Proyecto Patrimonio - 2015 | index | Ismael Rivera | Autores |
“La palabra nunca es inocente”: Ismael Rivera
Desbautízame, Editorial Oxímoron, 2015
Por Raúl Armenta Asencio
https://cailegdl.wordpress.com/
.. .. .. .. ..
Aunque siempre ha habido gente que desprecia a las religiones, durante los últimos años se ha dado un movimiento contra éstas, y en especial contra la cristiana-católica; muchas veces es sin un fundamento, pero en otras ocasiones, como sucede con el escritor chileno, Ismael Rivera, se da después de haber vivido todas las injusticias y falsedades que intentan esconder.
Su segundo libro, el más reciente, lleva por título Desbautízame, publicado por Editorial Oxímoron, una invitación a recuperar el pecado original, ese pecado que nos han borrado sin preguntarnos qué opinamos. En este libro, además de ver la crítica hacía la religión, encontramos también la visión de un joven contra el gobierno que se enriquece a costa de los demás.
A propósito de Desbautízame, hablamos con Ismael.
— ¿Cómo surgen los poemas que conforman “Desbautízame”?
— La idea desde la cual nacen los poemas es la de reflexionar sobre el valor del nombrar. Cuando nombramos algo esto comienza a SER, de alguna forma se vuelve real, y lo cargamos con todo lo que tenemos preconcebido en ese nombre. El poema “Letras en la llaga”, por ejemplo, en el cual hablo de mi nombre, es reflejo de esa carga que llevo, que curiosamente me lleva a la cultura árabe, quienes día a día sufren a manos del sionismo las peores masacres de las que tengamos noticias. Creo que la palabra nunca es inocente y siempre va cargada de una multiplicidad de sentidos que cada uno le otorga dada su propia experiencia. La poesía permite, justamente, decir de otras formas lo que ocurre en nuestro entorno, en el día a día y tiende a transformarse en un idioma universal, que traspasa fronteras y permite la identificación con el otro. Al reflexionar sobre esto, se me presentó el cómo hacerlo, qué forma darle, y ahí me encontré la métrica como recurso estético que me permitía darle el ritmo que buscaba a cada poema.
— ¿Por qué este nombre para este poemario?
— Porque Apostasía suena mal… jajajajaja. No, hablando en serio, pensé en “Desbautízame” porque su construcción es curiosa. Es un imperativo, se le ordena un algo a un otro, pero es una acción que afecta a quien ordena. Eso le da un carácter de urgencia, de necesidad, porque es un poco así. Necesitaba de alguna forma arrasar de raíz con cualquier vestigio de catolicismos y políticas baratas. Quitarme la tradición de encima desbaratándola. Y como te decía en la pregunta anterior, problematizar el nombre, tanto el propio como el hecho de nombrar.
— ¿Cómo elegiste a Juan Morel Rioseco para que hiciera el prólogo de este libro?
— Juan es un excelente poeta y gran amigo hace varios años. Probablemente quien más ha leído mi poesía, algo así como mi lector beta. Ha sido testigo del trabajo y variación de cada poema, compartimos muchas noches dándole vueltas y divagando en torno a lo que se habla en el libro, y me planteó la idea de escribir un prólogo que, más que prólogo, es lo que él ve en Desbautízame, a mi parecer, muy acertado.
— ¿Cuál es tu relación con Rafael Rubio, editor de este libro, y a quien agradeces en las primeras páginas?
— Rafael es quien me enseñó el oficio de la poesía, a mirarla con el cariño que un artesano o un escultor ve su obra tanto en el proceso como en su versión final. Es mi maestro, y a quien debo tal vez los mejores versos de este, mi segundo libro. Con él trabajamos cada poema, fuimos puliendo, viendo la métrica (arte en el cual es un genio), desentrañando sentidos y reescribiendo. Siento una profunda admiración hacia su poesía y a su visión sobre el escribir.
— Creo que hay varias lecturas del poema Desbautízame, puede ser contra la madre, contra los curas o, incluso, contra el Dios católico, ¿cuál de estas, o si hay otra, pretendes criticar?¿Por qué?
