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Lírica del Edificio 201 de Cuevas
Por Roberto Contreras
Lanzallamas.com
EL PRECIO DE LLAMARSE CHILE
1. Hace algún tiempo leía en una entrevista donde José Ángel Cuevas, aka. Pepe Cuevas, hablaba creo, de la conversación entre escritores, y más estrictamente de los poetas, a quienes les estaba haciendo muy mal el abuso con las copas, para llegar a buen término un diálogo. (Este mismo comentario de su libro, obedece a un diálogo interrumpido, retomado y vuelto a recomponer por mí en estos días, motivado más que por el trago, por la urgencia de referir a este libro, antes de volver a verme con su autor). Cuevas, entonces hablaba del exceso, el que suponía terminaría muy mal si no se le ponía atajo: “Llegará el momento, más temprano que tarde, / Que alguna promoción vaya a dejar el trago”. Más allá del llamado de atención o moralina, Pepe supongo refería el hecho como una fatal pérdida de tiempo, y que nos estaba desgastando como grupo, entendiendo cierta afinidad e intención de asignarle algún valor a la conversación (que es debate, controversia, discusión, en definitiva pequeñas muestras de propuestas sociales). Una tremenda ausencia que él, en cambio, logra suplir con su propio soliloquio, dejándose llevar por los estados de la contemplación y la autodefinición que le permiten el caminar. Una imagen suya, podría decir, es la de alguien que siempre está a punto de irse o está yéndose. Pepe quiere irse, siempre está inquieto, preocupado porque oscurece, por la hora en que pasará el último Metro hasta la Plaza de Puente Alto, ese lugar de combinación con en infierno, que le permita volver a su casa cerca de La Papelera.
Algo curioso y merecido, en la medida que él sí está en muchos lados y a la vez ausente de tantos por condiciones extraliterarias. Y acaso porque si alguien nunca salió del maldito Chile no fue Enrique Lihn, sino que Cuevas, convirtiéndose en un sobreviviente de aquel exilio interno. Condición que terminó, supongo, instalándose en su relación con el país y por extensión también en su forma de relacionarse con la gente, con los poetas, con el Mundo, “con los antros pasado a humo”. Y lo pone muy claro cuando hace un recuento de 30 años de poesía: “Entre balazos, sirenas, allanamientos masivos y camiones cargados de muertos caminé, caminé febrilmente por Santiago vencido (ésa ha sido de algún modo mi vida, recorrer calles y más calles, barrios, poblados.) A tres días de la ocupación Militar-neofascista-empresarial vi en una muralla de la calle Exposición con grandes letras de brocha gorda Abajo la Junta Asesina. De un día para otro se terminó la producción de libros, diarios, revistas, programas de televisión, grupos literarios, talleres poblacionales, teatro, danza. Mataron a Víctor Jara, Neruda murió de dolor, Ángel Parra y otros presos en los campos de concentración (…) Son listas y más listas que conformarían el poema de Chile. Se terminó. Es como si de un día para otro nos demolieran la casa, echaran abajo el cerro San Cristóbal con la Virgen Iluminada. Uno está acostumbrado, no es muy conciente, pero cuando desaparece, allí siente lo que perdió. Todos mis amigos se fueron, los del Pedagógico, los poetas underground y, en especial, esa vida libre, poderosa. ¡Destrozada¡ Es más, mucho más que la UP. ¿Por qué no me fui? Debí haberme ido, tenía más derechos que otros, pienso a veces arrepentido”.
El poeta como flâneur.
Paseante urgente y desbocado.
Un caminante salvaje.
Pero volviendo a lo que señalaba como su cansancio o abatimiento, agregaría que no es por los trabajos y los días, sino que por la vida misma. Cuevas sufre un cansancio existencial. Antes de ser exonerado trabajó por veinte años como profesor de filosofía y en esa dimensión más que en la de poeta, la derrota (le) fue mayor y absoluta. Para él Patricio Marchant es uno de los filósofos vivos más importantes de Chile, y a contrapelo, sé que también Marchant ha afirmado que la verdadera reflexión filosófica actual la están haciendo los poetas. Sin duda se refiere a José Ángel Cuevas, y aunque yo podría agregar otros nombres me los guardo esta vez, porque creo que la narrativa también tiene los suyos, y en definitiva, porque no leo filosofía como quisiera/debiera hacerlo y no sabría decir quiénes llevan la delantera en plantear una visión más o menos significativa en torno a la realidad del país. En cualquier caso, como él mismo lo reconoce, ambos comparten el propósito de “empezar a comentar la catástrofe de Chile”. Punto, por lo demás, desde donde arranca mi lectura aproximativa de Lírica del Edificio 201, el último libro publicado por Cuevas en mayo del 2007, por la editorial Black & Vermelho de Buenos Aires, por iniciativa del poeta Cristian De Nápoli y el artista gráfico Javier Barilaro quien lo ilustró con un simétrico edificio en blanco y negro, tan parecido a una autopista en alto contraste.
