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DOS LECTURAS SOBRE EL MAPA ROTO
DE WENUAN ESCALONA
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El mapa roto es un libro que conjuga la memoria, el tiempo, la historia; un libro que va y viene entre la vida y la muerte, el campo y la ciudad, a la vez que hila, con lenguaje preciso y cargado, los grandes temas de siempre en un largo poemario casi épico donde el héroe es silencioso y podría ser cualquiera. Es decir, habla desde un cotidiano actual y vigente para el habitante de la urbe contextuada. Desde esa “ubicación”, Wenuan da un paso más en el recorrido literario que han construido los poemarios escritos por autores de origen cultural mestizo. El verso "hacer frontera sólida con el humo de su pérdida" es en este libro la clave para entrar en el imaginario desplegado. Allí se fija un comienzo que echa raíces en el día a día de una vida que se vive entre-aguas y donde a pesar de aquello, se construye un espacio para bien sobrevivir en el mundo de hoy sin extraviar, dejar u olvidar lo que se atesora y posibilita la lectura de lo “real”.
Finalmente, no puedo dejar de decir que la belleza prístina de esta escritura, radica en el lenguaje poético que transforma la pena, la ira, la alegría, la verdad, en un relato que se lee y percibe claro y fuerte. Este poemario es acusación, auscultación y canto; y también, iluminación certera y concreta de la paradoja en que se encuentra hoy un habitante/actor citadino y mapuche cuando se enfrenta cara a cara con su memoria.
VERÓNICA ZONDEK
Los ríos profundos o las mesetas altas de la lluvia se cuelan en el viento entre los árboles, y marcan los territorios de la lengua, allí desde antes, y su murmullo se olvida o niega en la ciudad. En ésta, de otros que llegaron y de los mismos antiguos, otras aguas y otros aires se entrelazan en una trama, en un mapa que pretende ocultar el territorio. Pero también lo dibuja de otra manera, y cuando lo nombra, la fuerza del mismo impregna esa voz. Para recuperar esos sonidos, que vienen desde antes, y están ahora, es necesario hacerlos bullir en una vibración que se escuche, no como lo que fue, sino como está.
Ser portador de esa oralidad casi desconocida se hace imperativo cuando, desde el lugar que otros han negado, emerge el ruido de los líquidos que son el cuerpo. Las vibraciones del aire se mantienen y difunden a nivel subcutáneo, y aparecen cuando otro impulso habla no por ellos sino con ellos en el presente territorio. Este escuchar se hace necesario e irremediable.
El habla es otra y se hace ahora, en este plazo, en este espectro, para negar el desarraigo reconociendo las huellas que permiten la sobrevivencia en la ciudad de peñis y lamgñen. En esa sangre rota se vislumbra el espejismo de la tierra, su fisura en los nombres de antaño que se extiende a un territorio que incluye a todos, y en otros lugares, los que se pretendió desaparecer. Escudriñar en sus silencios y en el presente, logra asir una memoria que comienza y es mañana.
CARLOS COCIÑA
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RETRATOS DE VOZ EN TEMUCO
“Dispositivo físico, generalmente electrónico, en el que se almacenan datos e
instrucciones para recuperarlos y utilizarlos posteriormente.”
Novena definición de memoria, según la RAE
Al grabar mi voz, me pregunto si será complicado manejar los silencios. Uno, en el papel, moldea, quita, pone, tacha, pero acá, mientras sumo pasos en la calle, mi silencio tiene un peso diferente. Tal vez, el único gesto honesto, sea callar. Hablar cuando la imagen ataque para no rellenar con barro o luz pretenciosa los vacíos transmitidos a este dispositivo; el zumbido del aire, como aquellos dedicados a cazar espíritus, voces en lugares apartados y oscuros. Una sicofonía a plena luz pareciera ser lo que intento, salvo que el lugar de la manifestación siempre es la caverna de la mente. El camino nos ofrece esa posibilidad, ver lo que se extiende: la esquina se acerca, la esquina se aleja, o los pájaros que siempre, también más allá, cantan. ¿Qué cadáver invado en este polvo que a diario piso?