— Justamente, en este poema le hablo directamente al dios católico, como personificación de una moral obsoleta, mentirosa y cobarde. Se nos ha querido hacer creer que dios está del lado de los pobres, pero históricamente la iglesia se ha caracterizado por estar del lado del poder. Como cantaba Atahualpa Yupanqui: “Que Dios vela por los pobres, tal vez sí o tal vez no; pero es seguro que almuerza en la mesa del patrón.” Y han adoctrinado generaciones y generaciones bajo la idea de aceptar el garrote del poderoso, porque en la próxima vida seremos recompensados, logrando así reducir los alzamientos populares en pos de una vida digna futura que no llega nunca. Aquí denuncio esa cobardía endémica, e intento desenmascarar a ese dios adinerado.
— En casi todos los poemas se nota una suerte de odio a la iglesia católica, ¿qué problemas has tenido con ésta, o de dónde surge el odio?
— Efectivamente, hay un odio fuerte hacia la iglesia, por lo que te comentaba antes. Crecí en un colegio católico, de curas y buenas familias, y ahí me di cuenta de cómo funcionan realmente. Vi la mediocridad siendo inculcada en niños, vi la anulación de un espíritu crítico, vi la aceptación del yugo disfrazada en dogmas de fe, y los estragos que eso causó en la voluntad de miles. Las buenas personas ahí dentro eran pocas, y no eran buenos por ser católicos. Se podría decir que desconfío de un católico hasta que demuestre lo contrario.
— “Pelea de Perros” me da la sensación de que está inspirado en esas películas donde hay una revolución popular en un tiempo no muy lejano, ¿estoy en lo cierto?, si sí, ¿en qué película estás inspirado?
— Ese poema surge directamente de las marchas y protestas en las que he estado. Ahí, los perros callejeros siempre están de lado de los manifestantes, como hermosa metáfora de quiénes somos nosotros también. Somos los que nadie ha querido, los abandonados, sin techo y sin comida, sin salud ni educación, los de la calle. Los perros, creo, luchan contra la policía codo a codo con nosotros, porque huelen la injusticia.
Quise darle ese toque cinematográfico, de escena, pero creo que la realidad siempre supera a cualquier película. Tal vez, podríamos jugar y decir que se basa en la película “Protesta en cualquier parte del mundo”.
— En “Polillas” dices: “Buscamos lo oscuro en la luz”, ¿es esto el culpable de nuestra miseria como humanos?
— Creo que el culpable de la miseria humana ha sido el quedarnos ciegos por acercarnos demasiado a la luz. El cristianismo se planteó a sí mismo como la luz que ilumina al hombre, y lo único que consiguió fue sumergirlo en la oscuridad más profunda. Oscurantismo intelectual y crítico, oscuridad espiritual, nos dejó en las sombras. Las pobres polillas, como Ícaro, son la metáfora de que demasiada luz trae muerte y ceguera.
— A lo largo del libro aparece en varias ocasiones “el buitre”, ¿qué relación tienes con este animal, o figura literaria?
— El buitre es un ave carroñera, que no caza. Es decir, es un animal oportunista que se aprovecha del esfuerzo de otro. En el libro, el buitre aparece siempre como una metáfora de los políticos y grandes empresarios, carroñeros de la vida de los trabajadores y de las clases sometidas. Los empresarios le dictan las leyes a los políticos, quienes las implementan para favorecer al mismo empresariado. Así es como logran transformarnos en la carne que alimentará sus picos hambrientos con más dinero y poder.
— ¿Estás trabajando actualmente en algún otro libro?
— Sí, estoy dándole forma a un poemario, en el que quiero reflexionar sobre el carnaval, y cómo su prohibición en Chile, el año 1896, condicionó nuestra configuración como sociedad. Además, estoy con la idea de incursionar en otro formato, más cercano a la narrativa/opinión, una especie de híbrido poético. Son textos en los que hablo de situaciones de injusticia en distintas partes del mundo.