2. Conversando cierta noche camino de una reunión de Lanzallamas, Cuevas me decía que había dejado de creer en el pueblo: “El pueblo de Chile no existe. Se acabó todo. Existen los pobres y la clase media, que son muchos, y está un grupo, que es la gente más rica de este país”. Coincidimos en decir que el problema es de la extrema riqueza, y no la pobreza, ahora. “Fíjate que la gente ya no lee, no le interesa la poesía. Mi poesía cambió. Yo no quiero ser panfletario. Antes le escribía a los trabajadores, ahora no, todos son empleados. Yo admiro la literatura, no sólo la denuncia. Estamos viviendo en un sistema malo, que daña al ser humano, y hay que irse por la subjetividad de la realidad.” La poesía de Pepe claro que cambió. Si sirve la analogía, si antes su línea de trabajo iba por los perdidos en la multitud rokhiana, ahora habla de las hordas, de la turba, del piño de flaites, de los cesantes, de la colas de pago, de los cabros con jockey para atrás: “Es mi pueblo/ no hay nadie que recuerde nada/ ni hay viejos de la UP/ nada de eso/ no se meten en política/ las hordas bacán/ se paran los pelos con gel/ van de una acera a otra/ pulento/ bacán/ terrible bacán/ terrible bacán/ pulento bacán/ terrible bacán.”. Pepe Cuevas le ha dicho, definitivamente, adiós a las muchedumbres. Y adopta, adapta, desde el lenguaje esa marginalidad del habla y su visión de la realidad. La suya primero. No la del lumpen o los flaites que denuncia. Es marginal porque como dice Bertoni no está en el Poder, y se adelanta a dejarlo claro en una carta abierta, una vez que sabe el 2004 se le está proclamando como posible candidato al Premio nacional de Literatura:
“Pero no quiero aparecer como oficial. Soy un marginal. Si alguna vez me premian desearía que fuera el pueblo, los trabajadores, un premio de mi generación, etc., nada más. He luchado contra el poder ilegítimo, por mantener y preservar una vida ética, limpia. Repudio el lobby, lo denuncié. No vivo en ningún barrio alto, me quedé aquí entre los basurales de Puente Alto. No me meto con nadie. Nunca he pedido nada, ni cargo, ni prebenda, he ganado becas del Fondart y Fondo del Libro limpiamente. Vivo de una pensión de exonerado político porque fui despojado de mi cargo de profesor de filosofía en el Liceo Av. La Feria, recibo $108.786”.
3. Otro alcance. Una tarde, hablando por teléfono, me decía que “al Chile actual le hace falta otro golpe. Claro, si alguien me escuchara diría, mira, Cuevas las hueás que anda diciendo: querer que maten a tanta gente. Pero es lo único que movería esto cómo estamos. Se uniría la SOFOFA, los trabajadores, los estudiantes, si las Fuerzas Armadas dan otro Golpe”. Comparto 100% lo que dice, no por la intervención milica, sino por el que viniera de verdad un remezón que nos hiciera pensar otra vez desde una perspectiva real de izquierda. Ser oposición a algo, y no esta nebulosa de conformidad, cubriendo el disgusto y el malestar enrabiado, de todos los que soportan estas escenas, primero de la Transición y luego del enriquecimiento extremo de la Clase Política y Empresarial que, de momentos, tiende a ser lo mismo. Aguantar por cuánto tiempo más el discurso de la “gobernabilidad”, amparando incluso otra vez el Terrorismo de Estado. Desde una supuesta Concertación Democrática que se dedicó a administrar el Sistema. Lo que me hace volver sobre el adagio, los pueblos tienen el gobierno que se merecen. Acaso de la misma forma, y tomando un verso suyo, “cada época tiene su poeta”. En la Lírica del edificio 201 Cuevas demuestra que él es uno de esos. ¿Cómo salir de estas hilachas de un país aniquilado, la lengua ebria del ex-Chile?
