Hay una ciudad muy lejos
Historia de un viaje
Daniela Moreno
Abstract
El presente texto corresponde a un extracto del trabajo de seminario “Poesía y Ciudad”, para optar al grado de Licenciado en Letras en la Pontificia Universidad Católica. Fue preparado y leído para el Homenaje por los 25 años de Introducción a Santiago de José Ángel Cuevas, 7 de agosto 2008, Auditorio de Letras UC.
El trabajo de análisis e interpretación tiene como directrices los estudios urbanos y teoría poética como Riffaterre. El corpus estudiado corresponde a la primera edición de Introducción a Santiago de José Ángel Cuevas, publicada en 1982.
Santiago por la mañana, la ciudad respira a través de sus habitantes. La cordillera se impone blanca y nevada ante nuestra mirada, una nube gris encierra lo que creemos es el centro; árboles, un parque, una Virgen. El día re-comienza en nuestra ciudad.
La ciudad no sólo se define desde un plano físico, geográficamente enmarcado y delimitado, sino que también es, como plantea Armando Silva: “un escenario del lenguaje, de evocaciones y sueños, de imágenes, de variadas escrituras”. De tal forma la urbe se construye en manos de quienes la transitan, la viven o pretenden hacerlo. Es así como Introducción a Santiago de José Ángel Cuevas funciona como mapa de un Santiago-texto. Se trata de un gran mapa/poema, una capsula del tiempo. Al recorrer Introducción a Santiago es posible captar la vida de una urbe fragmentada pero no dispersa, factible de ser transitada. El texto funciona también como bitácora, donde se plasman los registros de un sujeto que vive desde la ciudad; es la urbe quien determina cada pasaje dentro del poemario y por ende las vivencias de la voz lírica presente en él. Entonces, es posible establecer que el poema tiene como matriz el deambular por la ciudad; un transitar que no sólo implicaría un traslado físico, sino también psicosocial dentro del gran Santiago. La voz lírica se mueve por los distintos estratos de la sociedad chilena: desde dormir en la calle y pasar hambre, hasta vivir en un barrio acomodado, para luego trasladarse a un sector medio de la sociedad.
Introducción a Santiago es un poemario caótico y explosivo, no obstante, es posible encontrar un orden en el caos, el cual está dado por el recorrido psíquico de la ciudad. La urbe es representada como un espacio conectado y fluido, donde cada elemento tiene una función y valor determinados, desde las animitas hasta el Bar de la Unión. El poemario se enriquece con el caos de la ciudad, presentando un todo orgánico, donde su misma forma gráfica representa esa organicidad, en tanto que el texto prácticamente carece de pausas o signos que marquen el fin de un poema o el comienzo de otro, lo que justifica y sustenta la idea de estar ante un solo gran poema. Es un recorrido por el mapa de Santiago, pero también por la geografía síquica y humana de una ciudad sumida en el estado de excepción(*).
La primera parte del poemario da cuenta del territorio o plano material de la ciudad: “/Santiago es sólo una ciudad al pie de las montañas/ Una vieja aldea rodeada de/ campana campamentos.” (10), en estos versos se define desde su realidad física, como cercada por la geografía; pero también la rodean círculos sonoros, ruidos de campanas, los campamentos con su sorda letanía que nadie quiere escuchar.
Sumada a la descripción física, la voz nos habla de la fundación de la ciudad, de su origen. La ciudad ha sido fundada y re-fundada; primero históricamente, luego de forma simbólica. Por medio de una territorialización clandestina se registra una segunda fundación, relacionada con la marginalidad y la pobreza.
Esta forma de vivir y de vivirse en la ciudad implicaría transitar por tres aldeas: “Santiago sputnik”, “Santiago Vintage o del recuerdo” y “Santiago ciudad de los poetas”. Las tres aldeas son separables sólo en teoría, pero en el poemario constituyen una sola ciudad con múltiples capas superpuestas.