CALLE LAS QUILAS
NOTA DE VOZ 00
No celebro a la memoria ni a la certidumbre del pasado, pues todo cachivache del afecto, todo laurel, columna y familia, se contrae y despedaza a cada instante, como la esquirla de un planeta fallecido. Acá estoy, en calle Las Quilas, caricio la raíz quemada del manzano, viendo los restos de la que fuera mi casa. Acá estoy. Por ello, esta costumbre de observar, de buscarme en los fenómenos y artificios: arriba, tras el ala de un palomo, sobre el cable del tendido eléctrico, en la faena de mis órganos. Y siempre en estas cosas veo un punto, un punto magnético, diría, como el ojo de una belleza que palpita en los puentes que miro, donde soy abuelo, padre e hijo, donde soy el verdugo y el salvador de mí mismo. Todo depende del uso del suelo. Todo depende de la fuerza del sonido.
CALLE FRANCIA
NOTA DE VOZ 04
Cayó el meteoro del tiempo y levantó oscuridad, hielo. Secó alimento, sol, y a la edad del hombre. Entonces murió el dinosaurio, y la palabra viva (por ese entonces) enredose de su pata. Y ahí quedaron, dinosaurio y palabra, en su charla de ultratumba, sin entenderse. Pero, como pasa en las revoluciones, o balbuceos de sombra y luz, de sus tripas salieron otras lenguas, y así y asá, se fueron poblando los papeles, otra vez, con pesadillas de nuevos animales. Al contrario de lo presumible, palabra y dinosaurio gozan en su descomposición. Ahora, su voz, no es intertextual espiritismo (y aquí mi gran sorpresa) sino que el hueso de la mano que busca al poema, la lluvia que moja al papel, o el vino que enciende al amor. También polvo, oxígeno, también el ariete en llamas que asedia la fortaleza.
CALLE MIRAFLORES ESQUINA PINTO
NOTA DE VOZ 07
Un tren corre. Va, con su carga de polvo y tiempo en la arruga del binomio: digamos inicio-fin, digamos noche y día. Estoy cansado de su tráfico, les comento a mis amigos. Su humo no cura el asma de la poesía. Claro, estoy al sur del sur y amo al treile que al norte vuela como queltehue. Pero me cansa este viejo itinerario, les comento a mis amigos. Un inspector raciona la carga a puñados entre los pasajeros, cuyas firmas quedan charlando en una interminable lista. Yo también he firmado, pero no siento orgullo en ello. Lo he calculado. Pondré una escalera erguida entre los durmientes. ¿Habrá un rewe baleado en la estratósfera o un vaso de vino?
CALLE LAUTARO (FRENTE AL ARCHIVO REGIONAL)
NOTA DE VOZ 12
Pierdo el tiempo entre cartas de archivo. La fiebre de religiosos asimilada en domingos y nacimientos. La queja de tal o cual administrador realista. La sangre idealizada del muchacho cobrizo y veloz. Estoy helado de piernas haciendo una fogata con relatos de hogueras difuntas. Pero la oreja que perdí antes de nacer, yace junto a piedras y trapos enterrados, cachivaches de interés antropológicos. Por ella escucho un sinfín de anécdotas, fuentes primarias de la obsesión de aquel mundo ajado, y no está lo que busco, un portulano de mil ojos que apunte al cofre de la nueva belleza.
