Fútbol de Guerrilla
Por Ismael Rivera
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Mucho se ha dicho ya del fútbol y su rol en la sociedad. Alienante, punto de encuentro, nuevo coliseo. Como sea, a su poder de influencia no hay para qué ponerlo en duda. El fútbol y su sociedad han llegado a convertirse en un espejo el uno del otro, una correspondencia que dialoga y se influencia mutuamente. Así, ver al fútbol como un medio de difusión de un mensaje no sería una idea nueva.
Hace unos dos años, coincidente en momento con la salida de Marcelo Bielsa de la selección, ese que hizo sentir su pensar a Piñera y Cía., vuelve a Chile Jorge Sampaoli. El Loco había hecho noticia al no darle la mano al presidente, porque sabía que él representaba el negocio en el fútbol, la mercantilización y privatización de todo bien medianamente cotizado. Bielsa tenía un proyecto futbolístico claro y una cosmovisión bastante reconocible. Sampaoli, un bielsista reconocido, relaciona también esas dos cosas, la cosmovisión y el fútbol, pero no es Bielsa, es Sampaolí. Y así como Bielsa traía un orden, una estructura, un proceso de racionalización para el fútbol chileno, Jorge trae lo propio, un énfasis en desafiar la historia, en que las cosas son posibles. Voluntad, pero voluntad de equipo.
Con él se instalan palabras en las conferencias que no se escuchaban en nuestras canchas. Si Bielsa era el filósofo, Sampaoli pasa a ser el guerrillero. Y no es de fútbol de lo que hablamos aquí. Es de Identidad. Trabajando, conversando y haciendo leer a sus jugadores, ha logrado un grupo que no se basa en uno, si no en la fuerza de la multitud. Una forma de jugar, una identidad, una pasión que compromete a cada uno con la ideología tras el juego.
Conferencias de prensa y entrevistas a Jorge Sampaoli hay varias y variadas. Fútbol se escucha a menudo, claramente. Pero hay una serie de palabras que aparecen cada vez que el técnico habla: rebeldía, revolución, dar vuelta la historia, hacer historia, amateurismo, pasión, desafiar lo imposible. Tal vez fue el crecer en dictadura siendo hijo de policía, tal vez el ver frustrado el sueño de ser futbolista y tener que trabajar en un banco y en el registro civil. Pero Sampaoli peleó, y llegó a ser técnico. En su discurso podemos ver el inconformismo y las ganas de desafiar el establishment. Sampaoli quiere joder y sabe bien a quiénes. Tiene un proyecto y una visión del fútbol que va más allá del fútbol. Habla de cierta forma, rechaza una alta suma de dinero por creer en un proyecto, hace leer a sus pupilos. Su vida es también así y ha sacrificado un sin fin de cosas por lograr ese proyecto meta-futbolístico.
Es por esto que, al introducir los conceptos antes nombrados en el fútbol, comienza a generar la cristalización de estos en la cotidianeidad de los más jóvenes. Conoce las clases (sociales y pedagógicas) y la miseria el profe, en el fútbol eso se conoce bien. Cuando la marginalidad es tal, no se logra canalizar la frustración y eso lo entienden los poderes políticos y económicos, hoy prácticamente uno, los cuales utilizan al fútbol como una más de las redes para evitar la organización, desviando el descontento hacia los pares y generando así el odio irracional hacia el hincha del archirrival. Lo mismo hacen con los carabineros, muchas veces enfrentando a sus propios vecinos. Al final, que se maten en las poblaciones, es una economía enorme. Sampaoli es capaz de utilizar este mismo mecanismo a su favor. De modo prácticamente pedagógico, el profe introduce estos conceptos para luego ejemplificarlos con fútbol. Y un equipo que jugaba con timidez, logra salir campeón de Sudamérica con una irreverencia pocas veces vista. Este es su ejemplo supremo. Con organización, la revolución se puede. Con voluntad, unión y pasión desmedida, no hay imposibles. Ver el efecto real de esto, la asimilación de los conceptos en los más jóvenes, puede demorar años. Pero en un momento en que Chile está con epilepsia, con revoluciones pingüinas, marchas universitarias, con el estado allanando y apresando al pueblo mapuche en Wallmapu, podemos esperar que sea más pronto que tarde. Y es que la suma de pequeños gestos de terrorismo lingüístico, pueden ir aportando a un cambio en la realidad. Hacer política desde el lenguaje, y llevarlo a la práctica como enseñanza.
Sampaoli no es el primero ni el último, él no está para coronel ni presidente, no será el héroe mártir. Sampaoli no es feliz, pero vive respirando a la contra. Es la tragedia del condenado, pero la rebeldía es la reserva en los pulmones. Yo viví en una época en que la tendencia era de izquierda, pero en el fondo yo era un reaccionario. Si la dictadura hubiese sido de izquierda, quizás yo hubiese sido lo contrario. Contaba en una entrevista. Hoy el guerrillero está arriba de la pelota, listo para disparar.