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Poetas de los sesenta

José Ángel Cuevas
Poeta

Revista Documentos Lingüísticos y Literarios UACh. N°30, 2007

 




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1.-¿Cómo ser poeta en tiempos de penurias? dice Höerderlin 
O Adorno : ¿Cómo se puede seguir escribiendo poesía después de Auschwitz? 
O de Chile, agregaba Patricio Marchant. 

Nunca entendí y no quise entender cuando Enrique Lihn decía "Nosotros escribimos poesía, No Oraciones por todos". A principios de los 80, uno miraba a Lihn, su habla, igual que Lafourcade, Edwards y Donoso, un habla que, yo sabía, venía del Liceo Alemán, San Ignacio o San George… domiciliados en la comuna de Providencia o cerca de Sta. Lucía. O el Golf. Pero el habla nuestra viene del Liceo Amunátegui de Quinta Normal, Estación Central. Yo creo que eso tiene que ver en el asunto. Ellos son respetables, tienen su vida, sus lugares, pero creo que nunca en poblaciones, no tienen experiencias con suburbios, la calle Mapocho, San Pablo, los cités, donde el suscrito ha vagabundeado, buscado trabajo, tomando. O Lo Hermida, San Gregorio, donde este servidor fue a dar después del Pronunciamiento, potreros y largas filas de casuchas de madera. Hordas de borrachos de Chile. Una vez me convidaron "Eh, gancho venga servirse este perrito que estamos asando". El año 77.

Así es y no se trata de resentimiento. Se trata de "hechos" diferentes.

La otra noche un amigo me contaba de una conversación de Carlos Franz con J. Edwards sobre Santiago, hablaban en la tele de estatuas, parques. Pensé en el acto ¡qué bueno!, yo puedo hablar de Otro Santiago hoy: Las borracheras de Conchalí, la noche que pasé tirado en la calle por toque de queda, puedo hablar de la micro a Puente Alto, que parece una boite ambulante, los equipos todo volumen, allí se toma, se mea, se conversa locura entre traficantes, obreros locos, lumpen, mujeres de la vida. Puedo hablar de los salones de pool de mi adolescencia y las rockeras del salón Carrascal. Ok, entendí; somos distintos pellejos y cada cual habla de cómo está parado en este escenario llamado Chile. Va formando su poesía, su mundo.

2.- A mí se me ocurre que la experiencia de los poetas del setenta y/o ochenta es semejante a aquellos que vivieron la primera y segunda guerra mundial, o grandes Ocupaciones Militares sobre los países, recuérdese Francia, Polonia, Italia invadidas. Veo a Ezra Pound encerrado en una jaula, a García Lorca fusilado, Miguel Hernández, Nazim Himket encarcelado 20 años, poetas de "lo público". Hasta de Maiakovski que se suicida en plena Revolución…

Las expectativas apocalípticas que anticipan el estallido de la Guerra, o que adelanta un períodos de hermandad, una amplia revolución en el mundo.
Una noche entera junto a un compañero asesinado con su boca desangrada dirigida hacia el plenilunio / la congestión de su mano penetrada en mi silencio / he escrito cartas llenas de amor. Nunca he estado tan aferrado a la vida (Ungaretti).

En Chile: Golpe de estado de las FF.AA. nacionales para detener la revolución social. Acompañado de una ocupación militar de 17 años sin libertades publicas, ni elecciones, y con un aparato de represión, el más atroz de la historia nacional.

Aplastar al "enemigo interno".

Llevo el ruido de grandes tanques que rodaban junto a mi ventana, la imagen de una ametralladora punto 30, el golpear de las botas militares esa noche que fueron a buscarme y yo los vi desde mi ventana del 4º piso de la Villa Olímpica, las patrullas paseando, paseando siempre con sus AKA 47. Estoy viendo la Noche vacía del país intervenido. Oh, ¡Toque de queda!

¿Qué hace uno? Hay que cambiar drásticamente de vida, tomar firmemente las riendas de si mismo, ir respondiendo desde lo más elemental, uno se adapta al horror, se cuida.

Escribe poesía sin nombre va viendo hasta dónde puede llegar, con quienes puede juntarse, sus amigos se han ido. Uno está solo.

(Muchos de los sobrevivientes nunca recobraron el ánimo o la convicción de una época previa cuando la revolución de las artes parecía cambiar a la mente y corazones, dice Hamburguer)

3.- Parto con una imagen poética: el funeral de Neruda:
"cada época tiene su poeta/ sísí/ tiene su poeta dicen los que empiezan a caer/ al otro lado de la vida/ hilachas de un pueblo moribundo/ Oye, llevaban a Neruda en un cajón negro/ en el período que comenzaba/ nuestro Walt Whitman/ el que habló por un país entero/ en la calle Recoleta con Domínica/ Ibamos firmes a lo que pudiera suceder/ quizás acribillados/ vi a Kilo Rojas sentado en un árbol / y Hernán Miranda perdido entre los cerros/ se sentía el cerrojo de las metralletas corridas / el vacío del Cementerio General" (pepecuevas) 

Segunda imagen, el suscrito entra a los 28 años al largo viaje y sale camino a los 50 vivió siempre con la sensación de muerte, aplastamiento, desinformación, era un extremista. Veo las manchas de sangre de San Gregorio, seguimiento, parrilla, teléfono japonés, positivo, afirmativo, chapa, chequeo, contrachequeo.

Entre los se quedaron aquí y los que se fueron al exilio soy de los que se quedaron aquí. Es una forma de vivir tal como en la Alemania nazi se obligaba a levantar el brazo en la calle para saludar aquí había que cantar "vuestro nombres valientes soldado" en todas partes.

¿Qué efecto habrá tenido sobre cada uno?
Un encogimiento interior.

Seguro que no soy el tipo de 1970 que bailaba noches enteras e iba con otros muchos abrazado camino al socialismo, ese éxtasis poético con mi grupo del Pedagógico.

4.- El años 83 el tocar las ollas; se me quedó ese ruido, una inmensidad, ruido de libertad. Los grandes Apagones del Frente Patriótico como volver a la vida mientras el helicóptero pasaba sobre nosotros con ese motor inolvidable, la vida de mercado consumo la fragmentación de la persona.

La resistencia 73-80 es de sobrevivencia especialmente la lucha clandestina, esos primeros de mayo, oyendo radio Moscú, pasando un papel, un rayado del grupo Andamio o recitales clandestinos en el paradero 22 de La Granja.

5.- El sujeto que he tratado de instalar es una ficción poética que no es la de Lihn, ni de Teillier, ni de los tipos del 60 porque yo no soy del 60, de Millán ni Quezada, Hahn… 

He tratado de hacer hablar a un tipo con una jerga de la tribu uno que lo atravesó una larga cotidianidad militar represiva y neoliberal, donde la persona no vale nada, un gallo a salto de mata, un ex empleado que fue a dar al POHJ, detenido, preso sobreviviente que pasó años despojado de La Noche, la muerte del Comité Regional Sur, pero que carga esa habla, ese vivir tomando escondido, en el Bar Juanita, atento, cuidadoso, mirando desde una edificio la noche de la ciudad vacía.



 



 

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