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«Trasandina» de Ivonne Coñuecar

Por Roxana Pey
(Coyhaique, 12 de octubre 2017)




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Con anterioridad, Ivonne Coñuecar ha publicado Patriagonia, la trilogía Catabática, Adiabática, Anabática
Un Viaje de Retorno a la Patagonia. Con la carga de Nostalgia por la niñez. Un viaje en que regresa traída por esos Vientos, de baja altura y helados. Para llegar escudada, llegar si, pero helada al fin del mundo, al fin, porque esto se acaba.

Adiabático es viento, y adiabático es también un sistema Cerrado.
Pero Ivonne no está cerrada.
Escribe.

Coñuecar se abre, intercambia calor, transita, trasandina y trasciende. En su trashumancia, escribe.
No ya como viento helado, sino con soplo de entereza, con el rigor de la persistente búsqueda, con la valentía de permanecer en vilo, en el vano, en el filudo vórtice.
Cortarse, caer a un lado o al otro, son riesgos que asume a conciencia.

Renuncia a renunciar.

Se eleva entonces en la búsqueda de una palabra, de una lengua compleja que diga y oculte su secreto. Una lengua bífida, diríamos.

Porque hay certezas horrendas, me quedo del lado de las mentiras (confiesa en el poema 33)

Traspasa al otro lado, y vuelve de este lado.
Oscila, Cis-Trans, Cis-Trans
Con Trasandina nos traspasa.

Este libro lo escribí para ti”, dice.
Hace gestos de amor atravesando todo su libro.

Este libro lo escribió para mí.
Lo recibo, lo leo y releo, me zambullo en su verso desgarrado. Lo leo con ustedes.

Nos vamos al exilio.
Cruzando el Tiempo y el espacio. Frontera, límite, borde, se pone al margen. Se va Allende los Andes
(14) “Voy y vengo por las fronteras
Entro y salgo

Mientras, Aquí seguimos en Tránsito a la democracia, en transición, rebotando en políticas transitorias.

Sin ser este su primer libro, la poeta se presenta, se exhibe
1, 2, 3, sus poemas son numerados. No hay palabra que los nombre.
La poeta también presenta sus materias, la carne, los cuerpos, altera la linealidad del tiempo, suspende los juicios.
Tantea, duda, moldea, busca pronunciarse y declara:
Mi patria es aún ajena

(2) “Yo no traiciono, observo/...Yo no me escapo, peregrino
(4) Esta soy yo... “En el centro estoy yo, Carente
Permanece ajena, extraña.

Sucumbe, se hunde y se salva, es la palabra la que salva.

(5) “entonces madre, le dije, acá es donde todo acaba”,

Pero en realidad es donde todo comienza… o donde continúa
peregrina, y desarraiga, ahí donde nos despedimos, con esas “palabras que no se pueden decir en las fronteras” (8)

Pero ya lo dijo de entrada, no traiciona!
No olvida
Dice Que cuando nació, cuando llegó a este lugar:
(9) “Los torturados aún gritaban, había olor a carne quemada en las calles, cuerpos luchando en el fondo marino
Fuego, agua y tierra estaban.
Faltaba el aire para respirar
… Y la gente des-apa-re-cía

Para armar la historia” busca acá y allá, trasandina, cordillerana.
Por un tiempo, Encuentra solo la palabra dictadura

Se rebela
(14)“...
Quieren que me internacionalice/Quieren que me acostumbre/Quieren que siempre sonría
Esto es un viaje teñido de exilio
...”

Parece que dijera, como Novalis, Al calor del pensamiento (Gonzalo Díaz), “Busco por doquier lo incondicionado y encuentro siempre, solo cosas

Busco por doquier lo incondicionado y encuentro siempre, solo cosas” , ilusa! No sigas, pero sigue.

Choca con muros, cruza los antes
En su trasandinar, la nieve quema
Llega a la altura donde los gritos no se oyen, todo es silencio, dice

Y enmudece. En búsqueda de su lengua, enmudece.
(Me encontré sin voz en un lugar deshabitado, dice Coñuecar. 16)

Pienso en las otras que enmudecieron:
Cuando la vorágine, el desvío forzado la llevó tan lejos,
a Siberia, a la Pampa.
Cuando ella vio la arena del desierto, la mirada le quedó perdida como en la nieve de la estepa.
Daba igual quedarse con los ojos abiertos o cerrados.
como si ya estuviera muerta, como si fuera un proyecto sin lugar ejecutado en una zona sin vida.

Nosotras sabemos, Ivonne, yo, las otras:
son la misma cosa la arena ardiente del desierto y la nieve de la estepa, las pisadas no se distinguen y el dolor quemante es el mismo, hay que mantener los pies descalzos en el aire, andar rápido, como volar podría decirse.
Nieve y viento, viento y nieve.

