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4 tragos en el Restaurant Chile

Jaime Pinos F.
Presentación de "Restaurant Chile", antología de José Angel Cuevas
Santiago de Chile, sábado 23 de Abril de 2005

 

 

Primer Trago
La Generación


Pensar en esa generación. Ante ellos, el horizonte abierto de una época. Vietnam, rock and roll y guitarras eléctricas, Mayo 68. La poética beat, su afirmación de la aventura. On the road por los grandes espacios de América: Vivan los que recorrieron el territorio /recostados sobre la carga de un camión (...) Oh, últimos días de la década sesenta. Los parques se llenaron /de tipos que llevaban el universo en sus pupilas/se dejaron crecer infinitamente el pelo en el centro de Santiago.

Un país que, desde una cultura de claustro, tradicional y provinciana, parecía irse abriendo a la vorágine de cambios que trajo consigo la cultura de masas, la irrupción de la pantalla en los hogares, el movimiento juvenil, los hippies, el feminismo y la liberación de los cuerpos del tabú. Un país que, políticamente, parecía desplazarse hacia la izquierda. Años de fervor revolucionario, del Gran Entusiasmo. Años de la ficción de la Amistad Social. Una ficción que tan caro les costó a tantos de esa generación.

Para los que vinimos luego, cuando los dados ya estaban echados y el país sólo era tierra arrasada, la poesía de Cuevas nos recuerda que, alguna vez, la imaginación y el idealismo, en su sentido más cándido y más heroico, fueron una tentativa vital y una práctica cotidiana para miles de jóvenes como nosotros. Miembro de la misma generación, una imagen de Roberto Bolaño: miles de jóvenes latinoamericanos marchando tras el sueño del asalto al cielo. Miles y miles, los mejores de su generación, marchando tras el sueño dorado de la revolución. Miles y miles, sin saberlo, marchando directo hacia el despeñadero.

Y sin embargo, aunque todo haya terminado como terminó, creo que esa generación y sus búsquedas son un antecedente fundamental para alimentar las luchas actuales. Un texto que, insuficientemente leído, puede arrojar enormes inspiraciones y numerosas enseñanzas teóricas y prácticas, útiles a la transformación de este presente. Esta época donde el horizonte se avizora tempestuoso. Donde el futuro se ve oscuro como boca de lobo.

Segundo Trago
La catástrofe

La poesía de Cuevas es ineludiblemente política y el 11 de septiembre de 1973 la cruza como una trizadura, escribió Roberto Merino. Una trizadura. Todo un mundo, a la vez político y sentimental, que se rompe: Justo empezaba a atar mis propios cabos sueltos/cuando vino el Golpe/una mano dura/tapándome la luna/ y el sol. /Todo se detuvo/me deprimí. La escritura de Cuevas es, sin lugar a dudas, uno de los registros más profundos y exhaustivos de la película gore que ha sido la historia nacional desde entonces. Un extenso comentario de esa catástrofe. Si para interpretar el presente necesitamos entender el pasado, estos textos son una fuente. Para entender, por ejemplo, la vida en el País Ocupado. La historia interior de los años del fascismo. La trivialización del mal y la traición. La mera supervivencia cotidiana como un gesto heroico y vital en medio de todo ese miedo y toda esa violencia: Las familias se encierran en sí mismas/familias completas huyen por los cerros/Uno trata de conectarse a otras radios/otros continentes/para saber que está pasando Aquí (...) Entender ese país. Entender lo que fue esa historia vivida día a día.

Los países quedan Heridos/ pasan largo tiempo sin recuperar el habla/deben aplicarse electroshock, someterse al olvido, beber, beber/hablar de otra cosa. Buen resumen de la escena que sucedió al largo trhiller de la dictadura. Beber, beber. Y hablar de otra cosa, eso sobre todo. Sobre ese sistemático olvido del pasado, se levantó en estos años la fabulosa maquinaria del espectáculo que, cotidianamente, satura la conversación ciudadana con el comentario de los últimos logros del héroe deportivo o los escándalos de la farándula. El gigantesco show desplegado a escala social para camuflar la dura realidad de la guerra de clases, sus consecuencias sangrientas. El negocio millonario de los medios y los consorcios. La cultura de la frivolité.