Algo que la obra de Cuevas ha enunciado, como el costo natural de las circunstancias, o el precio de llamarse Chile.
En la Lírica del edificio 201 prevalece una visión moderna de la descomposición urbana y civil. Una destrucción del territorio. La primera espacial, la segunda individual. Hay una visión descarnada y sumamente vigente del país en estos versos. Mostrada como un símbolo, planteada como una metonimia, a partir de una construcción reluciente (metaforizar la modernidad y estabilidad económica) pero en su degradación. Tomo el poema on line en Lanzallamas: “Paz Froimovich”, que bien podría haber aparecido en este libro:
“Si este barrio llegara a ser todo/ Paz-Froimovivh/ no ver nunca más una casa
de tejas y balcones/ No ver jamás una ventana con flores/ y cortina
corrida/ Oh, si esta ciudad llegara a ser toda Paz-Froimovich/ con sus masas
informes de concreto seco/ como una cárcel plana/
Si este País llegara a ser Todo Paz-Froimovich/ ni campos ni árboles/ ni
ríos/ sino infinitas moles/ fierros llenos de cuadraditos/ nichos chicos/
ni una mujer bailando en la ventana”
En la Lírica… se plantea revisar un territorio, dimensionado como texto. A partir de una topografía de la erradicación, sobre lo que queda fuera de esta superestructura. Al barrio vertical de los edificios loft, Cuevas opone el barrio horizontal de las calles del vecindario, las veredas del Santiago viejo, el devenir, del nunca más literal “ciudadano de a pie”, graficando el acontecer de un pueblo invadido y abierto, botado, a los suburbios. Entonces, El Pueblo entendido como la noción de grupo humano dentro de una comunidad primigenia y fundacional de una Sociedad. (Las bases de un “Proyecto de País”, citando su libro de 1994.) Así, por medio de fragmentos se intenta (de)mostrar dónde y cómo se agita, apaga, aplaca, allana y aniquila al sujeto social. Mostrar esa operación de vaciamiento, sistemática e irreversible de la devastación. O mejor, erradicar la pobreza hacia fuera, hacia los límites, los extrarradios de la ciudad que no deja verse a sí misma, al negar su identidad y sentido. Chile, como en la novela 2666 de Bolaño convertido en un vertedero, en un eriazo de desperdicios, en el Gran Basurero Sudamericano. El lugar donde se perpetran salvajes crímenes y la impunidad de la basura sabe sepultarlos. Los materiales surgen desde esa desprotección, en esa desmoralización, desmotando el significante al progreso de un país pleno de bienestar; con versos que exponen una ética intervenida, tergiversada, por el Consumo y su falso esplendor de la Modernidad.
El sujeto del ex poeta se autodefine como el “emisario de un país vencido/ impago/ tartamudo”. Es al revés de lo esperado quien propaga las malas nuevas. Porque “se metió a hacer profecías que no se cumplieron”. O como lo pone Pablo Paredes en su presentación al libro: “Aunque no nos confundamos, este libro no habla de la Mala Suerte, así con mayúsculas, sino de la orquestación sistemática de arrebatamiento de la suerte a mujeres, niños y ancianos que tuvieron que dar por terminadas las asociaciones de hombres y que toman sus pastillas para dormir”.
Por sobre el simple discurso enunciativo-descriptivo (propagación de lo visto) se articula un habla vigente y verosímil, por medio de recursos lingüísticos ricos y complejos. La figura del ex poeta como sujeto verbal es la de “un tipo de voluntad férrea que oye el ruido territorial, sabe que el mundo es un gran texto”.