(Dado que el viento es viento, el viento es igual en todas partes, 34)

Prisioneras como somos en esas sequedades del silencio, Transitar es llegar al mismo lugar,
pienso, y digo:
mi espíritu encendido me echa a raudales, por las mejillas secas, lágrimas suaves. (José Martí)

Coñuecar reconoce la flecha que se le clava, indiferente (21)
“...
No puedo mirar atrás, la sal amenaza
Ni pacífica ni atlántica
No puedo volver atrás
Si el desierto está cruzándome

Coñuecar peregrina, trasandina sobre esa flecha de tiempo, un tiempo que pendulea, o que gira en círculo.

Paul Celan le pregunta entonces:
¿Son estos caminos solo caminos en círculo, rodeos de ti a ti?

Peregrina y no se detiene. Brazada tras brazada/simulo que avanzo.
Reconoce.
Imagina que peregrina y que no se detiene. Imagina que no retrocede.

Qué debemos hacer con nuestras imaginaciones? Amarlas, creerlas a tal punto de tener que destruir, falsificar … (Agamben)

La materia de los poemas de Coñuecar es el tiempo, el cuerpo, el gesto. La muerte y el desarraigo.
Es el lenguaje que no alcanza: la experiencia que desborda al lenguaje.
Entonces la poeta transforma su lengua en tránsito y en dispositivo.
Y aquí, como Agamben “…llamaré literalmente dispositivo a cualquier cosa que tenga de algún modo la capacidad de capturar, orientar, determinar, interceptar, modelar, controlar y asegurar los gestos, las conductas, las opiniones y los discursos de los seres vivientes…”

Transitando,transitando,
destinados a navegar por siempre.

En el poema (20) Toma un corazón y queda con tanta sangre en las manos. Porque aprende, “un corazón no es bello como lo imaginamos”
Sangra, se desgarra, “tiene unos ojos de miedo, ve a su asesino, lo ve”

la imagen tiene siempre la última palabra,
la palabra es un secreto, el secreto está en la imagen
(Aún así, con todo perdido, con el pecho abierto, porfía: “aún me quedan los ojos”, poema 16)

¡Señor!  ¡Señor!
Es una lástima que no esté aquí conmigo.
Usted podría entenderlo todo.
Mire.
El mar nos rodea.
Estamos destinados a navegar por siempre… a vivir por siempre.

No renuncia, porfía. Se mantiene helada y sobrevive (22)
“¿Qué podría ofrecerle
si a mi el deshielo es lo que me mata?”
Y Habla desde su jaula
(28) “Soy una jaula con una mujer adentro

Aguanta. Sabe que
(20)
“Finalmente, aunque lo neguemos, todo esto pasará, seremos sólo carnes que se pasean.

Pero antes del final, la poeta sabe que transita por el peligro, que su cuerpo está en riesgo, que
(31) “Quedan los huesos en el campo de batalla
Transita con lucidez y vacilación
(25) “…: sobreviviste/ y una leve sospecha dice fallaste
(37)
V. “Estas loca… Eres fea, eres india, eres gorda, nadie te quiere, te vas a quedar sola.”
Busca y recuerda
La lengua, la palabra, un nombre.
VII. “Y así dicen la Patagonia es bella, para mi es inolvidable”

Porque es inolvidable, peregrina. Torna su corazón trasandino. Se extraña.

Parafraseo aquí a Miguel Vicuña, en su libro Contingencias:
“Vos, Vicuña/Coñuecar ¿Acaso no creés que la filosofía/la poesía pueda ser algo más específico?” Ante la acometida de un contendor que imagino trasandino porque lo siento semejante a mí, que soy igualmente trasandino, pero del lado occidental de la famosa cordillera, diría palabras como éstas: “Y vos, ¿qué sos, epicúreo o platónico?”

¿Qué sos Coñuecar, epicúrea o platónica?

Te dejo la pregunta, pero más que esta pregunta, reitero la pregunta de Paul Celán:
¿Son estos caminos solo caminos en círculo, rodeos de ti a ti?
Coñuecar responde en su último poema, retornando a sí misma, reencontrándose en su niñez.
(39)
“Y debajo estoy yo, Ivón,
En ese abismo horizontal que es la Patagonia
Aunque ya no pertenezca aquí o allá,
era asunto de vida o muerte
encontrar en el desarraigo una patria.”

Es su última palabra, patria, dicha con esperanza y persistente vacilación, con la certeza de la duda. Ivonne Coñuecar llega a su patria que es ella misma.

 



 

 

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Por Roxana Pey
(Coyhaique, 12 de octubre 2017)