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PRESIONES,
IMPRESIONES Y EXPRESIONES SOBRE LA POÉTICA DE
HERNÁN
MIRANDA EN HOJA TAMAÑO OFICIO
Por
Gregorio Angelcos
Desde fines del siglo pasado, los currículos son un conjunto
de antecedentes inútiles que son habitualmente lanzados al
tarro de la basura. Por esta razón me olvidé de la trayectoria
de Hernán Miranda
y decidí ingresar a un BAR ABIERTO, pues la lectura
de su pretérito literario me dio mucha sed.
Entre gallos y medianoche un garzón de apellido Méndez
y nombre bíblico, Adán, me sirvió el primer pisco
sour de esta nueva bohemia, y con su inteligencia acostumbrada me
comentó que, "ESTAMOS EN LA CIUDAD". Al retirarse
a sus menesteres de rutina, la primera imagen que se representó
simbólicamente en mi conciencia fue: " la cabeza del toro
colgado de un gancho en la tienda del carnicero / poco nos podrá
decir de extensas, feraces praderas / o del sol que hiciese crecer
los pastos / a la altura de un hombre de buena estatura. Y es cierto
pensé entonces, ESTAMOS EN LA CIUDAD. Y desde esta y en medio
de una multitud anónima, consumista, enajenada, anodina, me
encontré con el silencio que actuó como cómplice
en una noche donde el lenguaje de los versos de Hernán Miranda
con el ritmo veleidoso del alcohol me fueron embriagando de solidez
y belleza a través de los años que se cruzaron como
un vértigo. Que insensatez la del poeta, darle un sentido exacto,
honesto y poético a sus palabras, atreverse a transgredir la
banalidad con la simpleza de su lenguaje, y la transparencia y reflexividad
de sus versos con entera naturalidad, carente de grandilocuencias,
exento de un metaforismo desmedido y destemplado, generoso y leal
con el texto. Cada detalle del paisaje o de su entorno tiene una importancia
que restablece su trascendencia cada situación poetizada tiene
un gran valor estético. Cada espacio tiene un vínculo
entre su existencia y la verdad que determina al objeto o al sujeto
que va poetizando: " A los 44 me cruzo con el cometa Halley",
y lo hace con la atemporalidad que requiere el asombro que va más
allá de una mirada telescópica, mirando se permite dejar
en evidencia sus impresiones, las que se articulan con sus conocimientos
formales y los relaciona para darles la sensibilidad que requiere
un poema para alcanzar autenticidad plena.
Es certero y categórico para graficar en una imagen: "
El macho encaja en la hembra y la hembra en el macho / tal como el
cuchillo encaja en los labios de la herida sangrante...
Los contenidos de BAR ABIERTO dan cuenta de una travesía itinerante
y errante por la vida del poeta; una vida con una carga dolorosa en
que el tiempo se constituye en una anécdota, que es invalidada
en su ritmo monocorde. Un segundo de observación es un año
de significado; y un decenio es un instante de intensas convicciones
para abordar un concepto y dotarlo de su propia humanidad: "
Voy al baño a medianoche / y dos o tres cucarachas huyen a
esconderse / una de ellas se queda a medio camino... No te preocupes
(le digo al retirarme) / se lo que es ser sorprendido en medio de
la noche, / se lo que es vivir en peligro amenazado siempre por el
poder.
Y tiene toda la razón porque en su diagnóstico clínico
(ese que ni siquiera conoce su siquiatra), Miranda es una cucaracha
como Gregorio Samsa, el personaje de la Metamorfosis de Kafka, quien
a su vez, también era cucaracha; pero con la diferencia que
el poeta vive roles diferentes y pasa de su condición temporal
de bicho, a una suerte de autoridad eclesiática dotada de una
ética que le permite valorar la vida de los otros que podrían
ser objeto de su agresividad política oculta y dar rienda suelta
al exterminio.
Suerte para aquellas cucarachas que esa noche en un baño gozaron
de la conmiseración del poeta, lo que permite conocer la poesía
de Zurita, la de Harris o del espontáneo Pepe Cuevas.
Bueno, como este BAR permanece ABIERTO y no tiene horario de restricción,
bebo otra copa y comparto el brindis por esta ANTOLOGÍA, que
entre imágenes y versos estimula mis sentimientos de aprecio
por la poesía y me obliga a decir ¡SALUD!, una y otra
vez.