Contrario a lo que se discutía en esta misma página, tratando de definir la llamada Poesía Realista Actual, me atrevo a decir que aquello que Cuevas deja ver como su realismo sintetiza una temática profundamente universal con problemas locales. Su poesía es individual, porque ve lo personal como político. Ya no basta con señalar descriptivamente una situación, un hecho, un estado de la cuestión o el país de las últimas cosas, pues el acierto se encuentra en el viraje, en ese giro de conexiones que plantean sus imágenes fracturadas, cargadas de voces y alusiones testimoniales. Aquí sin grandes montajes lingüísticos, ni hermetismo ni obliteraciones, el discurso deviene en el habla de personajes en actitud apostrófica –sentenciosa a veces– y en otras de un lirismo en crisis que busca llenar el sentido “desesperadamente” desde el escepticismo, la negación, el nihilismo que le permite explorar el poema: En lo único que confío es en el mar (“Poema 101”), Andan borrachos colorados cansados transpirando/ es gente perdida extraviada que le faltan dientes/ y espalda torcida manchada de mugre/ apestan a vino sus ojos en tinta/ Sus ojos morados para mirar la vida (Poema 10) o en el remate del “Poema 24”: ¿Cómo puede arrastrarse el mundo/ desde la ventana que uno mismo es?
A modo de una selección más completa extraigo algunos poemas para entrar en materia. No repararé en la extensión de mi muestreo (10 páginas de poemas), porque lo que importa es conocer el trabajo de Cuevas, más allá de mis impresiones o cercanías, las que espero no incomoden. A lo largo de esta crónica ensayística ya he citado algunos versos. Mi intención nunca ha sido decir la última palabra, para sonar más inteligente o más interesante que el aludido. Los textos sobre textos no deben emular ni pretender estar por sobre la obra reseñada. Ser un diálogo, sí. Nuevas preguntas, también. Aproximaciones a la obra, sobre todo. Una lectura posible del instante. Momentos de un momento. “Atravesar los bosques de la mente”, dice Cuevas. Entrar y salir del libro, ojalá como el primer lector, lo mismo que el último desocupado, pero atento a la obra de sus contemporáneos.
LÍRICA DEL EDIFICIO 201
POEMA 6
En la micro vienen todos borrachos y hablan borracheras
se ejerce la locura de echar a andar historias/ muertos/
sangre al borde de las casas.
Afuera se debaten hospitales iluminados de la Noche.
Llenos de enfermos.
Fábulas para engañarse a sí mismos / no al Otro.
Despliegan sus palacios/ juego de ojos/ voces.
Son una mierda cada uno y su maldad humana yace
dentro de sí/
Aquí en la micro.
POEMA 49
(Yo) nací un día que dios estuvo enfermo
un día que dios se mejoró
amanecer hermoso de este mundo.
Nací en el pobre Chile
Que no sé lo que es.
A lo lejos se oía una música
voces de gente que iba por la calle. (Yo) miraba las casas
desde el balcón/ el río.
¡La vida ha sido tan vertiginosa! Las escenas corren.
Cierto es, que se puede ver el universo en un grano de maíz,
la eternidad mirando las grandes cordilleras
antes que amanezca.
(Yo) andaba siempre por el cielo, fui empleado de oficina
veía pasar hordas de oficinistas y dependientes como (yo)
fumando. Nací en el pobre Chile.
El sangriento Chile/ yo comía pizza y miraba
tardes enteras el bullir de las calles
desde mi trabajo.
POEMA 23
los mismos lugares de la patria
los mismos lugares de la mente
una familia que se fue
No es la Naomí, madre de Ginsberg corrupto y puto.
No, es otra madre sola y flaca
que no quiere ver a sus hijos
porque los hijos se van se alejan se casan
sus presencias no están presentes
el vino está presente como un río
que recorre el corazón del hablante
lo levanta lo alza
lo tira al suelo de una playa llena de cadáveres.
Fiestas donde la voz de los que no tienen voz
se oye clamar.
Las fiestas son burbujas instantáneas y punto.
Se van, se deshacen.
Todo se deshace en la patria
menos el cielo, que es lo único que permanece.
Porque alguna vez estuvieron juntos y ya no lo están
Existen las estaciones del tren y las cuatro estaciones.
Ahora vamos por el Invierno de la Vida.
POEMA 65
Dormir en un barco que flota
encima del jardín/ lugar desconocido
Y echarse allí/ a soñar/ tocar con los dedos/
campos o montes de Chile.
Que abajo ruede el mundo/ un viento blanco y frío
en el barco.
El jardín a la deriva
INSTALACIÓN DE UNA VIDA
Pudiera ser una vida de judío Popeliuscka que luce
vacía como un palo en la cabeza
días y más días de pie en el paradero 15 ½ de gentío
inserto en las trágicas conversaciones de la época nihilista
multitud que para en los Mall Parabellum
luce y brilla, pero en los hornos crematorios.