CALLE BARROS ARANA
NOTA DE VOZ 18
Hubo acuerdo, mujer. Esta noche estaré desatado de tus piernas y del llanto luminoso de los hijos. Celebro, llevo el licor a la boca como pistola que miro desde la ventana. Solo a 30 minutos estamos: micro 4b o la 2 camino a Labranza. Sé que 30 minutos no es mucho para tentar al poema, pero aprovecho mi ensayo, cercado por el ruido, con la pólvora de la jornada casi extinta. Estímulos no faltan. A ver, conozco el catálogo de tus accidentes cutáneos, para muchos, el amor. El sexo nos guarda siempre la uva del orgasmo, para muchos, el verdadero amor. Por eso me atrevo a mirar entre la niebla futura, donde mi bestia olfatea pan y el tercer piso donde quiero aterricen pájaros con ciudades entre sus alas. Mi herida está aguachada en las manos de las crías, pero siempre espero juegue con un arma cuando la noche cante y la mujer sea como la criatura marina que no vemos, parados frente al abismo. Para muchos, un amor hasta la muerte, algo más que 30 minutos.
CALLE REUCH
NOTA DE VOZ 05
Cuando el paso activa al engranaje del pensamiento, como pescador que arroja anzuelos al agua, como pira vieja en la isla del naufragio, hablo la idea. De algún ruido algo me observa, de alguna esquina algo me silva: el humo de carne asándose, la mujer sentada en el PlayBar, el hombre que pasea a la niña, 17: 38 hrs. de un jueves nuboso. Todo es un rastro de energía, las moléculas vibran en el aire si las nombro. Pero el rumor del silencio es fiero como jeroglífico y a veces me obliga a quedar en el contorno, en el nombre que no rescaté de la caverna. ¿Y la palabra que será? ¿Una invitación, un puente, la perforación entre esta caverna y la superficie por dónde camino? Viven los habitantes del silencio a través de este paso mío, como engranajes, como dispersos antes del arribo al hogar, y habrá que darse el tiempo para tachar estas boberías.
CALLE MALVOA
NOTA DE VOZ 31
Las palomas juegan en la agonía de enero 2013. Abajo, carnicerías de caballo y vacuno, botillerías e importadoras de ropa usada, calle Malvoa. En la estación ferroviaria de Temuco, el tren goza su agonía, la estampilla de su épica, la repetición tediosa de sus pueblos. Nadie me saca de la cabeza que, en su nostalgia, vive algo de cinismo, como si su fierro negro hubiese engordado en la conformidad. De una camioneta, una gitana asoma su cabeza y trata de inventarme una desgracia por 500 pesos, da lo mismo. Aún tengo varias cuadras por caminar.
CALLE PRAT
NOTA DE VOZ 22
16 de abril del 2011. Al costado de calle Prat, en plena faena de excavación, se encontraron restos de coligues quemados, zapatos y prendas de ropa, a la usanza de un temucano pobre de principios del siglo XX. El Diario Austral titula: “No se detendrán las obras”, según el alcalde. Él, claro está, desconoce esta elocuencia enterrada, el reflejo de un dolor que ha heredado. “No se detendrán las obras”, como tampoco se detiene nuestra propia erosión. Un día este papel, la quijada de algún político, o el brazo de un peluche, yacerán en el rugoso corazón de Temuco. Suceden cosas, sopla el viento.
CALLE DAVID PERRY ESQUINA TUCAPEL
NOTA DE VOZ 01
Miro el cielo. Es malo el tiempo para tonos mayores. Entonces, camino, manso, como gato que a diario come las sobras del lenguaje, más no inútil, pues tengo su umbral lleno de laureles rotos, cueros, papeles y libros a medio leer: mi pequeña venganza. Pero soy entusiasta, compañero, voy con un soldadito en el bolsillo cantando mis quejas, como transeúnte que mira su tradición en vitrinas. Mojado. Pero soy entusiasta, compañero, y condenso la carne del poema en una sospecha, la ofrezco al vacío no escribiéndola. Salto el charco de David Perry esquina Tucapel, tomo el camino opuesto a la gramática de la memoria y cotejo el almanaque con la piedra en el zapato, la familia y la marca de teléfono. Dios me libre de la comunidad si los amparo esta noche al calor de mi estufa. No hay humo que suba por el centro de la casa y los hijos dormirán creyendo que morir es ir al cielo. Dos horas de paseo, dije cosas sin escritura. Tengo los pies húmedos.