De Sur a Sur...
Primer Encuentro de Poesía Joven
Por Ericka
Ghersi
Poeta y periodista.
Colectivo Piedra Encadenada al Aire, organizador del 1er.
Encuentro de poesía peruano-chilena De Sur a Sur
En Expreso Cultural. Lima, 5 de febrero de 2005.
EXPRESO conversó con Héctor Hernández,
Pablo Paredes, Rodrigo Gómez y Felipe Ruiz, los cuatro jóvenes poetas
chilenos que recorren y alborotan Lima y a sus jóvenes amigos intelectuales.
Ellos acaban de participar en el Primer Encuentro de Poesía Joven,
De Sur a Sur... que se llevó a cabo en el Centro Cultural de España,
organizado por el Centro y el Colectivo Piedra, evento que viene
realizándose desde el año pasado en otros países latinoamericanos:
Argentina y Chile. En julio de 2003, Buenos Aires fue la sede de este
encuentro. Aquí fue donde se decidió trasladar el encuentro a otros países
latinoamericanos, Salida al mar se convirtió luego en Poquita Fe
(Chile) y ahora De Sur a Sur... (en Perú).
-¿Cuál es la relación entre el Primer Encuentro de Poesía Joven: De
Sur a Sur... y el encuentro que ustedes organizaron en Chile?
Héctor: Rodrigo Olavarría, Carola Zuleta, Felipe Ruiz, Pablo Paredes,
Gregorio Alayón y yo fuimos los organizadores de Poquita Fe en octubre de 2004. El proyecto, que surgió en Salida al mar,
generó fuertes lazos poéticos con otros compañeros latinoamericanos en
Santiago, y así, poco a poco, Poquita Fe se convirtió en el Primer
Encuentro Internacional de Jóvenes Poetas que está siendo continuado por De Sur a Sur... y que en este caso tiene la particularidad de ser
binacional.
Pablo: Y en ese sentido es doblemente interesante porque se cruza
toda la cuestión chileno-peruana, de una u otra manera aparece el problema
limítrofe, y la cuestión ya no es sólo poética sino también política. Es
una relación delicada, pero dentro de eso estamos teniendo un diálogo con
los jóvenes de aquí, y nos damos cuenta que estamos hablando entre poetas
sudacas. Porque generalmente el primer acercamiento que un chileno tiene
con un peruano es prejuicioso, y viceversa, pero de pronto, con el diálogo,
descubrimos que hay muchas cosas en común.
-Es decir que se convirtió en una experiencia extraliteraria también...
Rodrigo: Para eso creo que sirven los eventos como éste, para
deconstruir estereotipos que separan lugares con fronteras ficticias y
políticas. También Poquita Fe aportó en ese sentido porque las
relaciones entre los jóvenes chilenos y las de los países invitados se
estrecharon; y creo que todos encontramos nuestra raíz latinoamericana
entre venezolanos, brasileños, uruguayos, argentinos y peruanos. Y no sólo
entre los jóvenes de los países invitados, sino también entre ellos y los
poetas chilenos ya reconocidos dentro del espacio letrado. En el encuentro
leyeron algunos "poetas mayores" como Carmen Berenguer, Raúl Zurita,
Soledad Fariña, Antonio Silva y Stella Díaz Varin.
-Ahora que ya establecieron un diálogo con los poetas jóvenes peruanos,
¿cómo ven la poesía peruana con relación a la chilena?
Pablo: Cuando fuimos a Argentina sentimos que la escena intelectual
bonaerense era súper distinta de lo que sucedía en Chile. Aquí en Perú hay
más tangencia en cuanto a producción política y también estética.
Felipe: Es difícil construir la escena, creo que eso pasa porque
los soportes económicos son limitados. Falta integrar el debate a cierto
proyecto. Me da la impresión de que aquí hay una especie de caos
generacional a partir de los ochenta, y creo que, como bien decías tú, eso
se debe al contexto de guerra que vivieron los peruanos en los 80 y 90.
Hay mucho potencial, pero los espacios crítico y creativo están demasiado
desarticulados. En ese sentido, creo yo que los poetas jóvenes que se
hacen llamar "patafísicos" tienen un proyecto que es político, a pesar de
todo.
-Y en cuanto a la crítica, ¿han tenido la oportunidad de leer revistas
literarias de intercambio con los peruanos como para enterarse de la
función de la crítica limeña?
Felipe: Salió un artículo en Estruendomudo de alguien que decía: "La
poesía peruana a partir de 1975, si nos ponemos al nivel de lo que sucedió
en México, Colombia, Chile o hasta Venezuela de mediados de los 70 para
adelante, prácticamente no existe. Es una ilusión...", pero desde allí
haces que la gente se articule desde sus posiciones, es decir que ‘o estás
con Yrigoyen o no lo estás’. Se crea diálogo o espacio de opinión pública.
Otra manera de crear espacios de opinión es la de los "patafísicos" y su
quema de libros, porque la contingencia política es definitiva para hacer
una relectura del hecho. Es verdad que los Dadá quemaron libros, pero
esto no es Europa, sino Perú; y eso significa mucho porque cambia el
panorama y la interpretación del hecho. Es algo que se debe tomar en
cuenta, producto de algo que aún no cuaja, pero que está tomando forma.
-En eso tienes razón, cuando se viene de afuera es más fácil ver el
proceso del país en cuestión y entender cómo es la recepción de "lo nuevo"
en ese país.
Felipe: Sí, es cierto. Por ejemplo, mientras leía el periódico
literario, encontré otras notas periodísticas sobre la discusión de los
90, y me da la impresión de que aquí en Perú, los intelectuales no están
mirando para afuera. No piensan cómo desde afuera están siendo vistos,
y eso es importante porque antes de tener un nombre propio, ustedes son
un todo. Ustedes tienen que generar su propio proceso como colectividad,
como instancia peruana, como poesía peruana joven, porque si no, pueden
correr el riesgo de que venga otro país e instale su propio rollo.
-¿Cómo es el proceso de la poesía de mujer en Chile?
Héctor: Este proceso está marcado por el Congreso de Mujeres organizado
en 1987: Escribir en los bordes que estuvo a cargo de Diamela Eltit,
Carmen Berenguer y Nelly Richard. Aquí se asientan las bases teóricas de lo
que significaba ser mujer durante la dictadura pinochetista: la represión
del cuerpo de la mujer y del cuerpo social son dos símbolos y conceptos
en el Congreso que necesitan un marco teórico para entenderse dentro de
este proceso militar. A partir de Escribir en los bordes es que la
poesía de mujer y la lésbica marcan esa promoción de mujeres como Soledad
Fariña, Elvira Hernández, Eugenia Brito y Teresa Calderón. Sin embargo, a
diferencia de Perú donde sí aparecen poetas en los 90, en Chile hay una
ausencia de la mujer en la poesía, salvo Alejandra del Río, Malú Urriola
y Nadia Prado. Y allí yo diría que el cambio al 2000 generó una producción
de parte de las mujeres en calidad y cantidad, entre ellas están Gladys
González y Paula Ilabaca.
Rodrigo: En ellas el tema del lesbianismo ya no es abanderado,
sino que es material literario. El tema ya no es tan evidente.
Héctor: Sí porque en los 90, la escena era muy masculina. Incluso
se asume que la caída de la dictadura fue gracias a los hombres, pero en
la realidad fueron las mujeres: madres, tías, hermanas, primas, novias y
amigas de los desaparecidos.