Allí cayó Poniachik con bajos ingresos
“viví situaciones poblacionales con la
cabeza ardiendo en los ojos vacíos de los pasajeros
sus gorras bacanes”
Es porque tragan y beben televisión, grandes desgracias
terremotos que cada cual
vive en su cuerpo/ premios, concursos.
Se sabe lo que pasa en la vida:
etapas de Invierno inclemente/ una sensación de ahogo
Al atardecer por la calle Marcos Pérez
hordas de arrastrados que la circundan/
bacán bacán terrible bacán con sus gorras echadas
hacia atrás/ el sol les cae inmisericorde/ se siente miedo
al volver/ que no haya nada/
Que todos estén trágicamente fallecidos.
HOMENAJE A ESTE DÍA
Tomo mi café con pan
miro una camisa, la casa polvorienta
discuto con mi cónyuge
como cada tiempo, cada noche.
Salgo,
viajo entre el polvo de la calle inoficiosa
llego a la ciudad
llevo un certificado, unos papeles.
Se oyen cantantes, limosneros, leprosos, tuertos
cojos, falsos mudos. Me siento en la ventana,
reparo una mesa pego unos clavos hago todo
lo que debo hacer en los tugurios
del Gran Santiago ardiente y llovido,
mi ánimo no es bueno
pero sigo caminando
me duele un pie tengo pena
pero entro a un edificio
discuto
voy a oír una charla sobre alguien
que conoció a de Rokha
regalo un libro tomo cerveza
tomo vino/ fumo.
Se hace tarde
Vuelvo en otro bus
todos van ebrios/
voy mirando la luna llena las calles negras/
todo está en la oscuridad, está vacío
ladran los perros
llego a mi cama
me acuesto
Sueño que voy por otra vida.
ARTE POÉTICA
.. . .. .. .. .. (a Bernardo Araya)
Porque dice que no se preocupen de comprender callejuelas,
casas, bares en funcionamiento.
Sino de este rayo de sol que cruza el vaso
y que los poetas con plata ignoran,
el olor de los tugurios despreocupación por el día siguiente.
Sí, los que sobreviven con unos pocos dólares
o habitan casas de vidrio roto,
pero que siempre el cielo pasa por allí
revolotea entre las copas de vino malo,
siempre.
El poeta es quien recoge ese plus
y arma un territorio/ lo lima
lo limpia/ lo ofrece.
(Dicen que quizás por el espacio que abrió el Sr. Parra
las palabras: guagua/ carabinero/ leche pura.)
Se transita, mas, no por las palabras muertas,
rosa de los vientos, ni cartas proletarias.
Pero falta más/ más aún.
En esta conversación estas dependencias
y hoyos negros del que habla consigo mismo.
La poesía chilena viene de una soberbia paliza real.
POEMA 89
Cada uno se quedó en sí mismo y nada más
frente al vacío,
dando por terminadas las asociaciones de hombres
mujeres/ niños y ancianos.
El suscrito siempre ha estado allá/ parado
sobre un desierto/ y no le afecta,
En su pieza camino a la Cordillera
oye el zumbido de la noche.
Toma su pastilla para dormir.
Se va a su subterráneo.
POEMA 21
Aquí desde esta misma pieza destripada
corre el mundo/ encima de la mugre y las montañas chilenas.
Amanece.
El codo empieza a lamentarse
a zaherir porque entra frío
se representa la vida a tumbos.
Es el viento o el silencio de las calles.
No murió/ dicen/ pero ¿cómo?
Si no hay casi destino en esta pieza.
Se arregló los dientes por lo menos.
vergüenza del sí mismo con sus zapatos
cafés rotos abajo.
¿Pero qué se pudo haber perdido desde micros en tinieblas?/
por la mísera urbe de estos períodos
acostado sobre una montaña de deshechos
borracho a la distancia
y caer como mal árbol
sobre su cama de madera/ internarse en los sueños
edificios.
O con la familia recorrer los campos.
PREGUNTA POR LA MUERTE
Qué tengo que preguntar por la muerte
que se desplaza como madreselva
en los edificios gastados
La Muerte de un país de la muerte
un recodo
el término de un itinerario
un pedazo de mar ¿Dónde?
