José Ángel Cuevas:
Imágenes de un ex poeta
Por Constanza Rojas V.
El Mercurio, 25 de agosto de 2009
"Mi poesía no es ni la voz colectiva nerudiana, ni una voz personal. Es una voz inventada. Puedo hablar como un lumpen, como un endeudado, como mujer mala", dice José Ángel Cuevas. El poeta chileno (1944), o, mejor dicho, 
"ex poeta", como se autodenomina, ha sido profesor de filosofía, mecánico de máquinas de escribir y rockero. "Tomador y enamorado", agrega. Hoy es uno de los nombres que se postularon para el Premio Nacional de Literatura.
Cuevas recorre las calles de Santiago a paso firme y lento; de ahí surge lo que llama sus "dolores y alegrías", que luego transforma en versos. Realiza este ejercicio hace décadas, y ahora, parte importante de éste se reúne en "Canciones oficiales" (Ediciones UDP). El libro se compone de una selección de poemas publicados desde 1992, extraídos de cuatro libros, además de uno de poemas inéditos escritos en los últimos años: "Estación delirio". La selección estuvo a cargo de él mismo y del poeta y editor Adán Méndez.
"'Ex poeta' es una figura inventada, un sujeto que fracasó, como en las profecías; fracasó en el mundo que estaba en su imaginación. Es ese tipo que viene de vuelta", explica Cuevas. Y cuando la gente le dice que esta figura resulta interesante, él responde: "Pero más interesante es ser antipoeta".
El libro tiene como escenario la post dictadura, concepto que Cuevas expande para hablar de su obra: "Mi poesía es directamente de la post: de la post modernidad, del hablante, de la vida, del olvido. Y mi manera de escribir es el habla, pero no el habla parriana, que es más huasa, más pilla. La mía es de sujetos post".
Y al hablar de sus nuevos poemas, afirma que "ya no existe lo social: ahora sólo hay zonas de dolor y zonas de perdición. Ya nadie sabe qué es lo social". ¿Y cuáles son sus dolores? "Uno importante es la destrucción de Santiago antiguo. Es mi persona, mi mundo, la calle Brasil, Compañía, Catedral, donde viví cuando chico. Ver que llega la picota y unos edificios preciosos del siglo XIX se van al suelo. Aquí lo que manda es ganar dinero". Este dolor fue el que lo movió a participar activamente de la pelea por transformar el barrio Yungay en monumento nacional. Y su poesía tampoco usa sutilezas: "Si todo el país fuera un inmenso Paz-Froimovich/ y campos/ sin árboles ni ríos/ sino infinitas moles".
"Le muestro mis poemas a mi hijo y me dice: 'Son muy amargos, papá'. Pero Raúl Zurita, a quien admiro, me contesta: 'No, Pepe, la poesía tuya está llena de amor'".
HISTÓRICO
"Es un poeta tremendamente existencial y político, está muy metido en la marea de la historia, pero no en la cresta de la ola, sino en el corazón de ésta", dice Adán Méndez.
