Proyecto Patrimonio - 2005
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Comentario de "Algo acerca de los años",
............................................... de Hugo Quintana.

Por Guilda Ibaceta Pérez.
Directora de la carrera de Lengua castellana y Comunicación,
Universidad del Mar (sede Curicó).


 

Hemos leído el libro de poemas de Hugo Quintana, "Algo acerca de los años" (MAGO Editores, 2003, 2ª ed. 2005), con placer, no sólo porque es un joven y talentoso creador, sino también porque es un poeta que da muestras de su tenacidad y compromiso con la literatura. Ha sido responsable de revistas de creación literaria, entre otras "La Ortiga", "Jugueterabioso", "El Glamal"; ha dirigido talleres de literatura y teatro en Chillán, su ciudad natal, y en Santiago, lugar en que actualmente reside; ha escrito cuentos y comentarios literarios... En 1995 publicó su primer libro de poemas "Hombre Peatón-Izando". Entre sus poetas predilectos se hallan Darío, Cardenal, Sergio Hernández, Teillier, Serguéi Esenin y Lihn.

"Algo acerca de los años" es una poesía lárica; habitada, pero fugitiva. Una voz tránsfuga que rehúye durante once círculos el lugar de la muerte. Esa atracción permanentemente seductora que imanta un espíritu templado y consciente. En ese "aquí" que cierra la perfección de reminiscencias casi sagradas en el número doce, el saber vulgar, temeroso de la oscuridad, confusión y del olvido, se rinde ante la evidencia de todo lo comunicable. No hay silencio, sino diálogo, eco, canción, imágenes colgadas, mensaje... "La muerte es un espejo formado con azules/demasiado puros". Lugar apacible y ameno, un nuevo paisaje en que la luz da figura a la voz errante de lo cotidianamente persistente. Y tras el tránsito en que, "los círculos han dejado de estorbarnos...", cuando todos los residuos de los años, con sus vicisitudes y sus huellas se atenúan y disipan, la mirada del hablante se fija en sensaciones placenteras de una infancia perdida, pero no para inscribir la nostalgia sino para autoafirmar su presencia en el saberse parte de esos ecos "cuando amanezca". Trece poemas delinean la ruta del tiempo, un tiempo ritmado por el afán de comprender la existencia. Sin embargo, tal vez plantearlo así no nos permita ver que la linealidad subterfugiamente diseña el círculo, pues el tiempo nos envuelve.

Una poesía de tiempo transgredido en que las generaciones se intersectan para construirse y para vivir los unos en los otros; en que padre, hijo, nieto funden sus visiones y sentires, se cobijan en nostalgias anticipadas de futuros por hacerse, por vivirse, en ayeres presentizados. Lo múltiple en lo uno, como esas máscaras que asume el hablante, como esos círculos concéntricos que unas veces se confunden con cárceles y otras se dirigen ya sin miedo al infinito, y como ese goce de ser otros que experimenta el poeta. Es que todo nos parece tan intensamente breve.

En este sereno afán de aprehender visiones memorables no es menos cierto que el carpe diem se entreteje con el vivir muriendo. Como esa conjunción que nos sorprende el ánimo al hallar en un poeta joven la sabia sensatez de los años. Existencias circulares que apelan a las correspondencias con la naturaleza, pues el océano nos muestra entre las luces sus arrugas como el viento sus envejecidos silbidos.

Una poesía de euforia y sosiego en que el olvido se yergue más generoso que el recuerdo. Los olvidos son los que se quedan con nosotros; los que permiten que los antiguos seres parezcan "estar en el living/ o en el comedor/ disfrutando de la picardía del licor casero/ o del cariño de los nietos/ revoloteando por el pasillo".

"Algo acerca de los años" es un título modesto para tan grande empresa, la de plantearse la vida y su después qué. "¿Qué se forjará a partir de lo que aquí/ dejamos?". Esta vida que en gradación descendente se piensa inasible por lo dudosa, condicionada por lo que no sabemos: "fue espacio o tiempo/ o círculos/ o bien una ensalada nuestra vida". Desde la abstracción descarnada hasta la metáfora culinaria que connota la confusión. Esta imposibilidad de certidumbre se instala al inicio del recorrido que intenciona la voz poética, la que finalmente hace suyo el saber desde la muerte, ese otro "aquí", como hemos expuesto antes. En este comienzo la tradición poética se insinúa en el intertexto, unas "coplas" subvertidas por la imagen lacustre, y su quietud, y por la personalización del "yo" que particulariza la experiencia de ese fluir hacia el remanso: "Si tuviera que decir algo acerca de los años/ diría que todavía no he muerto/ pero que me sumerjo en aguas cada vez más/ quietas". Estamos ante un alma despierta y consciente.

Ánima amorosamente desplegada sobre la cazuela de los domingos, las hojas amarillentas, los trozos de frutas en los bolsillos, el licor casero, una taza de leche humosa... Sobre esas pequeñas cosas en las que se talla el amor y el hogar; unas reminiscencias que nos acercan a Vallejo. Una cotidianidad memorable que nos reenvía a los "amados seres (que) sabrán cómo consolarnos", ya sea porque persistan en nuestra vida o porque estarán al final de ella.

En "Algo acerca de los años" se da forma a la vida; esa vida que el hablante lírico reflexiona, interroga, retiene y circunda hasta generar un centro armonioso que pone en huida nuestro temor a la muerte, a esa muerte en soledad.

Santiago, Abril, 2005.


 

 

 

 

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Comentario de "Algo acerca de los años", de Hugo Quintana.
Por Guilda Ibaceta Pérez.