De Poesía-añicos y
sonares híbridos
Antología de la
Latinale editado por Timo Berger y Rike Bolte (Berlin, SuKuLTuR e
Instituto Cervantes, 2007)
¿VIVE EL POEMA?
Una introducción por Monika
Rinck
Uno de mis primeros encuentros con la poesía
latinoamericana: NERUDA. (Quizás un nombre tan cargado de tradición, que
no se quiera más oír hablar de él aquí. Pero quisiera hablar de otra
cosa: de Neruda en un libro bajo el título Das Wasserzeichen der
Poesie (“Filigrana de la poesía”), una antología y un manual de
poética a la vez (1). Fue en 1985. Mis padres
me regalaron el libro. Estuve sentada en el balcón leyendo, aparentando
estudiar para un examen de matemáticas que, lo recuerdo como si fuera
hoy, iba a tener al día siguiente. El resultado de dicho examen fue, por
cierto, un desastre.
En el capítulo titulado METÁFORA, se encuentra el
siguiente experimento: El editor, un encubierto Enzensberger, pregunta
cuán exacto es el lenguaje poético figurado, y lleva a cabo la tarea de
intercambiar palabras alterando el significado, ciertamente con una
notable sensibilidad. (El poema original se encuentra en la columna
izquierda.)
MELANCOLÍA EN LAS FAMILIAS
Conservo un frasco azul, dentro de él una oreja y un
retrato: cuando la noche obliga a las plumas del
búho, cuando el ronco cerezo se destroza los labios y
amenaza con cáscaras que el viento del océano a menudo
perfora, yo sé que hay grandes extensiones hundidas, cuarzo
en lingotes, cieno, aguas azules para una batalla, mucho
silencio, muchas vetas de retrocesos y alcanfores, cosas
caídas, medallas, ternuras, paracaídas, besos. |
AGONÍA EN LOS ROPEROS
Conservo una maleta negra, dentro de ella un bisturí y una
lengua: cuando la tormenta opaca el grito del
búho, cuando el ronco compañero se destroza los labios y
amenaza con cuchillos que el viento del océano hace poner
negros, yo sé que hay grandes dormitorios oscuros, ríos de
miel, sal, aguas heladas para una mazmorra, mucha lluvia,
muchas vetas de miserias y amoniaco, huesos caídos, perlas,
golpes, bañeras, frenesí. |
Y termina de la siguiente manera:
Es sólo un comedor abandonado, y alrededor hay
extensiones, fábricas sumergidas, maderas que sólo yo
conozco, porque estoy triste y viajo, y conozco la tierra, y
estoy triste.
|
Es sólo un ropero desolado, y alrededor hay pistas de
maniobra, minas inundadas, camas que sólo yo
conozco, porque estoy cansado y viajo, y conozco la tos, y
estoy cansado.
(2)
|
¿Es lícito hacer algo así?, me pregunté en ese
entonces. ¿Cuáles son los aciertos y cuáles los desaciertos en este
experimento de permutación? ¿Qué espacio se agencian para sí estas
imágenes y en qué medida nos conmueven y nos capturan? Una imagen nueva
y buena tiene la capacidad de lanzarnos hacia el poema, pues la imagen
no es nada sin nuestra intervención creativa. Así, una metáfora bien
lograda puede funcionar como un zoom a toda velocidad sobre
unas circunstancias determinadas, las cuales se desarrollan ante
nuestros ojos atónitos de una manera completamente nueva; y nos hace
partícipes. Lo que Enzensberger hace con Neruda es, por supuesto, un
atrevimiento, ya que no nos permite diferenciar entre el andamiaje y las
imágenes. Sin embargo, sigue siendo urgente resolver la siguiente
pregunta: ¿Quién aparece en el poema? Y ¿cuándo? El arte de combinar
puede ser una liberación. Al no imitar la realidad, en cada poema
podemos poner una delegación rusa, por ejemplo, sin que el productor
encargado de aportar los significados nos regañe y nos grite por no
saber de dónde sacar a 14 figurantes rusos vestidos de terno. Esa
libertad, naturalmente, es cómoda. A su vez, los rusos necesitan un
motivo para estar en el poema. Necesitan un compás y una melodía y deben
encontrar su lugar en la rítmica. Aquí se encuentran la disyunción y el
enlace. Vengan acá, I put you in my poem. ¿Pero qué es aquello
que sólo puedo comunicar en un poema, en un poema que tiene una sola
forma y que no se deja parafrasear? He leído los poemas de nuestros
invitados, quienes apenas comparten un poco más que el género. Sin
embargo comparten diversidad y fuerza, y son nuevos. ¿En qué sentido son
nuevos? Como ya lo formuló enfáticamente W. C. WILLIAMS, quizás no
podamos verificarlo hoy en día. Williams se preguntaba dónde se podría
encontrar lo nuevo:
... Look at
what passes for the
new.
