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Otro encuentro feliz en el bosque de los faunos. La experiencia radical del viaje, en Morado.
Poesía de Hernán Miranda Casanova.
Ventana Abierta Editorial, Diciembre 2011.

Por Alberto Moreno

 

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Parece fábula, cuento. Pero no, es muy cierto. No dejas de encontrar gran poesía en medio de esta tierra saqueada. Entre tanto rostro marchito por la miseria y el oprobio de las calles, en medio de los hombres y mujeres tristes que deambulan sin verse, sin escucharse…algo nos queda, no todo está irremediablemente perdido, porque tenemos un sustrato profundo, lleno de una substancia poderosa, algo como un impulso sobrecogedor, desde donde siempre será posible levantar cabeza, alzar los ojos y comenzar a volar. Tengo entre manos Morado, de Miranda Casanova.
Vean esto:

¿Qué relación existe entre los amores y los viajes?
¿Todo amante es un viajero en búsqueda
de su destino?
¿Qué desorden en la configuración del todo
hace que alguien se aventure más allá
de aquello que conoce y le es familiar?
¿Es que el viaje es un sueño
imposible de modificar?
¿Qué relación existe entonces
entre el viaje y el sueño?
¿El viaje es un sueño?
¿El sueño es un viaje?
¿El viaje es pasado?
¿El viaje es lo que está por ocurrir?

El viaje es lo que ya ocurrió
Lo que se olvidará.

El viaje es olvido.
La muerte es olvido.
Todos los viajes son un mismo viaje.
Todos los difuntos tienen un mismo rostro.
Todos los muertos son un mismo muerto.

La vida circular. Los viajes. Y este puede ser cualquier viaje, hacia equis lugar, todo destino puede ser un nuevo espacio maravilloso, lleno de azar y encuentros inesperados. Nótese que este inmenso poema de Morado, no nos habla de un lugar, o un destino fijado más allá, como algo reservado al privilegio del viajero, la elevación, o la evasión de los que viajan.

Lo que nos ofrece esta enigmática prosa poética, es la posibilidad del viaje que está en cada uno de nosotros, como tabla de salvación y viento norte, y que es posible experimentar dentro del espacio perverso que a veces se torna esta ciudad gris, cercada por los secuestradores de sueños. No es más que eso. Y eso, puede serlo todo.

El poema no señala nombres ni describe el destino, o las coordenadas para el viaje, el retorno o el sueño. Es, sencillamente, tu viaje, tu pasaje hacia un destino que puede arrancarte de raíz de la vida anodina, del sacrificio sin sentido que eres cada día, al servicio de otros.  En tu cuerpo y en tu mente están las indicaciones para ese viaje. Ese sueño increíble y desconocido, que nos depara el asombro o la devastación de un nuevo cielo, de una ciudad más amable, llena de nuevo amor o risa, o una nueva forma de silencio. Y puede también ser olvido. Lo importante es que tú, aún no lo sabes, pues todavía estás del lado de acá.

Este libro revelador es capaz de mostrarnos, en solo dos poemas, toda la magia de la poesía y la fuerza inspiradora de su autor;

No escribas como si el pasado existiera.
El pasado ya no existe (y el presente
siempre estará en duda)

“Dejen de buscar absurdamente la isla de Itaca”,
advierten los arqueólogos. Itaca es hoy parte de una península.
Así como el fondo del mar
corona las alturas de la Cordillera de los Andes.
(No hay isla. No hay regreso.   
No hay hogar esperando).

De niño creí ver el mar en las nubes
desparramadas por el viento sobre el cielo
y ríos misteriosos en el agua que corría
por la cuneta en los días de lluvia.

La infancia es una isla perdida
tras el horizonte.

(de Rumbo a Corfú)

Ahora si están los nombres, ahora podemos proyectar los mapas mentales, el viaje ha sido nombrado, se llama Itaca, o ahora es Los Andes. Pero Itaca, ya sabemos, no existe más…!, de cada punto señalado en la infinita Odisea, hoy no encontrarás ninguno en la esfera de la tierra, por más que fatigues la arqueología, los textos incunables, o invoques a los mitos y a los sabios con preguntas misteriosas…ya no hallarás ninguno...

Así como también las alturas de Los Andes son casi inalcanzables, y los hombres se extravían en su hielo eterno, y en su altura prodigiosa tienden a desaparecer. O Los Andes se vuelve misterio y sombra oscura, cuando se pierde, bajando y bajando hacia el fondo abisal del océano.

Y ese verso final, sobre la infancia. Recuerdo pocas imágenes más conmovedoras y salvajes de lo que podría ser eso que fuimos, cuando cachorros asustados, cuando nada era más importante que jugar con los amigos. Un muñeco de madera o una pelota de trapos hecha para correr y correr y saltar. ¿Dónde están ahora esos amigos y sus juegos? En alguna isla tras el horizonte.   

Verso y reverso de Morado. Itaca, de Kavafis, complemento perfecto de Rumbo a Corfú:

Cuando salgas en el viaje, hacia Itaca
desea que el camino sea largo,
pleno de aventuras, pleno de conocimientos.
A los Lestrigones y a los Cíclopes,
al irritado Poseidón no temas,
tales cosas en tu ruta nunca hallarás,
si elevado se mantiene tu pensamiento, si una selecta
emoción tu espíritu y tu cuerpo embarga.
A los Lestrigones y a los Cíclopes,
y al feroz Poseidón no encontrarás,
si dentro de tu alma no los llevas,
si tu alma no los yergue delante de ti.

Desea que el camino sea largo.
Que sean muchas las mañanas estivales
en que con cuánta dicha, con cuánta alegría
entres a puertos nunca vistos:
detente en mercados fenicios,
y adquiere las bellas mercancías,
ámbares y ébanos, marfiles y corales,
y perfumes voluptuosos de toda clase,
cuanto más abundantes puedas perfumes voluptuosos;
anda a muchas ciudades Egipcias
a aprender y aprender de los sabios.

Siempre en tu pensamiento ten a Itaca.
Llegar hasta allí es tu destino.
Pero no apures tu viaje en absoluto.

¿Qué digo? Yo no, el poema dice. No hay guía. Para viajar, no encontrarás las señales de ruta. Mejor, sal, ve a buscar, y la ciudad perdida y la isla sumergida, aparecerán frente a ti.

Viste?..., todo estaba en tus ojos. 

Ahora volvamos al silencio. El poema de Miranda invita al viaje, al sueño, pero sobretodo, al silencio.

 

Marzo 2013.

 

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Otras obras Hernán Miranda Casanova:
“Arte de vaticinar”, 1970, La Moneda y otros poemas, 1976, "Versos para quien conmigo va" 1986, "Trabajos en la vía" 1987, "De este anodino tiempo diurno", 1990, "Sonetos" 1992, "Décimas de nuestra tierra" 1993, "Anna Pink y otros poemas" 2000,  “Bar abierto”  Antología, 2005, “Rumbo a Corfú”, 2007, “Viajes inconclusos”, 2010.

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Esta versión castellana de Itaca, de Kavafis, es obra de Miguel Castillo Didier. (Fragmento).



 

 

 

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