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Asimov, maestro de la ciencia-ficción

Por Ignacio Valente
Publicado en Revista de Libros de El Mercurio. 19 de enero de 2020


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Hay quienes se extrañan de que un crítico literario se digne ocuparse de un escritor de ciencia-ficción. Pero resulta que Asimov ha escrito novelas y cuentos que, consideradas simplemente como narrativa, me parecen superiores a las obras de algunos de los últimos premios Nobel. Y me lo parecen por la sencillez y habilidad de su construcción, por el interés humano de su argumento, por la riqueza de su inventiva, por la verosimilitud de su trama, por la psicología de sus personajes y, desde luego, por el rotundo valor de su amenidad.

La famosa saga de las Fundaciones, la más publicitada de sus obras, no me ha tentado lo suficiente para perseverar en su lectura, y algo análogo me sucede con sus múltiples relatos de robots, y más aun con sus obras de pretensión histórica o antropológica. En estas líneas me cejaré a las novelas y cuentos que sí encuentro valiosos como literatura.

Considero que su mejor novela es, a distancia, Los mismos dioses, cuya primera parte plantea el eje argumental de las otras dos: la traslación, "positrónica" por supuesto, de energía sobreabundante desde otro universo al nuestro —a la Tierra— y viceversa, a causa de sus diferentes leyes físicas, pero con el posible riesgo de terminar destruyendo toda una región de nuestra galaxia.

Se pregunta uno a quién puede interesar semejante tontería. Y sin embargo, interesa, y a poco andar no es tontería, y no solo por lo ingenioso de su base científica: la trama humana entre los científicos que se disputan su invención tiene valor propio. La segunda parte, que transcurre en el otro universo —en el "parauniverso"— fue la creación preferida de su autor, y bien puede el lector estar de acuerdo con el si consigue superar la difícil barrera inicial de una vida inteligente tan distinta de la nuestra como se pueda imaginar.

De entrada se nos sitúa en las antípodas de los clásicos y aburridos extraterrestres demasiado humanoides, con sus antenas y demás parafernalia. Estos seres de otro cosmos carecen de "cuerpo" en el sentido terrestre; físicamente son haces de energía, por decirlo de alguna manera; se alimentan de radiación solar (de su propio sol, se entiende); se comunican y se reproducen de una manera extrañísima, y son —al menos en lo tecnológico— superiores a nosotros. Ellos constituyen, en la pluma de Asimov, una creación intelectual y literaria sumamente notable, porque su acontecer no está descrito ni analizado, sino que se aborda en forma auténticamente narrativa y "biográfica", lo que, dada la naturaleza energética de sus personajes, es una proeza.

Pienso que cuanto más científico es un autor de este subgénero, más capaz es de escribir buena ciencia-ficción. Dije ya que Asimov, es, de por sí, un notable narrador. Ahora agrego que su versación física, astronómica, química, etcétera, lo sitúa en un nivel superior del subgénero de la fantasía científica, por más que haya quedado hoy varias décadas atrás en la materia: no por eso es menos convincente.

La tercera y última parte de Los mismos dioses, siempre en torno al eje de la traslación "positrónica" de energía, transcurre en la Luna, donde termina por resolverse el peligro cósmico. Sus tres o cuatro personajes, dos de ellos selenitas, están muy bien caracterizados, y posee indudable interés psicológico y afectivo.

En calidad, creo que después de esa novela viene El fin de la eternidad, con sus viajes por el pasado y por el futuro, muy distintos de los usuales en esta literatura, y con su correspondiente conflicto humano y, de nuevo, afectivo. Pero he hablado solo de novelas, cuando una parte esencial de la obra de Asimov son sus innumerables relatos breves, recogidos en varios Cuentos completos, que nunca lo están del todo, y por eso se repiten sus ediciones (en castellano hay dos).

Me limitaré a enumerar los cuentos que me han parecido superiores. "Un día tan hermoso" nos hace sentir hasta qué punto la tecnología nos está alejando de la madre naturaleza. "La noche moribunda" es un cuento "policial", donde lo detectivesco y lo astrofísico van hábilmente de la mano. "Huésped" narra el dramático destino de un extraterrestre que visita oficialmente nuestro planeta. En "Cosas de niños" un elfo insecto manipula hábilmente las energías parapsicológicas de una familia terrena.

El sentido del humor juega con una pareja que ve en una pantalla de "Mundos pasibles" lo que podrían haber sido los destinos de él y ella. La nota tierna aparece en "El niño feo", un pequeño Neanderthal traído del pasado a nuestros laboratorios. En "Conducto C", un grisáceo ser humano llega a ser el héroe de una nave tomada por extraterrestres. Y por último, "Satisfacción garantizada" es un gracioso cuento de robots que, de no ser por su comicidad, pertenecería a la serie Yo, robot, con las aventuras más bien dramáticas de esa notable psicóloga de robots, la Dra. Calvin, un ser antipático que por su habilidad psico-detectivesca se gana nuestra simpatía y nuestra identificación afectiva.

En suma, aun los no aficionados a la ciencia-ficción —como tampoco lo soy yo mismo— podemos disfrutar de la fantasía científica, cuando ella se nos ofrece con el talento narrativo de Isaac Asimov.



 

 

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Asimov, maestro de la ciencia-ficción
Por Ignacio Valente
Publicado en Revista de Libros de El Mercurio. 19 de enero de 2020