You will not find it there but in
... .. .. .. .. .despised
poems.
... .. ... .. .. .. .. .. ..
.. .It is difficult
to get the news from
poems
... .. .. .. .. .yet
men die miserably every day
......
.. .. .. .. . .. .. .. .. .for lack
of what is
found here.(3)
Aquí no estamos hablando de news como
“noticias”; para ello existen, de hecho, otros formatos más directos. Lo
que queremos recalcar es aquello que está más allá del potencial de
información que tiene el lenguaje. En ese sentido, lo nuevo en la poesía
sería una forma de establecer contacto con el instante, con lo activo.
Se trata de una actualización elegante y con poco bagaje, pero que tiene
un peso tan grande que apenas se puede cargar. Una aceleración. Hay que
entenderlo ahora y rápidamente, o mucho más tarde, después de haber
pasado bastante tiempo dentro del poema, pero entonces igual de rápido.
En contacto con el tiempo y el tiempo requerido para entenderlo. Eso
sería entonces lo enormemente actual en la poesía, y también la promesa
de una coherencia nueva e insospechada.
Se ha constatado que todo poema es un poema político,
por dirigirse contra el lenguaje de la cotidianeidad, por dirigirse
contra todo aquello para lo cual se utiliza ese lenguaje – contra la
lengua en general, que no le pertenece a nadie, por ser de todos; es
decir, por dirigirse contra su uso triste y eficiente (¡Quiero definir
un nuevo modelo de eficiencia poética! Pero no lo podré hacer
ahora).
Se ha dicho también que todo poema es un poema de amor,
pues se aproxima a su objetivo con avidez y fija su mirada en él con
atención y cuidado, con la capacidad de atacar en cualquier momento y el
deseo de acercarse lo más posible, para sorprender a su objetivo de
manera que éste no tenga otra opción que participar.
¿De qué vive el poema? El poema vive de la concordancia
fugaz que renueva y amplía la mirada al mundo, y que lo alimenta con
dicha o con furia. El piso que sostiene el poema es el momento histórico
al cual se dirige y el momento en el que ha sido escrito. En ese
sentido, también sería política. ¿Se puede afirmar, entonces, que todo
buen poema es un poema político de amor? No, no se puede, ya que sería
como tener dos enormes recipientes difíciles de manipular y que además
estuvieran conectados, así como si uno estuviera entre dos mares y la
marea comenzara a subir. Pero, pensándolo bien, ¿por qué no? Quiero
invitarles a navegar por esas dos aguas unidas en esta Antología de la
Latinale y que ustedes mismos descubran en qué momento histórico lo
están haciendo. Si el poema no acierta con su propio tiempo, no nos dirá
nada, por lo menos no nos sorprenderá. Los poemas que podrán leer aquí,
les sorprenderán. “La sorpresa”, escribe Donald Davidson, “tiene como
condición que yo sea consciente de la contradicción entre una convicción
anterior y una posterior. Ese tipo de conciencia, sin embargo, es una
convicción de una convicción. Si me sorprendo, llego a estar convencido
de que aquello de lo que antes estaba convencido, es falso. No necesito
insistir en que toda situación de sorpresa alberga una convicción sobre
la falsedad de una convicción anterior (aunque me incline a creerlo). El
asombro ante algunas cosas es una condición necesaria y suficiente del
pensamiento.”(4) Por eso, déjese sorprender,
permita que le muestren en qué tiempo está viviendo.
Traducción del alemán: Claudia Zea-Schmidt
* * *
Notas:
(1) Das Wasserzeichen
der Poesie oder Die Kunst und das Vergnügen, Gedichte zu lesen. In
"hundertvierundsechzig Spielarten vorgestellt von Andreas Thalmayr.
Nördlingen”, 1985. Página 84s.
(2) En: Pablo Neruda:
Residencia en la tierra (1925-1931). Madrid, 1935.
(3) William Carlos Williams:
Gedichte. Der harte Kern der Schönheit. Paterson.
Hamburg, 2001. Página 290.
(4) Donald Davidson:
Vernünftige Tiere. Frankfurt am Main, 2006. Página 40.