Santiago Sputnik
La primera aldea se asienta entre la utopía y el ciudadano, a quien se insta a vivir la ciudad y comenzar su lucha. En el “Santiago sputnik” la voz lírica invita a poblar la ciudad, pero esta invitación esconden la advertencia sobre el monstruo urbano, atrayendo con las imágenes, pero advirtiendo con el signo, con la palabra. Sin embargo, no se trata de advertir sobre la ciudad en sí misma, sino sobre los peligros que la acechan, el monstruo no es la ciudad, sino sus guardianes. Por eso el sujeto imagina esa otra ciudad perfecta, y por medio del lenguaje crea un Santiago-texto, una fórmula discursiva que le permite acceder a su utopía. Aquí Sputnik no es simplemente el primer satélite artificial ruso: “Era de noche/El Sputnik pasó más allá de la Estación/ […]”, sino que además implica toda una carga ideológica que estructura y da forma al poemario, en cuanto sputnik traducido al español significa “compañero”. La voz lírica increpa a sus “conciudadanos”: “/Escuchen la noche extensa sobrevolar departamentos numerados/” (3). El terror nocturno es silencioso, sin embargo se escuchan las persecuciones, los allanamientos, y los gritos de quienes son llevados al Matadero.
Santiago Vintage
La segunda aldea será la del recuerdo, donde el sujeto urbano se configura constantemente a través de su memoria, las entradas a esta aldea, al igual que con el caso de la ciudad poética-soñada, se hace por medio del paréntesis, como marca gráfica del quiebre entre un discurso y otro. La voz es capaz de construir y organizar su historia personal recordando calles y barrios de la ciudad, tales como el cerro Manquehue, el puente Carrascal o la Plaza Brasil: “[…] viví en Rosas con Teatinos/ Jugué en la Plaza Brasil tardes enteras. /El 57 partimos a Quinta Normal/Corría el tren 201 al Puerto/como una calle iluminada//” (3). Destacan aquí los verbos en pasado, evidenciando de esta manera no solo el paso del tiempo, sino además el duro contraste entre la ciudad de la infancia y el Santiago de la dictadura.
Santiago mágico o de los poetas
La última ciudad creada es la de los poetas; aquí conviven fantasmalmente Pablo de Rokha, Neruda, Violeta y Nicanor Parra. Ya no se habla solo del Santiago Real, sino que cada entrada a la ciudad está marcada por el verbo soñar o precedida de un paréntesis que señala el paso de un discurso a otro. Santiago no sólo es la ciudad del sputnik, o la del recuerdo, sino también la de los poetas.
En esta aldea se configura una suerte de espacio magicorrealista, poblado por figuras que se difuminan en las esquinas, esperando el transporte que los lleve de vuelta al mundo en una especie de tiempo fuera del tiempo: “//Anoche vi a Pablo de Rokha/ esperando el carro 36 entre la niebla/cargado de paquetes//” (7). Este poeta es un transeúnte más en la urbe mágica, una suerte de espectro que se pierde en la niebla de esta aldea. Por su parte, la figura de Violeta Parra se enmarca en el encierro y el silencio: “/Vi a Violeta Parra/echar cerros sobre una mesa de mimbre. /Todo estaba oscuro /la gente en silencio/ […] (8) el espacio presentado se acerca al de un velorio, Violeta parece asistir a su propio funeral.
En esta aldea los planos de lo real y lo maravilloso se intersectan. La ciudad del ruido y de las “/Doce mil personas por hora en Ahumada/”, se paraliza. La voz abre las puertas y entra a una urbe mágica:
.. .. . .. . . . .(Una mañana de mil novecientos sesentaitantos
al finalizar el invierno
Vi a Neruda
En la esquina de San Diego y Alameda
Distraído.
Pasaban los vehículos
Todos caminaban en una batahola infernal
Neruda la cabeza en alto
Algo miraba
No sé. Quizás la Torre ENTEL
El Banco del Estado.
Pero de pronto
sin decirle a nadie
se sacó las manos de los bolsillos
Abrió un par de alas verdes
y partió por Nataniel
.. .. . .. . . . . . hacia el Poniente
después no volví a verlo nunca más) (5)
Primero se encuentra la delimitación gráfica, la entrada a este otro Santiago se realiza ya desde la estructura formal del poema, el paréntesis es el signo que permite establecer el quiebre del tránsito, como una forma de indicar que no se trata del mismo discurso que en el resto del poemario. Es una división que permite al sujeto construir un lugar enunciativo mágicorrealista. Según Alicia Llanera el uso de la primera persona moldea lo extraño, para conseguir un efecto de verosimilitud; donde el narrador naturaliza lo extraordinario (306). De igual forma, el espacio magicorrealista funciona como un elemento homologador; concretizando lo mágico. Es el “lugar de la coherencia”, de ahí que el hablante sitúe a Neruda en la esquina de San Diego con Alameda, un espacio textual cuya referencia es concreta, lo que contribuye a la verosimilitud de la imagen poética presentada. Como vemos, la figura de Neruda aparece en un lugar no especificado de la década del 70, en cambio el espacio físico se presenta real y concreto, generándose una “contradicción” espacio-temporal o al menos una ambiguación de las coordenadas espacio-temporales, lo que potencia la idea de realidad mágica.
