que sea un bus de poetas, que salgan del norte de México hasta el sur de Chile. El otro año me concentraré en eso. Ahora que regreso a Chile me estabilizaré.

La caravana será una instancia que es necesaria de que por fin los poetas vayan a las comunidades, a hacer talleres, compartir con la comunidad misma. Compartir un mensaje de que la poesía como de transformación, paz, solidaridad. Y por fin un gesto real de unir a nuestro continente. Demostrar que con la poesía, el arte sí somos amigos, hermanos, compartimos una misma historia, una misma sangre, una misma lengua. Es de tener conciencia que llevamos cien años haciendo poesía de enorme valor.

Esta cosa es por la celebración de bicentenario. Pero nosotros no queremos celebrar los 200 años de nuestra historia, queremos celebrar 200 de nuestra poesía, de nuestra literatura. Entonces, es un poco el carácter celebratorio de nuestra caravana.

- Y después del premio Pablo Neruda, ¿qué ha pasado?
- El premio estuvo bien, uno lo agradece. Un gesto más nostálgico. Yo no salí bien de Chile, salí con un poco de tristeza, de rabia. Y de algún modo este premio fue un punto para yo pensar no sé si regresar a Chile, para poder pensar lo que significa el premio, la responsabilidad de que ahora me lee más gente.

En cuanto a mí como persona no me cambió mayormente. Agradecí el premio que es importante en Chile, y bien sigo escribiendo.

- Bien tú decías que nadie es poeta en su tierra…
- Nadie es poeta en su tierra lamentablemente. Claro, en nuestros países aunque sean países grandes como México, Brasil, terminan siendo los mundillos poéticos, pequeños cenáculos, pequeños circuitos de intereses de poder, y como lamentablemente la poesía está muy abandonada tanto por las políticas culturales, está muy abandonada por el mercado, la masa lectora, las editoriales grandes. La gente que está en el mundillo se desespera y empieza a canibalizarse entre ellos, pero es un proceso del cual es culpable el mercado, las editoriales, las condiciones sociales de nuestros países. No es que justifique que nuestros poetas sean unas mierdas humanas, pero entiendo la separación que hay en muchos de ellos en que no pueden publicar sus libros, los censuran o los invisibilizan en sus países. De algún modo lo entiendo.

- ¿Y nos podrías hablar de Santa Muerte Cartonera?
- Santa Muerte Cartonera comenzó en diciembre de 2008, en el D.F. Cuando llegué a México llegué con la idea de hacer una cartonera, porque hay cartonera en Perú, Argentina, Paraguay, que es hacer libros con materiales reciclados. Hacer libritos a bajo costo y con catálogo súper bueno. En México, con el poeta Yaxkin Melchy, poeta joven mexicano muy importante, hicimos esta editorial. Y quisimos hacer una colección latinoamericana.  Les publicamos a poetas de Paraguay, Uruguay, México, Bolivia, Guatemala, un montón más. Ahora este mes yo me salí de Santa Muerte Cartonera. Yaxkin quedó a cargo de la editorial, y yo voy a empezar una cartonera nueva, que se llama “Hasta la vista baby cartonero”. Ya tengo todo armado, quiero que sea una editorial nómada, ambulante, gitana. Las editoriales cartoneras son ubicadas en una ciudad, así como la Santa Muerte del D.F. Entonces, lo que yo quiero hacer como tengo la suerte de viajar mucho, quiero que  con “Hasta la vista baby cartonero” hacer libros en cada ciudad que yo vaya, tanto en escuelas, comunidades, instancias sociales. Cuando yo vuelva a Chile, el primer librito que vamos a hacer sea ahí en Santiago.

- ¿Otros planes con tu regreso a Chile?
- Ya estoy empacando mis cosas para Chile. Eh, regreso a México una semana quizá a empacar mis cosas, y ya de regreso. Allá en Chile quiero dejar armado unos proyectos sociales, unos proyectos comunitarios. Se va a publicar una antología que hice de poetas latinoamericanos jóvenes que se llama “América”. Que son 40 poetas de Latinoamérica nacidos entre el 76 y el 86. Eh, son dos poetas por país. Todos los países.

- ¿Y El Salvador?
- Claro, El Salvador. Eso saldrá quizá en un mes, dos meses más. Un libro de poesía fuerte, radical.  De El Salvador hay dos poetas que son Roger Guzmán y Ernesto Bautista. La antología tiene un perfil de una poesía más irreverente, más experimental. Ellos me parecieron que eran los menos convencionales en su área.

Y bueno tengo que entregar unos libros de ensayos sobre acciones de arte en Chile. Tengo que terminar mi tesis doctoral, que saldrá como libro que son cruces entre artes visuales y literatura durante el siglo XX. Tengo que empezar a armar la tercera trilogía. Yo plantee mi obra en tres trilogías. Yo me puse como fecha para terminar ese trabajo el 2012.

- Ya por último, ¿cuál ha sido tu momento más significativo?
- Como poeta, yo creo que mi momento más significativo… te voy a responder como los políticos. Cada vez que llego a un país nuevo, una ciudad que no conozco, es muy significativo. Cuando yo nací, bueno viví siempre en un barrio muy pobre, nunca imaginé que iba a conocer más allá de Santiago, con suerte Chile. Poder viajar a Centro América, Alemania, estar en México, yo me sorprendo. Y pasa y es significativo. Conocer afortunadamente a personas hermosas, que creen en la poesía. Me conmueve que a pesar de que esté todo en contra: el mercado, la economía, las políticas culturales, estas personas insistan y crean tanto en la poesía, y me estimula. La poesía puede salvar una vida, y eso sí que es significativo, y eso sí que hace que la poesía me emocione.

 

 

 

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Entrevista con el poeta Héctor Hernández Montecinos:
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