Uno que mira el territorio dentro de sí
conforme a la gran lírica nacional
Va y se come un estofado en el Matadero
queda pasado a papas que vienen del sur/ la patagonia
y se sienta allí
entre el cruce de la tierra y el oleaje
donde están los muertos,
los muertos de sombrero negro
los muertos con las manos llenas de tinta
los muertos cobardemente muertos
POEMA 45
Trabajé como un perro durante años
hablando por autoparlante, desde
una oficina, como mecánico de autos.
La cantidad de dinero que se ganó
día a día. Toda se esfumó.
Los muebles ya están gastados, el piso
lleno de hoyos. Nadie lleva ropa nueva.
Los malditos buses que no dejan dormir
Esa es la lucha diaria.
Sólo que ya no entra lluvia por los techos
Como en la última temporada.
POEMA 123
Un alma cariñosa para amar,
la noche de este Edificio
revivir la distancia
esa onda onírica y fotogénica
de los campos de Buin.
Y pensar en todo ello
a cada rato.
POEMA 9
lleno de gente y gentío
un río de zapatos doblados como pájaros
loas al vacío chileno
cada uno lleva su nube
cada uno lleva su sangre
gentío, gentío apaleado de un apaleo omitido
tú quieres hacer presente Todo ese Gran Pasado
te refriegas en el suelo la mierda la niebla.
Es como una carta
que nunca se envió
POEMA 19
La clase alta es lo peor de lo peor/ se ve en los diarios del domingo
sus grandes hojas que suenan de astaburuagas errázuriz mac guills infantes lyon
¿Quiénes son? ¿quién los conoce?
¿Quién oye sus rezos sus intereses su situación su status
Que la clase baja no debiera desear nunca jamás?.
SALMOS:
1
Decíanle que no llorara
Que dejara dormir
entre arbustos blancos y campos.
Que no ensuciara de lágrimas la pieza
2
Es un alma irresponsable bajo los árboles
mano sobre mano. Y beber,
beberse el cielo que corre se nubla se enfría.
El pasado es lo que se conserva.
Abajo la familia espera
y la debacle nacional
o personal.
3
Una gran desilusión fue para mí
verte salir de un stand de ropa usada
No imaginé nunca esa indignidad de tu parte
Buscar un vestido impregnado
de ese olor a fardo cerrado que toman
las mujeres como tú
Que gustan de vestir con ropa usada.
4
Por los campos yertos
se volvió una cruz nacional
vientos, mares,
ojos abiertos a la noche incierta.
Y con lo puesto.
5
Dijo que le corría la sangre de los otros
Que lo llamaran
por su nombre de pila
en el Callejón de la Vida
6
sigue barco de aguas negras
sigue arrastrando murallones tarros fotos.
Es un árbol parado en medio de una casa
cubierta de alcohol y sucia
Como de sangre en fiesta.
7
Aquí estamos los padres. Solos.
Con las ropas heladas de la noche,
Oye; llámennos, llámennos por teléfono
por favor, acuérdense de sus hijos lejanos.
8
A las personas que han estado detenidas
se les nota de inmediato,
Sus ojos miran en diferentes lugares
llevan marcas de golpes, quemaduras de cigarro,
o cierta sordera, si es que han estado en Villa Grimaldi.
11
Desde esta ventana
que desfilen chunchules mollejas
lluvias sobre el brasero humeante.
Pasen por esta mesa pueblos en libertad absoluta.
Que venga un Curicó, Chillán, Pillanlelbún
Y no esta vida.
12
Algún Yo se hunde en la distancia.
Al otro lado del río luces lejanas espacios infinitos.
Es un éxtasis el poco de sol que aún queda
entre la cordillera de todos los días y la inmundicia
de la No-realidad.
9
A la hora en que camiones salen
a recorrer el Blues Chile aguas negras llenan los ríos.
Atravesar bosques de la mente
La hora en que bajan las penas
a lo largo del ex-Chile.
POEMA 10
Entrar en un hotel hediondo
a podrido con una mapuche/ perdidos
en la locura del deseo y la lucha final,
presiento que un sueño va a entrar en mí
voy en una micro conversando, viene gente
se levanta
y lo abraza a uno en la Iglesia católica
rezando por mi patria muerta, la familia
una madre que vaga por la vida.
Por esta post ciudad de los derrotados caídos y olvidados
seguir seguir junto al Mapocho pensando
en un programa de Vida
Desde aquí, se oye la noche
nidos de monstruos chilenos
abrazados, entrando al Hotel Chile.