Según J.C Cooper (2004), las alas en el simbolismo representan la divinidad y la facultad de trascender el mundo terrenal, asimismo son atributo de los dioses mensajeros, y potencian la comunicación entre dioses y hombres. Por su parte el vuelo simboliza la trascendencia, la liberación del espíritu, y el tránsito entre distintos planos de realidad. La figura de Neruda es vista como poseedora de estas características, siendo presentado como un ser más cercano al mito que a la realidad concreta, pero que en este caso se muestra de manera verosímil.
El hablante sitúa al “Neruda alado” en el barrio San Diego o Zoco; según Franz este sería: “el sitio donde la ciudad amurallada abre sus puertas y permite la circulación” (123), se trata del espacio donde ocurren el contacto y el roce social, conectándose aquí tres espacios simbólicos: el Matadero, El Centro y los cementerios de la Chimba. Por lo tanto para Franz el Zoco o mercado, lograría conectarnos con tres aspectos básicos de nuestra sociedad: la pobreza que nos asedia, el poder que nos reprime y la forma en que negamos la muerte (125). En el caso de la experiencia Mágica presentada, Neruda aparece en un espacio de comunión e intersecciones, donde no solo confluyen las tres ciudadelas sino también lo real y lo maravilloso, marcando una pausa en el recorrido lírico, siendo literalmente un paréntesis dentro del recuerdo, más aún, una figura que deslumbra y desaparece al poniente, es decir se aleja del Centro y viaja hacia la Estación del deseo. La ciudad mágica es un lugar de interconexiones, cada poeta que la recorre desaparece. Esta aldea vive en lo inasible, y sus habitantes son espectros o seres míticos.
Introducción a Santiago Es una invitación a recorrer las calles, salir del encierro físico y psíquico que vive la ciudad, de ahí que se plantee como un acercamiento constante; es como si el hablante se hiciera eco de la canción de Santiago del Nuevo Extremo A mi ciudad:
“Quién me ayudaría
a desarmar mi historia antigua
y a pedazos volverte a conquistar
una ciudad quiero tener
para todos construida
y que alimente a quien la quiera habitar”
Santiago en manos de nuestro hablante se nos presenta físicamente sitiada, pero simbólicamente abierta, que encanta y desencanta a la vez. El poemario funciona como un mapa que devela los diversos rostros de un Santiago, que para el hablante es aún un lugar de encuentros, un espacio que no ha sido totalmente desarticulado por el poder, lo que posibilita una reapropiación de la ciudad por parte de sus habitantes, en tanto sean capaces de recorrerla y urdir sus fragmentos con el hilo de su deambular.
Bibliografía
- Cuevas, José Ángel. Introducción a Santiago. Edición artesanal, 1982.
- Franz, Carlos. La muralla enterrada (Santiago, ciudad imaginaria).Santiago: Editorial Planeta, 2001.
- Llarena, Alicia. Realismo Mágico y lo Real Maravilloso: una cuestión de verosimilitud. Gaithersburgh (Maryland, USA): Ediciones Hispamérica, 1997.
- Rama, Ángel. “Indagación de la ideología en la poesía (Los dípticos seriados de Versos sencillos). Revista Iberoamericana.112-113 (1980): 353-400.
- Rastier, Francois. “Sistemática de las isotopías”. Ensayos de semiótica poética. Comp. A.J Greimas. Barcelona: Planeta, 1976: 107-140.
- Riffaterre, Michael. Semiotique de la póesie. París: Editions du Senil, 1983.
- Silva, Armando. Imaginarios Urbanos. Bogota: Tercer mundo editores, 2000.
(*) Estado de excepción: recordemos que el poemario se publica en 1982, a casi 10 años del Golpe Militar.