LA
VIDA EN 3 ACTOS
Hernán
Miranda a Bar Abierto
Por Sergio Ojeda Barías
Periódico Literario "Carajo",
Edición número 6, Enero 2006.
El poeta y periodista, Hernán
Miranda Casanova, perteneciente a la generación del ´60
acaba de ser antologado por Ediciones Tácitas. La muestra,
muy bien seleccionada por Adán Méndez, nos presenta
una panorámica contundente acerca de un poeta que silenciosamente
ha tejido su obra por más de 30 años.
I
Nací en Quillota, Región de Valparaíso,
en 1941. Mi familia -constituida originalmente por mis padres, Manuel
y Berta, y mi hermano mayor, Edgardo-, se había trasladado
desde Santiago a Quillota a fines de los años '30, luego de
una condena que Manuel debió a cumplir como efecto de una
reyerta en que hirió gravemente a un policía, una situación
en la que a su vez él mismo resultó seriamente lesionado
(incluyendo una bala que llevó toda su vida incrustada en el
esternón). En Quillota nacieron Hugo, en 1939, y yo, dos años
más tarde. Por efecto de los golpes que había recibido
y una adicción al alcohol, la familia se trasladó a
Santiago a mediados de 1948, con el fin de obtener atención
psiquiátrica para Manuel en la antigua Casa de Orates de la
capital. Yo inicié mis estudios básicos en la escuela
número 61, que se ubicaba a poca distancia del Cementerio General,
la Morgue, hospitales y la "casa de los locos". Posteriormente
proseguí mis estudios en diversos colegios de Santiago (de
acuerdo a como la familia se iba trasladando de un sector a otro).
Mi creación poética la inicié en época
adolescente, en la que influyeron positivamente ciertos profesores-escritores,
como Jorge Soza Egaña (que fue mi maestro cuando tenía
once años) y el ecuatoriano Rafael Coronel, además del
poeta, librero e integrante de la bohemia intelectual de los años
'30, Rafael Hurtado (que siendo vecino en la calle Santa Corina de
La Cisterna, me orientó y me facilitó la lectura de
poetas de distintas culturas y generaciones).
II
Después de pasar fugazmente en la Universidad
de Chile por dos carreras muy disímiles (Derecho y Arquitectura),
ingresé al ex Instituto Pedagógico de esa misma universidad
en 1965.
Entretanto, mi primera incursión pública en el mundo
de las letras se había producido en 1963, a los 22 años,
cuando el escritor y profesor Vicente Parrini Ortiz me incluyó
en su antología "Cuba sí. Poetas chilenos cantan
a la Revolución Cubana". Mi inclusión en esa
antología, como el más joven al lado de figuras como
Neruda, De Rokha, Gonzalo Rojas, Enrique Lihn, Efraín Barquero,
Ángel Cruchaga Santa María, Pedro Lastra, Juvencio Valle
o Teófilo Cid, me significó sin duda un fuerte estímulo,
además del hecho anecdótico de que Alone dedicara en
"El Mercurio" una fuerte diatriba en contra de este libro,
en que citó la lista completa de antologados, "para dejar
testimonio histórico de estos bárbaros".
La suerte quiso también que en el Primer Año de Castellano
tuviera de condiscípulos a varios poetas, como Gonzalo Millán,
Pablo Guíñez, Jaime Gómez Rogers, Oliver Welden
y Waldo Rojas, además de la futura estudiosa de la poesía
Soledad Bianchi, mientras que en distintos cursos o en carreras paralelas
estudiaban José Ángel Cuevas, Naín Nómez,
Jorge Etcheverry, Erik Martínez, y varios más, junto
a otras figuras juveniles como Antonio Skármeta, Ariel Dorfman
y Bernardo Subercaseaux. Y que a lo anterior se unía el diálogo
permanente en aulas y jardines con figuras de la talla de Nicanor
Parra, Cedomil Goic, Jorge Guzmán o Eleazar Huerta. En 1969,
sin haber concluido Castellano, me trasladé a Periodismo (que
se ubicaba en el mismo campus de Macul), donde obtuve mi título
años más tarde, en vísperas del Golpe de Estado
de 1973.
III
En noviembre de 1970, tras el triunfo electoral de Salvador
Allende, ingresé a trabajar en el Palacio de La Moneda como
periodista de la ex Oficina de Informaciones y Radiodifusión
de la Presidencia de la República. En diciembre del mismo año
1970 apareció mi primer libro, "Arte de vaticinar"
(que había sido precedido por cuatro premios literarios obtenidos
en 1969, entre ellos
el Primer Premio de Poesía en el concurso organizado por la
Juventud Comunista, para autores menores de 30 años, y en que
fueron jurados Pablo Neruda, Juvencio Valle y Jorge Teillier).
En 1972 participé, como integrante becado, en el Taller de
Escritores de la Universidad Católica (que dirigían
Luis Domínguez, Alfonso Calderón y Enrique Lihn).
Tras el golpe de Estado de 1973, me trasladé a Buenos Aires,
donde ejercí el periodismo. También realicé comentarios
de libros en el diario "La Opinión" y codirigí
una revista literaria de corta duración. Mientras vivía
en la capital argentina, obtuve el Premio Casa de las Américas
por mi libro "La Moneda y otros poemas" (1976). En
Buenos Aires me case con Marta Lapides, licenciada en Física,
con quien tuvo mi hija Paloma, luego de lo cual nos trasladamos a
Panamá.
Tras un conflicto matrimonial, permanecí todo el año
1978 en Chile, dedicado principalmente a una labor de poeta "underground",
que se expresó en la publicación de una hoja de poesía,
"La Estafeta", en que fuí secundado por el joven
poeta Armando Rubio Huidobro. Regresé a Buenos Aires a fines
de 1978, poco después de que se superara el cuasi conflicto
bélico con Argentina. En enero de 1981 regresé definitivamente
a Chile, incorporándome de lleno a la nutrida actividad cultural
que estaba emergiendo en esa época.
En 1986 publiqué mi libro "Versos para quien conmigo
va", seguido de "Trabajos en la vía"
(1987). En 1989, obtuve Segundo Premio en el Concurso Nacional de
Poesía convocado por el diario "El Mercurio. En 1990 publiqué
"De este anodino tiempo diurno", que fue galardonado
al año siguiente con el Premio Municipal de Santiago. Le siguieron:
"Sonetos" (1992), "Décimas de nuestra
tierra" (1993) y "Anna Pink y otros poemas"
(2000).
* Nota autobiográfica incluida en la antología
poética de H. Miranda "Bar Abierto" (Ediciones Tácitas).