En medio de ese soundtrack, Cuevas ha persistido en el comentario de la catástrofe y de sus desarrollos. La tragedia de un país perdido de sí mismo, sin identidad. Consumido en los ritos vacíos del consumo y su paraíso artificial. Un país sin memoria, lo que hace casi seguro que los errores y horrores del pasado se repetirán.

¿A qué Voz, a qué escritura le es permitido/el comentario de la catástrofe nacional...? se pregunta Patricio Marchant en uno de los epígrafes de este libro. Cuevas ha respondido esa pregunta. Ha tenido la valentía suficiente para hacerlo.


Tercer Trago
La poesía

La publicación de mi primer libro, el año 79, Efectos personales... y dominios públicos se lo debo a la Dina. En Mayo del 79 fui detenido en la calle, me llevaron a un lugar, y fui conminado a hacerles un contacto con gente del MIR. Se me dio una cita donde debería arreglar dicho contacto. Yo me imaginaba transformado en un delator, "salir a porotear". En realidad no tenía contacto alguno con el MIR, sólo antiguos amigos, mi relación era con el PC, en fin, estaba solo y en mi desesperación junté poemas, los llevé a una imprenta frente a mi trabajo, y me hicieron un libro amarrado con alambre y me fui a la Sech, para tener algún respaldo, como si eso hubiera sido una salvación. No volví a ver a los agentes. Después entendí las rivalidades entre el Comando Conjunto, Dina, Sifa. Empecé a ir a la Sech.

Como se ve, desde el inicio la poesía de Cuevas ha sido una forma, a veces dramática, de habitar estos territorios Muchas veces de sobrevivirlos. Una forma de sobrevida, o de contravida diría el ex-poeta, en un país que alguna vez fuera descrito por Lihn como un eriazo remoto y presuntuoso, o por Bolaño como un pasillo sin salida. Como pocas otras, su experiencia de escritura es testimonio, real por vivido, de esta época. De este paseo de señoritas, que no ha sido la vida del país. La crónica del Chile de los últimos 30 años hecha por un testigo de primera mano.

A la vez, su obra encierra un programa estético y político. El país es un inmenso texto. Dejar de cantar la rosa, las anécdotas íntimas que no tienen porque interesarle a nadie, abandonar metaforitas y metaforones. En vez de eso, leer el país.

En cuanto a su personaje, el ex-poeta ha contribuido a la empresa de desacralización de la propia poesía que fuera iniciada por Nicanor Parra. Lejos de la hoguera de vanidades que ha sido siempre la literatura chilena, Cuevas nunca ha tenido pretensiones de clarividencia y su discurso es irónico antes que mesiánico. Nunca ha practicado, como otros, la poesía como una forma de acceder al poder, al dinero o a la respetabilidad social. Cuevas escribe desde la multitud de los comunes y corrientes, ese es su lugar. Su escritura es la afirmación de que la poesía debe ser, como quería Teillier, una moneda cotidiana. Una vivencia capaz, aún en medio de esta selva, de salvar algunos gestos, algunos mínimos espacios de fraternidad: Esta poesía habla de un pobre hombre de Chile/una poesía nacional, de pobre infeliz/que lo único que levanta es la amistad/una filosofía de la amistad/para resistir, comer, compartir, un poco de carne/sobre la parrilla.

Del estribo

Este libro es importante porque vuelve a poner en circulación algunos de los textos más antiguos de Cuevas, ya difícilmente encontrables, y a la vez ofrece una panorámica de su trabajo a lo largo de más de 20 años de escritura. No sólo considero a Pepe uno de los poetas en ejercicio más relevantes de la escena chilena, su trabajo ha sido siempre una referencia para mi propia tentativa como escritor. Y aunque nadie vengue nunca a los alcohólicos caídos en combate, brindo por ellos y por Cuevas desde una mesa del Restaurant Chile, y termino estas notas agradeciéndole la oportunidad y el honor de presentar su libro.


 

 

 

 

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Jaime Pinos F.
Presentación de "Restaurant Chile", antología de José Angel Cuevas.
Sábado 23 de abril de 2005.