POEMA 18
En medio de la vida va el cesante por las calles/ buscando iluminarse/ pasan las hordas/ comunas de agua negra/
resistencia otra vez. Al presente/
zapatos chuecos/ alcohol.
Su pieza está llena de papeles picados sombras viento afuera
vistos desde el cielo cotidiano de la población
El reino de la locura/ gruñen los seres de nuevo cuño
seres de la inhalación
no se puede volver atrás está lleno de ruidos/ equipos/ motos
que vibran e irrumpen
el rigor de la vida/ barbarie. ¿Qué belleza
puede ubicarse en todo esto? El devenir de una mujer
unos zapatos desteñidos
La noche pasa por el cuarto y lo rodea de silencio.
POEMA 73
Olas del Mar sobre los pobres de Chile,
madres de piernas moradas
sin dientes ni várices son rociadas
por las olas del infinito
Los encorvados.
Pero, el mar sigue, sigue
con su espuma blanca
en la negra belleza
lamiendo la frente de los pobres
sus celulares, su celulitis
sus panzas de vino y voces roncas.
De noche pasan llevando
bolsas, helados,
pasan los ebrios perdidos
con sus risas cínicas.
El mar fluye a los pies de ellos los pobres,
¿Qué carga un pobre? ¿cielos, azotes, patadas?
La población se baña allí
robos cesantías ojos morados
bofetadas a las mujeres niños ollas.
Lo cubre el saludo de las olas que el tiempo repite
los niños se alejan
por plazas y playas, el sufrir.
el reír eso es lo que Lava.
Aquí la Ola que los salpica
POEMA 60
Por amor al divertimento
subió ascensores, cerros del Gran Santiago y llegó
a una azotea/ sita al pie del viento de la ciudad
pascua y árboles frondosos
Tres cuadros desvergonzados van a visitar a un afiliado de pie
años de años/
Todo está igual/ el Sr Esparza/ Jonhy Walker
le siguen Vásquez/ Valenzuela/ parados en el balcón Gabanne/
todo está igual/
pero se descubre un algo inverosímil:
Que tras las azoteas del fondo Banco SudAmeris/ Motors/
Juventudes Comunistas de Chile que han estado siempre allí:
Existe un patio desconocido
lleno de árboles/ mesas/ con botellas/ cebollas y
amigos de toda una vida que ríen como locos
chicas que juegan juegos de manos en el sueño
fastuoso/ para el tipo solitario que delira
marraquetas huevo duro y escabeche
Pasan por la noche..
Se suben faldas/ bufandas/ el Empire State rodeado de nubes/
Kika canta/ Soledad/ Judith/ Gloria Celedón de vestido largo/
hermosas/ beben champaña junto a esa ventana New York New York
Oh/ La vida es un divertimento.
En otra mesa de restaurante se grita “Tenemos que ir a Fanaloza
Cerrillos Pirquén” y más allá/ Aún tenemos Patria ciudadanos”/
En el acto de destruir la realidad Valenzuela ríe de sus propios chistes
Esparza adjunta notas al margen
Cid se va a una casa de dos hermanas
empezó a cantar canciones pornográficas
El sueño sigue/ pasa por Quintero/ sin un peso/ un Hotel
de lujo/ Dag al piano/ el hombre engominado / su perro/
un mitin del trabajo/ desteñidos como foto.
Una Gran Fiesta que cruza/ Un barco camino a Chiloé
Guillermo se abre el marrueco
y lanza un discurso a la autoridad presente
le toca el trasero a una dama/
y arranca por los campos
Ellas beben gritan hacia el mar/
hacen el amor al ritmo de las aguas
un patio entre los árboles lleno de trastos viejos
Oh, gordo trozstquista del pasado
Bien:
Que la noche se los lleve a todos
juntos por la vida/
Y reír/ reír de esa terraza/
ir a buscarlos/ cantar junto a una mesa llena de cerveza.
Que el sueño no llegue jamás/
a parte alguna.
POEMA FINAL
Piden que no se les hable más del pasado
que un artista debe producir novedad.
Que se cierren nuestras vidas,
se cierren las horas eternidades
en que corría sangre de los márgenes ¿Por qué?
Por prevenir las sombras de un equívoco
No y No.
El poema en algún momento puede preservar/ hacer cariño
echar viento al cadáver de un país.